Capítulo 2: México

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Un año había pasado desde que Jonathan y Ángel convencieron a sus padres de dejarlos estudiar en México. Su hermana Haydee no dudó en aceptarlos en su departamento, era una zona no tan lujosa, pero si muy cara, Tlalpan, la famosa universidad se encontraba muy cerca del departamento, así que les convenía estar ahí.

Los tres chicos eran muy parecidos, cabello negro, ojos azules y piel pálida, altos y delgados, a excepción de Haydee quien era un poco más rellena, pechos grandes, cintura marcada y cadera pronunciada. Como ella trabajaba en el restaurante casi todo el día, los gemelos permanecían solos en su apartamento desde que llegaban de la escuela y hasta la hora de la cena.

A pesar de ser Jonathan el gemelo mayor, Ángel se ocupaba de cuidarlo y lo hacía muy bien, pues solo a el podía llamarlo el amor de su vida, aunque quería a todos sus hermanos, Jonathan era especial y no iba a permitir que nada malo le pase.

Los primeros días de escuela no fueron nada del otro mundo, tareas, trabajos y los compañeros típicos de cada escuela. Lo único que llamaba su atención era una niña de unos siete años, que cada recreo pasaba persiguiendo a un grupo de niños de su edad.

­-Ella puede ayudarnos a saber como son las cosas aquí-. Dijo Jonathan, siguiéndola con la mirada.

-Se supone que debemos buscar a los niños de allá, no socializar con niñas brabuconas- Replicó Ángel.

-Mírale los ojos, es como nosotros, quizá no de un rango muy alto, pero algo es algo.

-De acuerdo, pero de una vez te aviso que no voy a estar jugando a la niñera-.Refunfuñó y comenzó a caminar detrás de su hermano y la niña.

-Ey tranquila-. Dijo Jonathan deteniéndola -. ¿No te cansas de perseguir a tus amigos todo el día?

-¡Ellos no son mis amigos!-. Reclamó rápidamente.

Los gemelos se miraron-. ¿Cómo te llamas? -. Preguntó Jonathan.

-Jezabell.

-Bueno, Jezabell ¿Por qué quieres asesinarlos?-.

-Ellos me molestan y después corren para que no les pegue-. Respondió la niña tímidamente sin levantar la vista. Ésta niña era alta para su edad, tanto que llegaba casi a la estatura de ellos, el cabello lo traía amarrado en una coleta despeinada y tenía actitud de niño.

-¿Eres buena peleando?- preguntó Ángel.

-No tengo idea, jamás me han dado oportunidad.

-Descubrelo ahora-. Ángel se sentó en un escalón que servía para utilizar de mesa el que estaba arriba, arremangó su suéter y colocó su brazo con el codo en el escalón y la mano lista para recibir la de la pequeña.

Jezabell tragó saliva y algo dudosa se acercó a el, se sentó y tomó su mano. El juego había comenzado, ambos hicieron un poco de fuerza que poco a poco se hizo más intensa, el color blanco en la piel de Ángel se tornó en rojo a medida que pasaban los segundos, las risas de los niños que miraban se empezaron a escuchar y en un segundo el brazo de Ángel cayó al mismo tiempo que el timbre que anunciaba el fin del recreo se escuchó, seguido de los pasos y las conversaciones de otros niños que regresaban a sus salones.

-Gané-. Expresó Jezabell sonriendo y salió corriendo hacia su edificio.

-¿La has dejado ganar?-. Reclamó Jonathan burlón.

-No.- Respondió el gemelo mirando atónito su brazo. -Ganó limpiamente.

-Es de los nuestros, no hay duda.

-Igual debemos estar más atentos en encontrar a las niñas del jefe.

-Hasta podría ser una de ellas.

Olimpo: Una infancia complicadaWhere stories live. Discover now