Cap.10

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Narra Harry:

El peso de un cuerpo sobre el mío me hizo revolverme perezosamente en mi sitio, dando por fallido el intento que tuve de estirar mis brazos. Abrí los ojos y parpadeé varias veces. Separé mi cabeza de la almohada y miré hacia abajo, encontrándome con la cara aniñada de _____ descansando sobre mi pecho.

Tenía gracia. Había sido yo el que me había quedado dormido abrazado a ella en aquella postura, y ahora amanecíamos ambos con las posiciones cambiadas.

Sentía mis brazos aprisionados por los suyos, así que para no despertarla todavía, la aparté de mí con sumo cuidado y dejé que siguiera durmiendo a mi lado. Recorrí con la vista toda la habitación, deteniéndome más tiempo en un reloj que había colgado de la pared. Para asegurarme de la hora, examiné los tonos anaranjados del cielo a través de la ventana y comprobé que eran las siete y cuarto de la tarde. Estaba anocheciendo ya, y no amaneciendo como creí en un primer momento. ¿Cómo era posible que hubiéramos dormido casi un día entero?

Me giré hasta la mesa plegable que había al lado de la camilla y vi sobre ésta dos bandejas con comida. Arrastré la mesa un poco más cerca con ansias por comerme cualquier cosa que hubiera allí servida, pero antes de centrarme en la comida, algo más llamó mi atención. Un trozo de papel escrito sobresalía de los extremos de una de las bandejas. Alargué la mano y la cogí, acercándola a mi vista.

   “Chicos, aquí os dejo algo para que comáis cuando hayáis despertado. Sirenia.

      P.D: Si eres Harry, dale la vuelta a la nota.”

Volteé el papel extrañado y continué leyendo.

     “Si _____ sigue durmiendo, déjala hasta que despierte por su cuenta. Lleva bastantes días sin dormir y lo necesita. Asegúrate también de que se coma todo lo que hay en una de las bandejas –la otra es para ti–, sé que contigo no va a rechistar. Soy Sirenia, la enfermera de _____.”

Quería esperarme a que ella despertara, pero tenía demasiada hambre y dudaba de que pudiera aguantar. Cogí una de las bandejas entre mis manos dejándola en mi regazo y comencé a meterme comida en la boca sin fijarme muy bien en lo que ingería. Una sopa demasiado aguada para mi gusto, con un trozo de pollo a la plancha que no estaba del todo malo y un yogur de coco. Aquella era escasa comida para la que yo estaba acostumbrado a comer, así que las ganas por acabar con la bandeja de _____ me tentaban, pero no. Me iba a contener.

Al terminar, cogí una servilleta de papel enrollada y, al llevármela a la boca para limpiarme, algo cayó de ella. Era una… ¿una chocolatina? Sonreí sorprendido al ver aquello. La dejé sobre mi bandeja y la volví a depositar sobre la mesa.

Me acomodé de nuevo en la camilla y suspiré. Como bien me había dicho _____ la noche anterior, tenía que asimilar todo lo que me habían contado ella y mi abuelo con lentitud, y eso era justo lo que me disponía a hacer en ese momento. Aún me costaba creer que mamá ya se hubiera ido, pero como me decía ella siempre, tenía que ser fuerte y seguir para delante pasara lo que pasara. Cualquiera diría que era consciente de cuál sería su futuro. Y sobre Gemma lo único que sabía era que estaba viva, herida, pero viva. No sabía ni si estaba en este mismo hospital, ni si la podría ver pronto, y aquello era algo que me estaba desesperando mucho.

– Uhm – un murmuro se oyó a mi lado –. Harry por favor… despierta, no te vayas… por favor, por favor… – susurró ella en sueños mientras las lágrimas comenzaban a brotar de los ojos de ____ aun estando cerrados –, te necesito Harry…

Sabía que no debía despertarla, pero había conseguido preocuparme con todo lo que estaba mascullando. No podía dejar que siguiera sufriendo.

– _____, _____… – me giré apoyándome sobre mi codo derecho y comencé a acariciarle la mejilla –. Eh, despierta. Estoy aquí.

Vuelo 1227Where stories live. Discover now