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Capítulo 14: Problemas que Dylan Carter tiene que resolver

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—¿Dylan? —presionó él, su voz teñida en preocupación

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—¿Dylan? —presionó él, su voz teñida en preocupación.

Tuve que tomarme un segundo para calmar mis sollozos y recobrar la compostura. Me limpié las lágrimas con rabia, sintiéndome frustrada por estar dejando que otro de los espectáculos típicos de mamá me pusiera tan sensible.

«Dylan Sensible, te estoy odiando como no tienes una puta idea».

—Dylan, estoy impacientándome, ¿qué ocurre?, ¿pasó algo?, ¿por qué lloras? —me interrogó—. Joder, respóndeme.

—Lo siento, estoy bien —lo tranquilicé, escuchándome convincente—, es solo que estaba aburrida y se me ocurrió llamarte para saber cómo estabas.

—¿Y simplemente te echaste a llorar porque mi voz es tan irresistible que no pudiste manejarlo? —dijo él sarcásticamente—. ¿Qué está ocurriendo, Dylan?

Tragué saliva con fuerza. Ni yo sabía muy bien lo que pasaba conmigo. O bueno, sí sabía, pero odiaba que me afectara. Estaba llorando por muchas razones a la vez y haber escuchado la voz de mi hermano fue la gota que provocó el colapso.

—Pues, estoy en tu habitación —le dije, tratando de desviar el tema, dándola otra repasada a todo lo que había dejado atrás.

—¿Por qué estás en mi habitación? —preguntó confundido—. Estoy perdiendo la cabeza aquí, ayúdame un poco y dime de una vez lo que ocurre. ¿Se trata de West? ¿Discutieron? ¿Te hizo algo? ¿Se tiró a otra? ¿Quieres que vaya por él y lo deje sin tener sexo por el resto de su vida? Porque con gusto lo haría, ahora mismo si quieres.

Mi risa sonó más como un asqueroso jalón de mocos debido al reciente lloriqueo. «Qué lindo, Carter».

—West y yo estamos bien —le aseguré, dejando escapar una pequeña sonrisa—, hoy ha sido un día loco e intenso, y por supuesto, mamá lo ha terminado de joder, bastante épicamente, debo añadir.

—¿Esto es por mamá? ¿Qué cosa te hizo para que te encerraras en mi habitación a llorar? ¿Te cocinó algo que te dio una intoxicación alimentaria? —Los dos reímos ante su chiste—. Espera, ¿estás llenando de mocos mis sábanas?

Solté una carcajada por falta de seriedad, la cual apreciaba, ya que estaba ayudando a olvidar la escena de hacía unos minutos. Me permití fantasear con lo que probablemente había desatado entre mamá y Johnny Bravo. Ella, diciéndole más mentiras para excusar mi comportamiento. Él, apretando su mandíbula escandinava y peinándose su tieso cabello rubio, nervioso e impaciente de abandonar la casa de una mentirosa y su hija loca que le escupió pollo en la cara.

—¿Por qué tuviste que irte precisamente cuando nuestra madre al parecer está pasando por la menopausia? De por sí es una persona difícil de manejar, imagínate cómo se ha estado comportando ahora —le dije, sin indicios de humor esta vez.

Él resopló, pero me dejó continuar.

—No lo sé, pienso que cree que porque ahora estás en Nueva York, podrá convertirme finalmente en lo que ella siempre ha querido que sea, que voy a estar tan vulnerable que iré corriendo a ella a hacer esa idiotez de madre e hija. —Hice una pausa para reprimir el nudo en la garganta—. Ha estado comportándose demasiado extraño, y esta noche... esta noche ha cruzado la línea. Chase, debiste escuchar las mentiras que salían de su boca: «Dylan es buena alumna. Dylan le encantaría usar vestidos. Dylan usualmente tiene excelentes modales». ¡Pretendía que le siguiera la corriente con eso!

The Senior Year (Secuela de She is one of the boys) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora