Capítulo 24 | Mi regalo tras el regalo

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Despierto agitada pues tuve uno de esos típicos sueños en los que se cae al vacío.

Dave no está a mi lado pero su chaqueta de mezclilla me cubre y eso al instante me provoca una sonrisa.

—Buenos días Diana —dijo la tía de Dave desde la otra habitación, ella acomodaba una ropa sobre su cama.

—Buen día Brenda, ¿Dónde está Dave?

—Es lunes, él se fue a la secundaria, ¿Tú no irás hoy?

Tanta tristeza y dolor me provocaron un sueño pesado, olvidé levantarme a las cuatro de la mañana; por lo visto también olvidé ir a la secundaria, esta es la primera vez que me sucede algo así.

De todos modos no habría tenido caso levantarme tan temprano, ya no soy más la invisible del violín, de hecho ahora soy sólo la invisible.

Me levanto de la cama y voy a la habitación de mamá, ella no está pero ha dejado una nota sobre la mesita de noche.

No sabes cuánto lamento lo de tu violín, anoche me dormí llorando, ese instrumento era valioso para mí también.

Hoy no fui a trabajar, pedí el día libre porque tengo cosas más importantes que hacer, como por ejemplo ir a tu secundaria para hablar con el director y que esa chica que destruyó tu violín afronte las consecuencias de sus actos.

Deberías descansar un poco hija, puedes faltar a la secundaria hoy, hablaré con tus profesores.

¡Sigue adelante!

Te quiere, mamá.

Puse la nota sobre la cama y solté el llanto.

—¡Perdóname abuela! —grité al techo con la esperanza de que ella me escuchara desde el cielo.

En ese momento sonó el timbre, y aún con lágrimas bajé rápidamente las escaleras.

Abrí la puerta y me llevé una sorpresa, Dave Simpson estaba frente a mí.

—Buenos días mi invisible del violín.

—Buenos días —lo besé.

—¿Puedo pasar?

—Claro pero sólo te pediré algo, ya no me llames la invisible del violín, por desgracia ya no lo soy.

Él guardó silencio y entró a la casa, noté que traía una bolsa grande.

—¿Qué traes ahí?

—Tú siempre serás mi invisible del violín —dijo ignorando mi pregunta.

Dave abrió la bolsa y de ella sacó un estuche de cuero color marrón.

—¿Y eso?

—Es tu nuevo violín.

—Qué...

—Antes de que digas algo, quiero que lo veas.

—Bien —musité.

Dave me mostró un precioso violín cuya madera era bastante reluciente y el acabado era algo de otro mundo, cada parte del instrumento era perfecta.

—Esto es para ti.

—Dave yo...

—No digas nada —interrumpió— sólo quiero que sepas que este violín jamás reemplazará el que tenías —soltó el llanto.

—Tranquilo Dave —lo abracé.

—Sé que jamás será igual, no me odies por recordártelo con este nuevo.

—Los violines son muy caros ¿Cómo hiciste?

—Vale la pena sacrificar los ahorros de toda mi vida por la chica que amo.

—Dave, también te amo pero no tenías que hacer esto.

—Sí, debía hacerlo y tengo una muy buena razón.

—Dímela —susurré en su oído.

—No me conformo sólo con la invisible, quiero el paquete completo, ese que incluye a la invisible del violín que toca a las cuatro de la mañana y luego me dibuja margaritas, quiero esa rutina, quiero todo de ti porque me has enamorado.

—¡Te amo! —grité entre lágrimas y ambos nos derrumbamos entre el dolor e interminables abrazos.

Tras encontrar la calma fuimos al sofá.

Dave me entrega mi nuevo violín e insiste de nuevo en que jamás reemplazará al que perdí, pero sí es un símbolo de su amor por mí.

Fue en ese momento que recordé las últimas palabras de mi abuela.

“Detrás de cada regalo se esconde otro regalo”

Ahora entiendo esa frase, sé que Dave es mi regalo tras el regalo, así lo siento.

Y quizá suene como una falacia de recompensa divina, esa en la que una persona no se atreve a resolver sus problemas porque siempre cree merecer un regalo que le caerá del cielo tras haber sufrido tanto.

Pero no me importa si es así, yo merezco a Dave, merezco este momento después de mis lágrimas, después de mi dolor.

Todos necesitamos de un regalo que creemos merecer; merecemos a esa persona que nos complemente, merecemos un regalo tras el regalo.

La invisible del violínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora