Capítulo 3

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"Entregar a un manchado revolucionario a la justicia, garantiza un apellido limpio."

Libro de Lealtad Sección 20 Párrafo 20

Al mes siguiente, mamá ya no podía estar de pie por mucho tiempo, tenía un dolor intenso en el estómago y no comía regularmente. El señor Turek estaba angustiado, la medicina que le daban no era suficiente para calmar sus aflicciones. Ya no podía asistir al trabajo, el dinero escaseaba y el humor del señor Turek empeoraba. Me encargaba de toda la casa, mis pequeños hermanos, la escuela, sus tareas, en las noches estaba tan cansada que me dormía incluso antes de llegar a la cama.

Martín jugaba con Miller, mientras los vigilaba de lejos, intentando leer un poco sobre el último ensayo que debo presentar. El señor Turek abre la puerta tambaleándose.

—Marcela —grita

Dejo el libro y corro hacia él, no parece estar de buen humor y por lo visto está totalmente ebrio.

—Pequeña, lo lamento tanto, nunca he sido amable contigo —se disculpa —, has sido una hija increíble, nunca te quejas, incluso no me tratas igual que yo lo hago. —Pone un dedo en mi rostro y me acaricia un poco.

Tiene que estar muy borracho para estar diciendo que soy su hija. Lo llevo al comedor, su aspecto es fatal, no sé qué hacer en estos casos por lo que nunca lo había visto así.

—Señor Turek —empiezo, pero él pone un dedo en mi boca.

—Shhhh, nada de señor Turek, dime papá —dice con una expresión dulce.

—Mmm ok papá, ¿quieres comer algo? —Ingerir algún alimento puede ayudar a que despierte.

—Nooo, lo único que quiero es dormir —hace pucheros como un niño de tres años.

Se levanta de su asiento sin equilibrio, cayendo estrepitosamente en el suelo, luce noqueado y veo algo de sangre en su frente. Volteo su rostro para ver el daño hecho por la caída, su ceja se abrió pero no parece grave, de todos modos no puedo moverlo porque es muy pesado para mí, así que limpio su herida y traigo su almohada para que duerma ahí.

La mañana siguiente, tengo listo un café cargado al momento en que abre los ojos, su reacción al estar en el piso fue suficiente para que mis hermanos y yo riéramos fuerte.

—¿Quieren dejar de hacer ese ruido infernal? —el señor Turek dice cogiéndose la cabeza.

Mal genio: activado.

—Te preparé café —digo lo más bajo que pude.

No dice nada, agarra la taza y empieza a tomarlo muy lentamente. Martín y Miller desaparecen de la escena luego del ataque del señor Turek, seguro no querían recibir más regaños. Quince minutos después, luce menos ebrio pero su aspecto es deplorable.

—¿Qué pasó ayer? ¿Por qué estaba en el piso? —cuestiona.

—Bueno, llegó a la casa muy borracho, lo llevé al comedor pero quería acostarse, se levantó por su cuenta y cayó al piso quedando inconsciente —explico.

Su cara se pone roja de vergüenza.

—Ya sé porque no tomo —declara —, parece que no soporto dos tragos.

—¿Hay malas noticias? —pregunto.

Me mira sospechosamente y quita el contacto visual rápido.

—¿Por qué las habría? —dice duramente.

—Nunca toma —digo —. Además no solo fueron dos tragos —explico.

Contra-ManchaWhere stories live. Discover now