Capítulo 11: Regresar

1.3K 188 13
                                    

La Casa del Infierno no ha cambiado nada desde que me fui. El aspecto de casa desgastada y pequeña funciona muy bien para despistar a los curiosos, pero solo unos pocos sabemos lo que se esconde dentro. Fueron pocos días fuera, pero los sentí como una eternidad. No añoro los recuerdos que tengo de la Casa, pero tampoco trato de oscurecerlos; es solo otra prisión en la que estuve.

Nos detenemos al menos a unos cincuenta metros de la Casa. A pesar de que ya deberíamos de estar afuera buscando la manera de entrar, ninguno parece querer salir del auto. Carter observa el arma en sus manos con detenimiento, pensativo.

—¿De acuerdo al plan?

—Si así lo desea la señorita suicida —responde Qito.

—Puedo hacerlo, estoy protegida —digo con firmeza.

—De un demonio —añade Carter.

—Por un trato. Saldremos de esta.

—¿Y cómo estás tan segura que el traidor quiere ser rescatado? —inquiere Qito.

—Lo está. A nadie le gusta estar encarcelador

—Aquel que piense que lo merece lo acepta con gusto —le continúa Carter, para mi martirio.

—No lo conocen.

—¿Y tú sí? ¿No es depresivo o algo así?

—No, Carter. —Rechino los dientes.

El rubio ni se inmuta. Antes de que salga del auto, me detiene con un gritillo.

—Ten cuidado con las bestias, ahora eres alguien normal, así que te verán como carnada.

—Me acabas de poner más nerviosa.

—Deberías de estarlo. Tu mayor preocupación deben ser las personas, tienes que actuar con naturaleza y no ser impulsiva; sería mejor si sigues a tu bestia esa.

—Ese era mi plan, Carter.

—Entonces solo me queda darte esto. — El muchacho me ofrece un objeto negro y tan pequeño que parece una pulga.

—¿Qué es esto?

—Un micrófono, te diremos qué hacer cuando estés allá, y, si algo sale mal, nos hablas por aquí. Pero ten cuidado con que te vean.

—Gracias, Carter. No sabía que mi plan era hacer que me descubrieran —digo sarcásticamente.

—La verdad es que no confío que vayas a lograrlo -suelta sin más, con una sonrisa de lado.

—Cassie, solo ve y haz tu trabajo. Nosotros estaremos patrullando la zona -interviene Qito, con un tono que denota fastidio- ¿Sabes qué decir una vez que estés allá?

—Ajá.

—¿Y qué le dirás a Vin estando alla? Tienes que estar preparada para todo.

—Lo estoy, no tienes que repetirlo.

—Yo solo digo que si pasada una hora Vin no ha salido de su prisión, nos vamos sin él —espeta Carter.

—Entonces se irán sin mí.

—Ah, muy bien. Adiós —se despide Carter, con una sonrisa en el rostro. Qito solo ríe y procede a poner seguro a todas las puertas para arrancar de inmediato.

Observo como el auto se aleja en el camino, pensando en su tan emotiva despedida, cuando una figura me sorprende detrás de mí. Grito del susto, muy horrorizada para ver en un principio de qué se trata. Es la Criatura, en su forma sombra humanoide. Su cuerpo tan fuerte y transparente a la vez, como si pudiera tocarlo pero se desvanecería en las manos. También resulta sorprendente el hecho de que mide casi dos metros de altura y que ni siquiera tiene rostro.

No sé qué debería de hacer ¿Hablarle? ¿Pasar de largo y esperar a que haga su trabajo?

—Eh... ¿Cuál es el plan? —Me siento tan estúpida hablándole a una sombra.

No me contesta. Bueno, era lo esperado.

Supongo que lo único que queda es atenerme al plan de Carter y esperar a que salga.

En cuanto empiezo el camino para acercarme a la Casa, la sombra desaparece, solo así. Paso el resto del camino pensando en si desapareció para hacer su estrategia o si solo ya se fue de aquí. Estoy perdida si me deja.

Cuando estoy a cinco metros del lugar, unas figuras aparecen de los lados, hombres normales con ropas sencillas, nada que llame la atención; pero veo sus armas escondidas, por debajo de sus ropas aparentemente civiles. No entiendo por qué tienen que fingir si están en su territorio.

Se acercan a mí pero sin mirarme, su vista está puesta en el frente y parecen estar buscando algo sin encontrarlo. Es donde caigo en la cuenta que la bestia está ocultándome.

Uno de los hombres mira en mi dirección, entrecierra los ojos para observar mejor y por un momento siento que realmente me vio, pero casi de inmediato me pierde de vista. Es como si fuera un hechizo de niebla. Saben que hay algo pero no están seguros de qué.

Camino hacia la puerta y espero a que alguien entre para colarme rápidamente. Por fin estoy dentro de la casa desgastada. Luce exactamente igual que hace unos días, excepto que veo a más personas pasar por el lugar, específicamente guardianes armados. Supongo que estarán tan preparados por la liberación de Sademira.

Trato de recordar bien la entrada, estoy segura que fue por un sótano, pero no recuerdo con claridad dónde está ese sótano. Y está claro que no puedo preguntar.

Noto que mucha gente sale de un pasillo, así que seguramente ahí es la entrada. Me aproximo, procurando no chocar con nadie, quien sabe si la sombra que me esconde es solo de vista.

Las escaleras que me llevan al sótano las veo más largas y estrechas de cuando las vi por primera vez. Demasiado estrechas. Procuro bajar con delicadeza para evitar resbalar, pero entre bajar cincuenta escalones e intentar no tocar a nadie en el intento resulta demasiado complicado. Termino tocando levemente el brazo de una guardiana, quien salta de un susto.

—Algo me tocó —dice a su compañero.

—Seguramente alguien que pasó —contesta el hombre.

—En serio, sentí algo.

Antes de que empiecen a reparar en mí salto los últimos escalones y corro hasta la puerta de hierro, la entrada oficial a la Casa.

Verla de nuevo como la primera vez no despierta más sentimientos en mí que tensión, me siento atrapada de nuevo. Otra prisión. Resulta extraño entrar de esta manera, tan oculta e invisible. Como toda una extraña, justo lo que soy.

Decido permanecer un rato a un lado de la puerta, ya que hay demasiado movimiento en la entrada como para moverme. Nunca había visto tanta gente pasando por estos pasillos, excepto por el día del ritual de Sademira. ¿Es que estarán preparando algo importante?

No es como si me interesara, lo único que quiero es ir por Vin y largarme de aquí. Lo último que quiero es involucrarme más con esta gente.

—¿Cassandra Valverde? —Me petrifico en mi lugar. No es posible que me estén hablando a mí. Es imposible.

Volteo a ver de quien se trata, es un chico regordete, de cabello oscuro y unos ojos enormes que parecen observar todo con deleite. Y me está observando.

—Oh...

—No puedes estar aquí —dice, acercándose con preocupación.

No puedo creer que lo que sea que me estaba cubriendo ya no está. ¡Tenía un maldito trato!

—Yo no...

—Vámonos —dice el chico y de inmediato me cubre con su chaqueta oscura, tan enorme que me esconde completamente.

—Necesito buscar a alguien.

—Lo que necesitas es irte inmediata mente. Si alguien más te ve te fusilan sin pensarlo dos veces. Ahora no digas nada y procura ir a mi paso.


Guardián de las Sombras (Herederos del Infierno #2)Where stories live. Discover now