Cap.19

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– ¡Harry!

En cuanto di un paso para cruzar la puerta, esta se estampó frente a mi cara. Instintivamente retrocedí para evitar el golpe. ¡Me había cerrado la puerta en las narices!

– ¡Harry! – golpeé su puerta – ¡ábreme, por favor!

– Vete – logré escuchar un murmullo desde dentro –, déjame solo.

– Por favor, déjame pasar – apoyé mi mejilla contra la puerta –. Te recuerdo que no tienes el seguro echado, así que un simple giro de muñeca y entro por mi cuenta.

Esperé por unos segundos, pero al ver que no emitía ningún sonido, abrí la puerta con lentitud. Estaba parado frente a su ventana, de espaldas a mí y con la cabeza agachada. Me acerqué con pequeños pasos hasta quedar justo a su lado, pero ni en el momento en que posé mi mano sobre su hombro me miró.

– Harry, háblame – dije con calma.

– ¿Por qué no me di cuenta antes? – soltó triste.

– ¿Qué? ¿De qué hablas?

– ¿Cómo he podido ser tan tonto? – su voz se quebró –. P-pensé que llegaría y esto seguiría igual que siempre, pero ya veo que… que me equivocaba – susurró.

– Harry, ¿qué es lo que no es igual? – me arrodillé frente a él y alcé su barbilla –. Por favor, explícame.

– ¿Sabes? Por un momento olvidé que seguía parapléjico y le dije a mi abuelo que me subiera cuanto antes para poder verte, pero al parecer estabas ocupada. Veo que aprovechaste bastante bien el tiempo que estuviste sin mí – me echó una mirada de soslayo –. ¿Te gusta ese chico?

– Oh, Harry – agaché la cabeza con una sonrisa de alivio al saber que tan solo había sido una confusión –, te equivocas...

– ¿Por qué te ríes? – preguntó con seriedad interrumpiéndome – no veo que esto tenga ninguna gracia.

– ¿De verdad crees que me he olvidado de ti? ¿De verdad crees que he podido dormir tranquila todas estas noches sin tenerte a mi lado? – ladeé mi cabeza mirándolo enternecida. Alcé la mano y acaricié su mejilla – Liam, el chico que viste, es nuestro vecino, él tan solo me ha hecho compañía junto con su hermana estos días.

Su cuerpo entero pareció relajarse. Un brillo notorio resaltaba ahora sus preciosos ojos, mientras que una sonrisa tímida aperecía en su rostro. Tomó mi mano que aún seguía en su mejilla y miró el anillo en mi dedo central, delineando el contorno de este con mucha delicadeza.

– Entonces, ¿sigo siendo tu ángel? – le cuestioné esperanzada.

Señaló sus muslos para que me sentara. Lo rodeé del cuello esperando su respuesta.

– Eres y siempre lo serás, pase lo que pase – apresó mi mentón entre sus dedos y deposito un tierno beso en mis labios –. Siento mucho lo de antes. Estar en el hospital tanto tiempo me hizo pensar en muchas cosas, y darle vueltas a la cabeza cuando uno está aislado no es lo mejor que se puede hacer.

– Tranquilo, lo entiendo – recosté mi cabeza en su hombro –. ¿En que más pensaste?

– En las circunstancias en las que me encontraba, siempre me daba por pensar en cosas malas – inclinó la cabeza hacia un lado fijandose en lo interesada que estaba por saber cosas de él –. Me planteé el hecho de que me quisieras aun estando inmóvil, pensé también en qué pasaría si ahora te dijera que nunca más volveré a caminar, que si quieres estar conmigo tendrás que cuidar de mí como un niño chico... Sería una carga para ti, y yo no quiero ser eso – suspiró enredando su mano con la mía –. No quiero que me veas con pena, aunque la verdad es que entendería que lo hicieras.

Vuelo 1227Donde viven las historias. Descúbrelo ahora