Prólogo

1.3K 41 12
                                    

Era de noche. A lo lejos se podía vislumbrar el resplandor de las hogueras y oír el agudo clamor de la multitud. Si respirabas, se olía el aire de batalla.
Una silueta caminaba con paso ligero a través de una colina, confiando en que la oscuridad lo ocultase. Sabía que alguien aguardaba su llegada en la cima. «Tal vez no sea mentira», pensó. «Tal vez pueda salir de aquí».
Y es que desde que se enteró de que no existía, ya no era el mismo.

Tal y como él esperaba, una figura encapuchada se encontraba sentada sobre la nieve, como si el punzante frío no le afectase. Y tal vez fuera cierto, ya que, como la sombra sabía, sólo una parte de su alma lo acompañaba esa noche.
—¿Estás seguro? —preguntó la figura encapuchada sin levantar la cabeza, con un susurro apenas audible.
La sombra maldijo en silencio por provocar tanto ruido al pisar la nieve y hacerla crujir.
—Claro —respondió.
—Será el caos —advirtió la figura—. La historia cambiará y podría traer consecuencias catastróficas.
—No me importa —aseguró la oscura silueta, estremeciéndose al notar el frío entrando en sus poros—. Regresaré pronto. Sólo quiero ver el mundo real... Además, no soy tan importante —masculló después.
El encapuchado soltó una carcajada grave y profunda, haciendo que la sombra se estremeciera de nuevo.
—Eres más importante de lo que crees.
—Sí, claro.
—Hazme caso. Yo te creé, igual que creé tu mundo.
«Hay que ser cruel para crear un mundo tan horrible».
La sombra se encogió de hombros, resignado. Lo habían creado, pero no existía. ¿Era eso posible? «¿Cómo seré en el otro mundo?», se preguntó. «¿Etéreo, como un fantasma?»
—Adelante —dijo, animando al encapuchado.
Éste asintió, mientras se ponía en pie y extendía los brazos hacia la silueta.
—Y recuerda, hago esto porque me importas.
—No —le espetó la sombra—. Haces esto porque lo vi la otra noche. Porque lo leí.
El encapuchado dijo unas últimas palabras antes de pronunciar su conjuro:
—Pero que conste que me importas.
Mientras la sombra dejaba de ser sombra por la luz cegadora que lo envolvía, y se vislumbraba un mechón de cabello rubio, un pensamiento le carcomió por dentro: «¿Cómo te puede importar alguien que no existe?».

El Bosque de la Noche EternaWhere stories live. Discover now