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El CHASE YC-122 impactó en un suelo de cristal negro que no se quebró al momento del choque. Las alas y los alerones del avión quedaron hechos pedazos en cuanto se tocó suelo, y la estructura no resistió la magnitud del golpe, por lo que todos los ventanales estallaron, y el motor de la bomba se salió del vehículo, quedándose compactada por el suelo del mismo, y la ayuda de los tres Salvadores que la custodiaban.

James rodó por lo que quedaba del fuselaje, y cerró los ojos con fuerza para no sentir el dolor del golpe. En cuanto cesó, los abrió y comenzó a buscar a los demás con un poco de desesperación.

El CHASE YC-122 era pérdida total. La magnitud del golpe de impacto destruyó por completo la estructura, y el hecho de que Pandora rompiera el timón de mando en la parte trasera ayudó bastante para que el resto de su cuerpo metálico decayera con el golpe. Los asientos estaban alrededor de los restos del avión, y la cabina de control se había separado del resto del mismo. Liam y Selina se estaban levantando con ayuda de Dylan, y del otro lado, Max y Luna ayudaban a Chase a recoger todas las herramientas, junto con Cooper.

—¡Dianne! —fue a la última persona que vio, y no le importó que estuvieran en el interior de la Pirámide Invertida, o que Ben pudiera salir desde alguno de sus ángulos escondidos, James se levantó y corrió hacia ella.

La chica estaba entre dos asientos, y se le veía bien, sin heridas o contusiones por el repentino choque.

—¿Estás bien? —preguntó James en cuanto llegó a su lado para verificar que Dianne no estuviera lastimada.

—Me encuentro bien —dijo ella.

—¡FUE EL MEJOR ATERRIZAJE DEL MUNDO! —exclamó Max.

Su voz resonó como un eco eterno, golpeando en todos los lados a donde se dirigiera el sonido.

—No soy muy experto en estas cosas —dijo Cooper—, pero me da mucho miedo donde estamos.

—La pregunta es... ¿dónde estamos? —preguntó Luna.

James no le había dirigido la atención necesaria a su alrededor.

El lugar donde aterrizaron en una sala muy amplia, con el suelo de cristal negro, y paredes del mismo material, y mismas propiedades, que crecían hacia las alturas donde el sonido y la luz desaparecían por completo. La única fuente de luz que había entraba por algunos orificios de forma triangular que había en las paredes. Se veía como un mausoleo un tanto tenebroso y tétrico.

—¡Bravo!

Había un muchacho del otro lado de la gran habitación, que caminaba hacia ellos. En cuanto salió a la luz de uno de los tragaluces triangulares, los Pasajeros pudieron ver de quién se trataba.

—Me conmueven, me encantan —les aplaudió Ben a unos metros de distancia, sonriéndoles de un modo diabólico—. ¿Cómo es que lo hacen? ¿Cómo es que... siempre tienen que echar a perder todo?

James no dudó ni un solo segundo. Se quitó la mochila de la espalda, sacó una de las pistolas con las que Chase había estado experimentando, y apuntó directamente a Ben.

—¡Ni un paso más!

El muchacho se detuvo de golpe.

No habían tenido la oportunidad de verse frente a frente desde que James había muerto, en la Isla. El único par de ocasiones fueron en el mundo real. En uno de los edificios de Times Square, pero James fue obligado a saltar por los ventanales por Allori, y un pequeño enfrentamiento que tuvieron en San Francisco.

La diferencia era que en ese momento no habría salida. Uno tenía que morir. Era el final del viaje.

—Me da risa —musitó Dylan— el hecho de que te atrevas a hablarnos así. Cuando estás tu solo.

Paralelo [Pasajeros #4]Where stories live. Discover now