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Patrick no tenía ni la más mínima idea de qué era lo que estaba haciendo. Ya no sabía cómo sentirse. En aquellos momentos, después de pasar dos días en suelo americano y reclutar a más de cien hombres que ahora obedecerían cualquier cosa que él les mandara, ya nada tenía mucha importancia. Estaba haciendo todo como Ben se lo decía. Pero un pequeño relámpago de duda había despertado en su interior.

—Porque la Pirámide sigue teniendo el control de la Isla. Y se lo voy a arrebatar —dijo Ben, antes de comenzar a caminar hacia el centro de la Isla Opuesta.

Patrick lo siguió de buena gana después de aquél comentario. Ben rasgó el aire, tal como si Pandora, o Aurora, lo hubiera hecho, y un as de luz radiante alumbró el valle. Un portal se había abierto. ¿A donde llevaría?

los dos aparecieron en las orillas de un lago de aguas grises, que al irse adentrando más en sus profundidades, se tornaban azules.

—La Isla está allá —indicó Ben.

—¿Vamos a ir en este momento?

—No arriesgaré todo de un segundo a otro —terció Ben—. La Isla Opuesta no puede controlar al Triángulo por completo; al menos no hasta que el líder haya muerto, y le quite el control a la Pirámide.

—Sólo podrás lograr eso en cuanto ambas pirámides se conecten —le indicó Patrick, observando con atención a sus alrededores—. Pero... ¿qué pasaría si...?

—Las habilidades que poseo no funcionarían —dijo Ben—. La Isla ha entrado en una especie de cuarentena. Perdería todo. Al menos, hasta que la manipulemos.

—Por eso necesitas abrirte paso —indicó Patrick, asintiendo con la cabeza—. Reuniendo hombres para que podamos abrirte paso.

—Así es.

—Hay que movernos entonces a suelo americano —dijo Patrick, tallando sus manos entre sí—. No tengo cobertura en este momento. Las Tinieblas cortan cualquier tipo de comunicación.

Ben sonrió mientras le daba una palmada a su aliado. Así sería entonces.

Después de ello, ambos llegaron a tierra firme. Patrick tomó un camino diferente que Ben. A decir verdad, no supo a dónde fue, o qué intenciones tenía, pero por su cuenta, Patrick se comunicó con viejos contactos que disponía desde hacía ya bastante tiempo. Uno de ellos había sido un infiltrado de la MI6. Un hombre de apellido Johnson. ¿Les estaba ayudando?

Ben le dejó un plan importante. Le pidió, de la manera más atenta, que siguiera los pasos de Dylan dentro del caos que se armaría en Times Square. Eso lo mandaría directamente a la dimensión oscura, destruida, olvidada a la que pertenecía Owen. Así jamás volvería. Al menos no en los parámetros del muchacho. No había una salida viable.

Ben le había prometido a Johnson que no le haría daño si cumplía con sus órdenes. Pero justo en ese momento, mientras esperaba confirmación de todos sus contactos, llegó la primer pizca de duda. Si se suponía que nadie podía salir de aquella dimensión, ¿cómo lo haría Johnson? ¿O cómo lo haría Ben? ¿Cómo lo sacaría de ahí? ¿Acaso... Ben sólo lo había utilizado en una red de mentiras para así conseguir lo que quería? ¿Y si estaba haciendo lo mismo con él?

—Estamos listos.

Twigg estaba presente, el mercenario que contaba con toda la confianza de Patrick. Se encontraban en un pequeño aeropuerto, clandestino, en medio de un pequeño valle abandonado. El avión estaba encendiendo sus motores, y algunas docenas de hombres y mujeres, con mochilas y valijas, entraban a su interior. Eran todos los hombres que Patrick había conseguido en doce horas.

Paralelo [Pasajeros #4]Onde as histórias ganham vida. Descobre agora