Capítulo 15

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Miré nuevamente el libro entre mis manos.

Habíamos estado más tiempo en nuestros pensamientos y rodeadas de silencio que hablando y contándonos lo que nos sucedió en estos días. Tampoco quería presionarla a hablar, que me contase por la fuerza todo lo que sentía y lo que le pasó cuando no estuve a su lado. Menos quería sacarle a la fuerza qué la tenía preocupada cuando la encontré en el baño: no éramos así la una con la otra. Ella no me presionaba y yo no se lo hacía a ella.

—¿Podremos leer un poco de lo que se viene próximamente? —indagué, mirándola de reojo.

Gin se enderezó, mirando alternativamente de mis ojos a mis manos que sostenían el gran libro.

—Dudo que no se pueda. —alzó sus hombros desinteresada, arrebatándome de las manos el libro.

Pasó muchas hojas hasta dar con lo que acabábamos de hablar. Volvió a mirarme y me lo entregó, esperando que yo lo leyese. La miré con los ojos desorbitados y completamente abiertos, como si estuviese loca. Realmente lo estaba si pensaba que lo haría, no podía pronunciar las palabras que iban a suceder, lo que realmente sucedería luego de leerlo. Sería totalmente descabellado

Carraspeé incómoda, con las mejillas sonrosadas por lo que iba a hacer.

—El padre de ella irrumpió en la habitación, con el cuerpo entero temblando de la impotencia. Las dos amigas se miraron con estupefacción, sin comprender qué le sucedía al padre de una de ellas. Con voz cautelosa pronunció las palabras que ambas muchachas no esperaban escuchar dadas las circunstancias en la que vivían: "Deben alistarse, pronto vendrá una guerra entre ambos bandos: guardianes y cazadores" —miré a Ginger, quien estaba más blanca que las hojas que sostenía en mis manos—. Esto se pondrá muy mal, Gin. No debería haberte hecho caso, esto está mal.

La puerta se abrió, tal como decía el libro. Eddy temblaba, sus ojos llameaban por la furia. Pero no se cumplió lo que decía en el libro, ahora que hicimos algo que no debíamos haber hecho las cosas cambiaban un poco. ¿Entonces sí podía cambiar lo que sucedería?

—¿Qué hacen leyendo el libro, chicas? Está prohibido por el Consejo leer lo que sucederá, al menos por quien eligió el libro. —me lo arrebató con violencia, mirándonos severamente—. No sé a quién se le ocurrió la idea, pero deben alistarse. Busquen lo esencial, esto será muy duro.

Me paré instantáneamente, buscando mi mochila de la escuela. Saqué todas las cosas que tenía guardadas, reemplazándolas por ropa para al menos tres días, el libro y la carta de mamá. Me quité el collar que Shannon me dejó, escondiéndolo entre la ropa; también el expediente de su muerte, anillos y más collares que contenían cosas en su interior, pensaba.

—Vamos Kate —apremió Ginger, tomándome del brazo—. Debemos irnos ya, ellos están por venir.

La miré sobre mi hombro, guardando todo lo que contenía dentro de la mesa de luz: papeles escritos por mi mamá, palabras que fui descifrando, pertenencias por parte de ella y mi móvil, cargador y auriculares.

Me dejé arrastrar por mi amiga, bajando con ligereza las escaleras de casa. ¿Qué sucedería de ahora en más? ¿Estaba mal si me fijaba un poco en el libro e intentaba evitar bastantes cosas? Así evitábamos muchas muertes de personas que no lo merecían, nos ahorrábamos escándalos y los guardianes salíamos victoriosos.

Una vez abajo nos encontramos con tres hombres, dos de la edad de mi padre y el otro un poco más grande que mi amiga y yo.

—Katherine, Ginger —nos llamó mi padre—, ellos son compañeros del trabajo: Greg, Beer y Evan.

Miré fijamente al más joven: Evan. Con que él era el famoso Evan, el muchacho que ayudaría a mi padre a encontrar los libros de mi madre y alejarme de todo lo que ahora me daba cuenta que me rodeaba. La guerra que se fue formando alrededor de mi vida, sin que yo me diese cuenta gracias a cómo mi padre me cuidó dentro de una cajita de cristal.

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