Capítulo 3: Cómo hablarle a tu amor platónico

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No podría creérselo.

-Esto es absolutamente increíble.

Miró a Jayce, que asentía.

-No tanto como las galletas con chocolate caliente, pero no está mal.

Aeryn rio.

-¿Entramos?

-No hace falta, los habitantes del Bosque vendrán en seguida para...

Un clamor de batalla inundó súbitamente el ambiente, en forma de eco lejano. Aeryn se estremeció: ¿quién sería el pobre joven al que hoy matarían las Amazonas?

Volvió a sentarse en la hierba, abrazando sus rodillas para calentarse.

-¿Tienes frío? -preguntó Jayce, que ya se despojaba de su chaqueta azul.

-Estoy bien, sólo algo cansada.

El muchacho puso los ojos en blanco.

-¿Lo dices en serio? Has dormido como seis horas allí en la Laguna.

-Sí, pero...

Aeryn abrió la boca. Iluminado por el tenue resplandor de las estrellas, un rostro salió de entre los árboles del Bosque. Era un rostro joven, de piel bronceada en comparación con la suave palidez de Jayce, pelo rizado y negro cuyos mechones caían desordenados sobre un rostro de pómulos angulosos y definidos y una sonrisa pícara. Aeryn no pudo ver el color de los ojos del joven a causa de la oscuridad de la noche, pero no lo necesitaba: lo sabía perfectamente; eran azules, azules como el mar de una playa tropical.

-¡Eh, Ronnie! -exclamó Jayce, y el muchacho echó a correr hacia donde ellos estaban.

-¡Jayce! ¿Dónde...? -dijo, entre jadeos, cuando les alcanzó.

-Decidí pasar el día fuera y... -empezó Jayce, pero Ronnie ya no le escuchaba: miraba a Aeryn con los ojos como platos.

La muchacha enrojeció violentamente: el chico del que estaba enamorada estaba allí, de pie, observándola. Se levantó de golpe.

-Soy Aeryn -dijo, recogiéndose un mechón de pelo tras la oreja y tendiéndole la mano.

Ronnie miró su mano con horror.

-¿De dónde ha salido ésta, Jayce?

Aeryn abrió los ojos como platos. ¿La había llamado "ésta"?

-Para tu información -empezó ella, señalándole con el dedo en actitud acusadora- me llamo Aeryn, no "ésta". Encontré a Jayson en la Laguna, cuando venía a pescar algo. Vengo de la Aldea de las Amazonas porque no estoy de acuerdo con el trato que le dan al sexo masculino, aunque contigo estoy pensando en hacer una excepción.

Respiró hondo, sorprendida por la cantidad de palabras que había dicho de golpe.

Jayce soltó una carcajada.

-Ya ves, Ron, no es alguien a quien convenga molestar.

Ronnie frunció el entrecejo.

-¿Has dejado que descubra el Bosque?

Seguía mirando a Aeryn con desconfianza, lo que hizo que ella volviera a enrojecer, esta vez de rabia.

-Es buena gente -volvió a decir Jayce-. No nos traicionará. Te lo aseguro.

-No hables tan rápido, Jay -dijo Aeryn, entrecerrando los ojos en dirección a Ronnie.

-¿Jay? -se rió él-. Menudo genio. Bueno, me caes bien.

Rodeó a Aeryn con el brazo, haciendo que ella frunciera el entrecejo.

-Eres guapa, ¿sabes?

Aeryn miró a Ronnie. ¿A qué venía ese repentino cambio de actitud?

El Bosque de la Noche EternaWhere stories live. Discover now