Capítulo 7

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Un intenso dolor de cabeza me despierta, parece que no he abierto los ojos, pero rápidamente me doy cuenta que está muy oscuro, sea donde sea que esté. Intento levantarme, pero mis brazos y piernas no me responden. No logro coordinar en los primeros minutos, luego de insistir mis músculos se recuperan y puedo levantarme. No sé para que lo hago, de todas formas no veo nada, podría estar en un acantilado y no darme cuenta cual sería el paso que me lleve al vacío. Camino prestando total atención a tener piso debajo de mi pie.

Choco contra una pared, me paralizo al pensar que ya esté en mi destino final, que me hayan trasladado inconsciente. Una de las estrategias era tomar nota de cómo llegaba al lugar, que estructura tenía y al momento de huir que tanto tiempo lograríamos correr sin ser vistos. Estoy aterrada, no solo la oscuridad y no saber en dónde me encuentro, también porque mi misión puede tomar más tiempo del que pueda soportar en un lugar así. Me agacho y abrazo mis rodillas, intento conservar mis fuerzas y contener el dolor adentro. Un suave gemido me sorprende, no estoy sola en este lugar. Recuerdo a Kathy, la golpearon y la metieron en la cajuela del auto. Me impulso hacia adelante gateando, estiro mi mano a tientas para abarcar más espacio, pero no consigo hallarla.

—Kathy —susurro. No contesta, abanico mi mano con desesperación como si pudiera verme —. Kathy ¿puedes escucharme? —me arriesgo a hablar un poco alto pero no hay respuesta.

Giro a la derecha haciendo el mismo movimiento, de pronto siento una textura parecida al cabello de Kathy.

—¡Kathy! —Me acerco más intentando levantar su cabeza, siento un líquido pegajoso al tocarla. ¡Oh Dios, está sangrando! Pierdo la compostura, grito lo más alto posible, Kathy no parece despertar, no sé si sigue con vida. Pongo dos dedos en su cuello tratando de encontrar signos vitales, al principio no los encontraba, hasta que siento un latido lento pero consistente. La sensación de alivio es inmediata, estamos en una situación difícil pero está viva y es lo único que me importa en el momento.

Mis ojos ya han empezado a distinguir algunas cosas en la oscuridad, no quiere decir que me haya convertido en gato ni mucho menos, pero veo la textura del cuerpo de Kathy y su pequeño charco de sangre. Debo detener el sangrado, por lo tanto arranco un trozo de su vestido y lo oprimo contra su cabeza.

Una puerta se abre, la luz daña mis ojos y debo cerrarlos. Unas sombras entran, me toman de los brazos y levantan a Kathy. No me resisto, su agarre se suaviza al notar mi buen comportamiento. Unos minutos después me hacen sentar en un gran mueble blanco, mientras llevan en camilla a mi amiga. Siento un nudo en mi estómago, me encorvo, quisiera estar con ella en este momento, quisiera estar en otro lugar, ¡quisiera ser otra persona!

El mismo hombre misterioso aparece, hace una señal para que lo siga. Me levanto del asiento y me muevo en su misma dirección. Entra a un cuarto enorme con un gran escritorio, al lado derecho tiene un mueble similar al de afuera y en el techo una lámpara hermosa de vidrio. Al lado izquierdo hay una mesa llena de panecillos, abro mis ojos de asombro, mi estómago ruge y me ruborizo por el fuerte sonido que hizo.

—Puedes tomar los que quieras —dice el señor misterioso con su siniestra voz.

Avanzo hacia la mesa, no sé cuántas horas he dormido pero estoy hambrienta. Muerdo el primer panecillo, es el más delicioso que he probado, realmente no he comido muchos panecillos en mi vida, nos conformamos con el pan horneado de mi madre que no tenía un sabor tan alucinante. Olvido por completo que me encuentro en una oficina con el hombre que acaba de sedarme y secuestrarme. Volteo a su encuentro, con el panecillo aún en mi mano; el hombre tiene una mirada divertida, seguramente debido a la gran mesa de comida frente a mí y a mi comportamiento hambriento. Extiende su mano haciendo una venia y se sienta.

Contra-ManchaWhere stories live. Discover now