Motivos personales

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Guillermo se levantó de golpe al escuchar las palabras de su primo y le sonrió ladinamente, como siempre. El príncipe heredero no sabía que tanto podría contenerse antes de propinarle un golpe.

— ¿De qué estás hablando? — preguntó el primo, haciéndose el desentendido

— ¡Tú sabes muy bien! ¿Qué sabes de la costurera y por qué la estas chantajeando? — quiso saber el joven

— ¿Por qué te importa? — se rio el hijo del exiliado— ¿Tienes sentimientos hacia ella acaso?

— ¡Tú sabes que yo no tengo de esos sentimientos! ¡Y aunque los tuviera no podría ni querría intentar nada con ella! ¡es una plebeya y yo estoy enfermo! — le gritó

— ¿¿Entonces?? — cuestionó— ¿Por qué no me dejas divertirme con ella?

— ¡Porque soy el futuro rey y no soporto ese tipo de comportamientos! — le contestó

— ¡Debería de darte igual! ¿Sabes de quien es sobrina esa niña? Nada más y nada menos que de Ester Esquer, la hechicera más sanguinaria y peligrosa de Grimm— dijo

— ¿Quieres que te recuerde de quien eres hijo tú? — exclamó molesto, lo que desató la furia del príncipe Memo

— Bueno tal vez por eso haríamos tan buena pareja— sonrió el joven de oreja a oreja, sabiendo que eso fastidiaría a su primo

— ¿Qué dices? — cuestionó Hugo, sorprendido

— Que pienso casarme con esa joven— sentenció

En ese momento, Hugo se lanzó a golpear a su primo, quien se defendió al instante golpeando al príncipe heredero en su corazón, eso lo inmovilizó completamente, dándole oportunidad a Memo de darle una paliza...

Mientras tanto, en el sótano, Marta estaba acompañando a Ainhoa fuera de su celda, la chica no quería hablar con ella, estaba muy molesta con Hugo y no quería hablar con nadie.

— Ya falta menos para que Hugo venga a liberarte— le sonrió la nana, tratando de mejorar la situación

— ¡No pienso perdonarle esto! — habló por primera vez la joven

— Ainhoa, entiéndelo, es el príncipe y tiene que hacer valer sus normas, sino, no será respetado— trató de explicarle Marta

— Le dije que tenía miedo— dijo y rompió en llanto

La mujer la veía tras los barrotes angustiada, desde que la había conocido se había dado cuenta de su fuerza y determinación y verla así tan frágil le destrozaba el corazón.

— ¿Por qué tardará tanto mi hijo? — se preguntó en vos alta

Ainhoa se limpió las lágrimas con las mangas de su suéter, por suerte había llevado algo abrigador, ahí abajo hacia un frio atroz.

— No vendrá por mí— le dijo ella, entre sollozos

— ¡Claro que vendrá nunca rompe una promesa! — le animó

— No, pero me odia y es malo— dijo ella y volvió a llorar

— No te odia y no es malo — le contestó la nana

— ¡No lo defiendas! Si por el fuera yo moriría aquí, ¿Crees que no me di cuenta que solo buscó una excusa para encerrarme? — lloriqueó

— Si te odiara no te hubiera pedido que vivieras aquí, ¿Qué sentido tendría? — le recordó la mujer

— Marta, ya no finjas, sé que tú fuiste quien le pidió que me invitara a vivir aquí— dijo de mala gana

Azul ReyWhere stories live. Discover now