Cap.21

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– ¿Qué planes tenéis para hoy? – preguntó Harold recogiendo los platos del desayuno.

– Harry me dijo anoche que quería ir a ver a Gemma. A demás, yo debería estudiar un poco esta tarde, mañana tengo dos exámenes – le contesté. Para no ser descortés, también me levanté y lo ayudé a limpiar –. Ah, y hablando de las clases, ¿Harry seguirá yendo al instituto?

– Sí, volverá, pero aún tengo que hablar de algunas cosas con la directora, así que será más o menos en unas semanas. Mientras tanto vendrá un profesor a casa a darle las clases.

– ¿Y si no quiero ir al instituto?

Los dos nos giramos y vimos a Harry entrando a la cocina aún en pijama y con el pelo revuelto.

– No me miréis con esas caras, lo estoy diciendo muy en serio – dijo con su voz ronca de recién despertado.

– ¿Por qué no quieres volver? – preguntó Harold lavándose las manos en el fregadero.

– Por que no – contestó seco.

– Tiene que haber un motivo, Harry.

– Pues no, no lo hay. Aquí en casa tendré todo lo que necesito si me encuentro mal, no veo mejor sitio que éste para seguir estudiando.

Lo miré entrecerrando los ojos. Estaba mintiendo, lo sabía perfectamente porque no me miraba a los ojos. Quizá pudiera engañar a Harold, pero a mí no.

– Bueno, esto lo tendremos que hablar otro día con más detenimiento – sentenció Harold poniéndole fin a la conversación. Él caminó hasta la puerta y se volvió –. Iré a trabajar un rato en mi estudio. Avisadme si vais a ir a algún lado, quizá pueda ir Dann –el chófer– con vosotros.

                                                    *      *      *

– ¿Estás cómodo? – le pregunté a Harry en cuanto entré por la habitación y lo vi tumbado en la camilla sin emitir ni un solo sonido pero sonriendo ampliamente.

– Sí, demasiado – giró la cabeza en medio de un suspiro y puso sus ojos en mí –. Pero mucho me temo que mi enfermera nueva y sin experiencia va experimentar hoy conmigo y me va a quitar esta sensación tan buena – bromeó echándome un guiño.

Abrí la boca con sorpresa, pero a continuación no pude evitar que se me escaparan unas carcajadas.

– Oh. Pues para que lo sepas, no soy tan inexperta en esto como crees – me hice la ofendida –. Ya verás que cuando terminemos te quedarás con ganas de más.

– A ver si es verdad – me retó con diversión.

Tras echarle una última mirada desafiante, me di la vuelta y me dirigí al armario que había en una esquina para coger una toalla pequeña y un papel que me serviría de gran ayuda. Volví hasta su lado y dejé todas las cosas encima de una mesita situada detrás de su cabeza.

– ¿Para qué es ese papel? – preguntó curioso estirando la cabeza de forma exagerada.

– ¡No hagas movimientos bruscos! – exclamé algo más alto de lo normal.

Él se desplomó de nuevo en la camilla y juntó sus manos encima de su vientre mostrándose arrepentido.

– Perdón, no me vuelvo a mover, lo prometo.

Asentí brevemente reprochándole su comportamiento.

Remangué las mangas de mi camiseta para que no me molestaran y recogí mi pelo con una fina goma dejando algunos mechones sueltos. Él me miraba con mucha atención.

Vuelo 1227Where stories live. Discover now