Capítulo 4

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¡Por fin llegó el viernes! Bemi soportaba la semana sabiendo que llegaría el viernes y, después, un fin de semana entero para disfrutar. Pero ese viernes era diferente… había quedado con Shiro para ir a su casa a hacer el trabajo de tecnología. Él le había contado que sus padres tenían mucho dinero, ¡solo con ver su cochazo se adivinaba! Tenía mucha curiosidad por ver dónde estaba viviendo.

Se incorporó lentamente, aún con los ojos entrecerrados y con el pelo enredado. Miró su móvil como tenía de costumbre y vio que había un mensaje de Tasuki. Sonrió antes de abrirlo, sabiendo que la haría reír.

Tasuki: Buenos días, baby. Hoy es viernes! Quieres que quedemos y lo pasemos bien? ;)

Dejó escapar una carcajada antes de contestar.

Bemi: Jum, me tientas Tasuki, pero hoy he quedado con Shiro para ir a su casa, sorry ^^’’

La respuesta no tardó en llegar.

Tasuki: Uuuuuuuuuhhhhh qué vas a hacer con él?? Debería ponerme celoso??

Bemi: Nooo! No seas pervertido, sólo vamos a hacer un trabajo de clase, nada más.

Pero lo cierto es que seguramente harían más cosas, aunque tampoco es que fueran a enrollarse. Le hizo mucha gracia que Tasuki pensara que de verdad le gustaba Shiro.

Tasuki: Si quieres puedo ir a recogerte en coche cuando termines ;)

Le contestó con un OK y saltó de la cama, mucho más animada.

Se duchó y se preparó, consiguiendo salir de casa temprano como el día anterior. Aquello era sorprendente para ella, pues casi siempre llegaba con la hora justa al instituto, muchas veces en el momento en que el profesor iba a cruzar la puerta.

Cuando llegó, Ross ya estaba allí. Eso era mucho más raro porque su amiga acostumbraba a llegar tarde la mitad de las veces, incluso saltándose la primera clase. La encontró en la entrada exterior, con la mirada perdida en un punto lejano.

—Ross, ¿qué narices haces tú aquí tan pronto?

La chica ni siquiera la miró, sino que se limitó a hacerla callar agitando la mano cerca de su cara. Bemi dirigió la vista a donde ella estaba mirando y no vio nada.

—Ross, ¿qué miras?

—Aún nada, pero sé que pronto llegará…

—¿Llegará el qué?

Ross soltó una exclamación cuando un coche negro e impoluto entró en el aparcamiento. Las dos chicas se quedaron muy quietas, impactantes, observando cómo se detenía y la puerta del conductor se abría lentamente. Del coche se bajó el profesor Levi, con la expresión de total indiferencia que tenía siempre.

Y de repente apareces túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora