Adiós

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Elizabeth cuenta.

Abrí mis ojos y pude comprobar que todo lo que paso anoche fue real, estaba en su habitación echada de costado, con su olor impregnado en mi piel, y con cada pequeño momento grabado en mi cabeza. Lo que paso anoche fue realmente increíble, pero ahora mismo me arrepentía.

Mi vista fue hacia la ventana que tenía las cortinas abiertas, seguía siendo de noche tal vez las dos o tres de la madrugada. Trate de moverme pero los brazos de Andrew me tenían rodeada, sentía su respiración en mi espalda y como nuestras piernas estaban entrelazadas, quite uno de sus brazos, desenrede mis piernas y pude salir de su agarre, jale la sabana para cubrirme con ella, dejando a Andrew con el edredón.

Me levante, recogí mi ropa esparcida por el dormitorio, y salí de ahí. -Menos mal que Andrew tenía un sueño pesado- Me escabullí hasta mi habitación cerré la puerta intentando no hacer ruido. Sin poder contenerme más, caí de rodillas al suelo y la primera de muchas lágrimas comenzaron a salir. Puse una mano en mi boca para no emitir ningún sollozo. Mis lágrimas empapaban mis manos, con la otra intentaba secarlas y en lo único que podía pensar ahora era que tenía que desaparecer de su vida, tenía que irme de aquí.

Me levante algo temblorosa, me coloque mi pijama de Bob esponja que llevaba la noche anterior, me fui al baño para lavar mi rostro, me mire al espejo y ya tenía los ojos rojos con algunas ojeras debajo de ellos, mi cabello estaba completamente enredado, por lo que solo una coleta me serviría.

Saque mi maleta del armario, empaque toda mi ropa sin importar si estaba bien doblada o no. Agarre mi bolso y lo llene de los documentos que necesitaría.

Pero no quería desaparecer de tal manera, por lo que quise escribir una carta pero las malditas lágrimas mojaban el papel y escurrían la tinta, por lo que solo pude escribir:

“Lo lamento, me enamore. Atte: Elizabeth C.”

Salí de mi habitación, deje mis cosas apoyadas contra la puerta y volví a entrar al cuarto de Andrew, colóquela nota debajo su celular y las llaves al lado del mismo. Lo mire por última vez, se veía tan tranquilo y relajado. Involuntariamente pase mis dedos por su cabello, luego por su mejilla, luego por sus labios y me agache para besarlo por última vez.

Baje al lobby, donde el portero me consiguió un taxi, no sabía dónde ir, la única persona que me ayudaría en este momento seria Mark. Le indique la dirección al conductor y en menos de diez minutos me encontraba en frente de la casa de Mark.

Toque el timbre, repetidas veces, escuchaba su voz quejándose.

-¡Ya voy! ¿Quién esta tan loco como para tocar así el timbre a las dos y treinta de la madrugada? -Acto siguiente el abrió, la puerta, baje la mirada para que no vea mi rostro.-Misterio resuelto, tu eres la única loca que hace eso.

Sujeto mi mentón con una mano y levanto mi rostro, obligándome a  mirarlo, se veía tenso, preocupado e incluso puedo decir que asustado. Me jalo contra su pecho y me abrazo, las lágrimas seguían cayendo pero esta vez no me contuve y llore tanto como jamás lo había hecho, peor que cuando me caí de mi bicicleta cuando aprendí a manejar, peor que la vez que me corte accidentalmente con un cuchillo, peor que aquel terrible día…

Mark siguió abrazándome mientras entrabamos a su casa, me ayudo a sentarme en el sofá, el me trajo una taza de té caliente, y se sentó a mi lado.

-¿Qué paso? -Pregunto Mark tranquilamente, mientras acariciaba mi cabeza.

-Tengo que irme, pero no sé a dónde.

-¿De que estas hablando? ¿Andrew te hizo algo? ¿Qué demonios está pasando? -Típico de Mark, te bombardea con preguntas.

-El no hizo nada, yo soy la culpable, no debería haberme acostado con él, no debería haberlo besado….no debería haberlo conocido. -Los ojos de Mark se abrieron ante todo lo que dije.

-¿Cuál es tu plan?

-Olvidarme de él. Y mejor si él también me olvida a mí.

-Y para eso necesitas irte de acá.

Asentí con mi cabeza mientras tomaba un sorbo de té. Mark dio un gran suspiro, luego me miro a mis ojos.

-Me molesta no saber por qué, pero si realmente quieres eso, lo único que puedo hacer es ayudarte. -Tomo una bocanada de aire y prosiguió.-Tengo un departamento en San Francisco, puedes ir ahí si quieres. Yo tengo que solucionar unos problemas y tal vez en una semana…

-¿Puedo irme hoy? -Interrumpí a Mark

-Si quieres, pero los primeros vuelos recién son a las ocho. Hasta que sea hora ve a darte un baño caliente, cámbiate de ropa, desayunamos y nos vamos ¿te parece?

-Sí.

Mark se levantó del sofá y antes de que se fuera, jale su suéter, se detuvo,  se dio la vuelta hacia mí.

-Gracias.

El me dio una pequeña sonrisa, me indico donde es el baño y se fue a la cocina. Cuando termine, revise mis documentos para percatarme que tenía todo. Menos mal que así era.

Entre a la cocina, y para mi sorpresa había tostadas una taza de café y otras masitas que no sé qué se llaman, pero eran ricas. Mark se apareció ya cambiado y con las llaves de su auto.

-¿Vamos?

-Vamos.

En unos veinte minutos llegamos al aeropuerto, Mark me dejo sentada en un asiento mientras el iba en busca de un pasaje. Lo podía ver desde donde me encontraba, él hablaba con la muchacha de la aerolínea, en su rostro muecas de sorpresa aparecieron, luego volvió hacia mí.

-Los primeros vuelos son a las ocho, pero hay un vuelo a las seis treinta. La señorita me conto que es un vuelo retrasado, supuestamente salían ayer, pero había una tormenta e iba a ser muy peligroso. Lo extraño es que me conto que un avión de Estados unido, pero no sabe de qué estado, llego con solo cuatro pasajeros, dos hombres y dos mujeres. Dijo que hay rumores de que uno de esos pasajeros pago por todos los asientos del avión, más un bono extra al piloto solo para que lo trajeran de vuelta a Candada.

-¿A qué hora llegaron?

-Creo que a las diez  o diez treinta de anoche. Que loco ¿no?
¿Será posible que Andrew haya estado ahí y él sea uno de ese grupo de locos? Andrew estaba loco, pero no tanto como para arriesgar su vida ¿O sí?

 -Entonces ¿A qué hora me voy? -Pregunte pero los pensamientos sobre que Andrew haya estado en ese avión no desaparecían.

-En el vuelo de las seis treinta, aquí está tu ticket. -Agarre el ticket y vi que era uno de primera clase.

-Mark yo no puedo pagar esto.

-Es el último asiento, considéralo como regalo de cumpleaños. Y deberías empezar a irte, ya son las seis.

Agarre mi maleta y mi bolso, y antes de entrar a la puerta para abordar el avión, abrase a Mark, y él me abrazo de vuelta.

-Estaré contigo en una semana, y por cierto ¿Estas llevando todas tus cosas? No puedo creer que entren en esa maleta.

-Si esta todo. Y gracias de nuevo.

-Solo promete que me contaras por qué haces todo esto.

-Lo prometo.

Y con esas últimas palabras subí al avión.

Debería estar feliz, estaría en un asiento de primera clase, e iré a San Francisco, uno de mis lugares favoritos en el mundo.

El avión comenzó a despegar, intente dormirme durante el vuelo, pero en lo único que podía pensar era en que Andrew encuentre a una mujer que realmente lo haga feliz y que lo ame y también pensaba en como lo olvidaría ¿Lo lograre?

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Espero que el capitulo te guste (aun que sea algo triste) ._.

gracias por leer!! 

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Déjame olvidarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora