Capítulo 7 | La típica cita

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Para nosotros “Los invisibles” ganar es irrelevante, es mucho más importante vernos entre sí aunque no resultemos victoriosos en lo que más deseamos, una vida sin dramas, sin clichés.

Dos meses han pasado y todo sigue prácticamente igual.

Sigo tocando el violín cada madrugada, el papel de banana sigue siendo adornado por margaritas, mi termo rojo y mi café son mis compañeros inseparables, pero todas esas cosas son un complemento ante mi persona favorita: Dave Simpson, él y yo somos los mejores amigos.

Es un honor viajar con él en el autobús cada mañana, es maravilloso saber que tengo con quién compartir un café, mis tristezas y alegrías.

¿Por qué Dave Simpson y yo solo somos amigos? La respuesta es simple, no queremos arruinar la conexión que tenemos, además “Los clichés” ya han hecho de las suyas con nuestras vidas casi invisibles.

Sin embargo, esos clichés no han roto nuestra promesa, Dave y yo seguimos juntos, nuestra amistad es hermosa y la invisibilidad es algo que mantenemos en un término medio, así es desde el primer día en que Dave llegó a mi vida.

Él no ha vuelto a besarme desde aquel primer beso pero me conformo con viajar a su lado en el autobús, siempre me toma de la mano, no deja de acariciar mi cabello e incluso elogia mis playeras de Tyler Skies aunque no sea su estilo.

Yo juego con su cabello desordenado mientras él bebe café; su desorden castaño cada día es más largo aunque el mes pasado haya recortado un poco las puntas pues su tía le ordenó que fuera a la peluquería.

Todos los días lleva su patineta en la mano, sus Vans desgastadas, su chaqueta de mezclilla; Dave Simpson es tan Dave Simpson, y eso me encanta.

—Deja ya de mirarme.

—No puedo dejar de mirarte Dave, eres increíble.

—No exageres, solo soy un perdedor con una cara bonita.

—Me encantan los perdedores —admití con buen sentido del humor, y él me quitó el gorro de lana para fastidiarme.

—¡Devuélvemelo!

—No, hasta que lleguemos a la secundaria.

—Está bien —crucé los brazos— me devolverás ese gorro de lana cuando lleguemos a la secundaria Owen o si no…

—O si no qué —dijo retándome.

—Trapearé el piso con tu chaqueta de mezclilla.

—Si haces eso prometo destruirte, a ti y a tu violín ¡Buajaja! —rió.

Guardamos silencio pero no dejamos de sonreír durante el resto del camino, cuando llegamos a la secundaria, bajamos del autobús y Dave me abrazó.

—Te quiero, mi invisible del violín —me abrazó con más fuerza y se las ingenió para ponerme mi gorro de lana de forma adorable.

—También te quiero Dave, suerte con los clichés —dije mientras caminábamos al salón.

Ya casi no estamos juntos en la secundaria, a excepción de algunos recreos o si Sharon Moore, su novia, falta a clases.

Sí, esa chica plástica y por supuesto cliché, atrapó a Dave, no sé cómo lo hizo, quizá hizo brujería o pasó veinticuatro horas en una máquina de bronceado, como sea no me interesa, lo único que importa es que Dave y yo somos amigos, parcialmente invisibles y tenemos una promesa que no se ha roto.

Camino a paso lento al salón y al entrar alguien me espera sobre mi pupitre, es Evan.

—Buenos días Diana, ¿Lista para entregar el trabajo de biología?

La invisible del violínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora