Cap.18

45.8K 2.5K 315
                                    

Narra ____:

Habían pasado ya dos meses desde que me había mudado con Harold, y la verdad era que seguía siendo todo un encanto conmigo. A pesar de que trabajaba mucho y pasaba la mayor parte del tiempo fuera de casa, se las ingeniaba de cualquier manera para que nunca estuviera sola.

Mi amistad con Liam y Ruth crecía día a día. El primer día de clase me enteré de que Liam era mi compañero y que Ruth cursaba el último año, justo en el curso en que debía estar Harry. De él me enteraba de poco por parte de Harold. Llevaba semanas esperando a que llegara a casa con una buena noticia, pero eso aún no pasaba y cada vez estaba más ansiosa.

Sirenia llamaba mucho, charlábamos y nos poníamos al día, pero también se disculpaba millones de veces por no poder sacar un hueco y venir a verme. Ella era la que me informaba con mucha brevedad de algunos avances de Harry, pero por lo que sabía, aún no era suficiente como para que lo dejaran venir a casa.

Hacía un tiempo, Harold había hablado con un notario y lo invitó a casa una tarde para que pudiera hablar con él y que me dejara claro todo lo referente al testamento de mis padres. Yo no sabía nada de lo que debía hacer o decir en aquella situación, pero ellos me ayudaron mucho.

Siempre supe que mi familia no era rica ni mucho menos, pero nunca nos faltó dinero, para comprobarlo solo había que mirar la cuenta bancaria de mis padres y ver la generosa cantidad que había allí depositada. Al ser menor de edad aún, el dinero, la casa, los coches y todas las propiedades, quedaban a cargo de mi tutor, Harold en este caso, hasta que cumpliera los dieciocho. Yo no tenía ningún problema con eso, él era una persona totalmente humilde y en la que confiaba con plenitud.

– ____, ¿estás lista? – Harold se asomó por la puerta de mi habitación.

– Sí, en seguida bajo.

Me miré por última vez en el espejo y observé mi triste imagen. Una chica de diecisiete años, enfundada en ropas negras, sin rastro de vida en el rostro y con unas enormes ojeras. Lo primero que pensé fue que, seguramente, Harry se espantaría si me viera así.

Antes del accidente yo vestía de esa forma, nunca sonreía y pocas veces quería estar en compañía, pero ahora todo era diferente. Me veía así y sentía que esa no era yo, que lo que veía era tan sólo un fantasma del pasado. Parecía mentira pero, se podía decir que el accidente había cambiado mi vida a mejor en ese aspecto.

Ahora tocaba ir de entierro. Dar la cara ante cientos de personas, desconocidas casi todas, dándote el pésame con caras apenadas. Era entonces cuando te cuestionabas si realmente lo hacían porque de verdad lo sentían, o simplemente porque era lo más adecuado para quedar bien.

Pero fuera cual fuera la razón, no me quedaba otra que seguir adelante.

                                                                            *        *        *

– ¿Qué harás ahora? – le pregunté Harold sentándome en el sillón a su lado.

– Ver un película contigo, si te apetece – me sonrió.

– Claro – dije algo extrañada. Me sorprendía que tuviera un ratito para pasar conmigo entreteniéndonos. 

Después de lo de esta mañana me sentía muy débil, quizá era hoy cuando más agradecía su presencia. Parecía que por fin podría disfrutar de una tarde en su compañía.

Apagó todas las luces y, cogiendo el mando, puso la primera película que salió en la televisión. Era una comedia que recién empezaba, pensé que era lo mejor para intentar subirme los ánimos.

Vuelo 1227Where stories live. Discover now