14.Tres son multitud

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(Dafne)

¡Ese cabrón malnacido se iba a arrepentir de esto!

Nada más pasar el umbral de su casa tiró la mochila al suelo y comenzó a desvestirse ganándose una mirada nada agradable de su madre, pero le dio igual, sólo quería quitarse la ropa y darse una ducha en condiciones. Se metió en el baño y abrió el grifo de la bañera, se quitó la ropa interior y se introdujo en la bañera donde continuó rascándose como una posesa hasta que el agua se fue calentando.

No sabía cómo lo había hecho pero Damián se había colado en su habitación y había vaciado varios botes de pica-pica mezclado con tabasco en toda su ropa interior y parte de su ropa de diario; por lo que se había pasado toda la mañana sufriendo un escozor espantoso, además por si fuera poco esa mezcla extraña le había producido urticaria y ahora tenía unas ronchas del tamaño de Texas adornando gran parte de su cuerpo. Se rascó una vez más el brazo derecho y lanzó un grito frustrado.

― Voy a matarlo, voy a matarlo.―mascullo en voz baja vaciando medio bote de gel en su esponja para luego comenzar a frotarse el cuerpo como si se tratase de una sartén. ―Y a su cómplice también.

Porque sabía que tenía un cómplice. Ese trabajo se hacía entre dos personas, lo sabía perfectamente. Para colarse en su casa sin que ella se enterase alguien tenía que estar ayudándolo, y ese alguien iba a morir lenta y dolorosamente.

Abandonó el baño y se metió en su habitación, abrió el cajón dónde estaba su ropa interior y lo vació en el cesto de ropa sucia, igualmente también tomó varios pantalones y una veintena de camisetas que metió a presión en el cesto. Todavía cubierta con sólo una toalla devolvió el cesto al baño y fue hacia la terraza a buscar ropa interior limpia y que no hubiera sido contaminada por ese pelirrojo hiperactivo. Afortunadamente encontró varios sujetadores y unas cuantas bragas que la salvarían hasta que el resto fuese desinfectado.

Regresó a su habitación y decidió vestirse con la ropa que estaba más al fondo de su armario. A continuación fue hacia la cocina para suplicarle a su madre que le hiciese la comida por lo que se sorprendió al encontrar a su hermana con la cabeza apoyada sobre la mesa mientras bostezaba.

― Oye, oye... ¿escondiéndote de Sonia?―preguntó con burla, su hermana levantó la cabeza y asintió lentamente.

La verdad era que no le extrañaba para nada, ayer la pelirroja tras romper con Dan se presentó en su casa con una gigantesca tarrina de helado de chocolate y cinco películas de terror que fueron obligadas a ver mientras devoraban el helado y escuchaban sus quejas como buena amigas. Y según le había contado Ann esta mañana por WhatsAap, ellas no fueron las únicas que pasaron una noche en vela; al parecer Dan había ido a su casa y los había obligado a jugar a la consola hasta que disimuladamente le colocó somníferos en la bebida. ¿Por qué no se le ocurrió a ella hacer eso? 

― Sólo espero que se arreglen cuanto antes.―comentó Nora entre bostezos. ―No puedo soportar otra noche de helado y películas.

― No la soportaremos, tienes mi palabra.―aseguró haciendo que Nora la mirase de arriba abajo y suspirase.

―No te pases poniéndole somníferos que no quiero que se convierta en la Bella Durmiente.―respondió su hermana y ella ladeó la cabeza sopesando la idea.

― Oye, oye... no es mala idea, la dormimos un par de días y cuando se despierte ni se acordará de la pelea con Dan.―propuso con emoción pero Nora la miró con escepticismo.

― Es más probable que cuando despierte nos use como saco de boxeo; mejor dejamos que Matti y Marco se ocupen de la reconciliación por ahora.―contestó Nora poniéndose en pie para comenzar a sacar comida del frigorífico y el congelador.

Cállate y Bésame (TQST Libro #2)© [EN LIBRERIAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora