Capítulo 7

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Bemi tenía el objetivo de entretener a Shiro hasta las siete de la tarde, así los demás tendrían tiempo suficiente para preparar la fiesta. Habían invitado en secreto a sus compañeros de clase más cercanos y algunos amigos más del instituto. Estaba emocionada e intentaba mantener la calma con gran esfuerzo, o si no Shiro sospecharía y la sorpresa se echaría a perder.

Lo tenía todo calculado. Primero se entretuvo en los pasillos del instituto hasta que Rachel y Momo se fueron, obligándolos a coger el bus, que ya tardaba media hora en llegar a aquella urbanización. Ella le diría que tenía que ir a su casa a coger el bonobus, que había olvidado a propósito. También se había “olvidado” de comprar la mitad de los materiales que necesitaban para hacer el proyecto, por lo que tuvieron que recorrer varias calles de tienda en tienda.

Shiro suspiraba resignado y parecía descontento y molesto, mientras que Bemi aparentaba estar lo más arrepentida posible. Solo esperaba que, cuando llegaran a su casa y le dieran la sorpresa, no se enfadara con ella.

Por fin llegó la hora de coger el bus hasta la urbanización Los Robles. Bemi sonrió en su interior cuando comprobó su móvil y leyó el mensaje que le había llegado unos minutos antes.

Rachel: Ya está todo listo. Os esperamos ;)

Durante el trayecto apenas hablaron. A ambos les gustaba mirar por la ventanilla y, en el caso de Shiro, disfrutaba disimuladamente del sonido de la respiración de Bemi a su lado. Lo que no sabía era que ella escuchaba lo mismo sin que se notara. Cualquiera que pudiera verlos se daría cuenta y no podría reprimir una carcajada.

Bajaron en la parada más cercana y anduvieron por las calles desiertas, hablando y riéndose por el camino. Sin darse cuenta llegaron a la entrada de la enorme casa. Shiro sacó las llaves de su mochila e introdujo la llave en la cerradura muy despacio. Demasiado despacio, pensaba Bemi… estaba empezando a ponerse nerviosa.

—Qué raro… —murmuró Shiro cuando llegaron al porche y vio el interior de la casa a oscuras—. Rachel y Momo están aquí, ¿por qué no está la luz encendida? —comentó sin intenciones de abrir la puerta principal.

—A lo mejor han ido a alguna parte… —sugirió Bemi, ocultando su preocupación.

—¿Sin el coche? No lo creo… No entremos, subiré hasta la segunda planta y entraré por una ventana —dijo él, agarrándola de la mano y llevándola a la parte de atrás por el jardín casi en contra de su voluntad.

“Oh, no… esto es malo”, pensó Bemi.

—E-esto… ¡Shiro, entrar por una ventana es peligroso! —gritó en un intento desesperado de que los demás la escucharan y se esperaran cualquier cosa. Él giró asustado.

—¿Estás loca? ¿Por qué gritas? Pueden ser ladrones o algo peor, mejor ser sigilosos.

—Shiro, no creo que sean ladrones. Puede que no estén. Venga, abre la puerta —le insistió tirando de su mano.

—Bemi, estás muy rara. Deja de tirar... Escalaré y miraré dentro.

—¡Lo estropearás todo! —gritó ella. Shiro la miró desconcertado.

—¿De qué hablas?

Bemi se tapó la boca cuando se dio cuenta de lo que dijo. Se había puesto tan nerviosa que acabó confesando lo que tanto le había costado planear. Parecía demasiado tarde para rectificar cuando un grupo de gente apareció detrás de Shiro y gritó:

—¡SORPRESA!

Él chilló y se apartó al lado contrario visiblemente asustado, con un brillo de terror en los ojos. Las carcajadas no tardaron en llegar y el susto de Shiro se apagó poco a poco. Miró a Bemi, que le mostró una abierta sonrisa, contenta porque todo había salido bien en el último momento.

Y de repente apareces túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora