Cap.3

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Narra _____:

Un molesto pitido amortiguado resonaba en mis oídos, al mismo tiempo que iba siendo consciente de una constante presión alojada en mi pecho. Asustada por esto, abrí mis ojos de forma exabrupta. Poco a poco aquel zumbido fue cesando, pero la presión aún seguía, y parecía que iba en aumento a cada segundo que pasaba. Mi cuerpo me dolía tanto como si un camión de cientos de toneladas me hubiera pasado por encima, aplastando así todos y cada uno de mis huesos, a demás de que me costaba muchísimo respirar. Algo que me ayudaba a hacerlo eran unos tubos que tenía en mi nariz conectados a una maquina de oxígeno. Jamás supe como se llamaban esos aparatos, y realmente ni si quiera me interesaba saberlo. Todo a mi alrededor me provocaba naúseas.

Estaba en una habitación de hospital, eso era evidente. Las paredes eran enteras blancas sin ningún tipo de adorno o recubrimiento, a excepción de un reloj solitario que colgaba de la pared justo en frente de mi camilla. La única luz que había en esos momentos era la de la luna llena, que entraba por un pequeño ventanal a mi derecha.

Y de pronto, como si de un flash se tratara, las imágenes del accidente me golpearon de lleno obligándome a darme cuenta de la realidad, obligándome a recordar la tragedia ocurrida. Era horrible todo lo que había presenciado. Los escombros, el humo, las llamaradas de fuego, los cuerpos sin vida tendidos a mi alrededor... el vello de mis brazos se erizaba al rememorar aquellos hechos.

La puerta de la habitación se abrió, haciéndome dar un brinco del susto, y apareció por ella un señor de unos cuarenta años con una bata blanca y unos papeles en la mano, quien supuse que sería mi doctor. Éste encendió una pequeña luz que había en la entrada, la cual apenas alumbraba, y se acercó hacia mí con paso decidido.

– Hola _____ – me saludó con voz neutra y rostro impasible. Se notaba que estaba acostumbrado a tratar con pacientes –. Veo que ya despertaste. ¿Qué tal te encuentras?

– No muy bien, me duele todo y me cuesta mucho respirar – le dije quejumbrosa haciendo una mueca mientras el asentía comprensivo. Pero otra vez, como si oleadas de recuerdos me invadieran de golpe, mi familia vino a mi mente de forma inmediata –. ¿Dónde están mis padres? ¿Dónde está mi hermana?

Él no se esperaba esa pregunta, ya que su cara esta vez si que fue de lo más expresiva y denotó la sorpresa e impresión que sintió, pero sin embargo se armó de valor y comenzó a hablar después de tomar una respiración profunda.

– ¿Recuerdas algo de lo sucedido últimamente? – me preguntó, a lo que yo asentí – A ver _____... esto es complicado de decir...

– ¿Qué les ha pasado? – pregunté empezando a sentir unas cosquillitas en mi estómago para nada alentadoras.

– Debes saber que han pasado dos días desde el accidente, y aún los servicios de rescate y emergencias no han encontrado a todos los pasajeros. Tus padres siguen en paradero desconocido, pero...

– Pero aunque los encontraran, sería imposible que continuaran con vida – susurré, completando su frase –, ¿no es así? 

Él asintió de forma cauta.

Aquello era demasiado para que mi mente analizara y asimilara de golpe. ¿Singnificaba eso que jamás los iba a volver a ver? Pues sí, eso parecía significar. Era ahora cuando de verdad me empezaba a sentir sola, totalmente sola. Era ahora cuando me daba cuenta de que aquella sensación de vacío que tantas veces creí sentir, no era nada comparada con lo que sentía ahora. Ahora si que era verdad que no me quedaba nada.

¿Por qué tenían que haber muerto ellos, si era yo la que cada noche deseaba acabar con el desastre de vida que tenía? Era injusto, muy injusto. Posiblemente la relación que mantenía con mi familia no era la mejor, pero aun así los quería mucho. El gran error que cometí fue el permitirme ir por el camino fácil y dejar que mi orgullo me cegara, no pudiéndoles así demostrar lo importantes que eran para mí, aunque no lo pareciera. Una escurridiza lágrima resbaló a toda velocidad por mi mejilla hasta alcanzar mi mentón, pero en seguida alcé la mano y la aparté con desesperación.

Vuelo 1227Donde viven las historias. Descúbrelo ahora