3. Misión: Ignorarte

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  • Dedicado a CataLena
                                    

(Dafne)

Escuchó la canción de My Chemical Romance que tenía como despertador y levantó la cabeza, extendió la mano a duras penas y apagó ese horrible ruido. Le encantaba esa canción pero desde que la había puesto como tono para despertarse había comenzado a odiarla como le había ocurrido con otras tantas. Bostezó y volvió a hundir la cabeza en la almohada, quería dormir. Anoche apenas había pegado ojo pensando trastadas que podía hacerle a Damián pero ninguna la satisfacía, no obstante eso no iba a impedir que le cambiase su pasta de dientes de menta por una con sabor a ajo o llenarle la cama de pegamento. Puede que esas pequeñas travesuras no la satisficieran pero era mejor eso que permanecer quieta y parecer derrotada.

Escuchó unos fuertes golpes en su puerta y rodó los ojos. Su padre tenía la manía de golpear su puerta para indicarle que ya iba siendo hora de levantarse, y si en menos de diez minutos no había salido, él mismo entraba en la habitación para sacarla por la fuerza. Así que para evitar una disputa doméstica tan temprano decidió ponerse en pie, bostezó un par de veces y a continuación se estiró; descalza caminó hasta su armario y lo abrió. Sacó de allí los primeros vaqueros que vio y una camiseta negra de manga corta en la que se leía “I´m a bad girl and I Know it”, se vistió rápidamente y cogió su cinturón de espinas que estaba al lado de una pulsera igual por lo que también decidió tomarla. Miró el reloj del móvil y abrió la puerta justo cuando su padre estaba a punto de golpear.

―Oye, oye… papá cada vez me das menos tiempo.―protestó saliendo del dormitorio y cerrando la puerta tras de sí, si su progenitor veía el desastre que había montado en su cuarto le prohibiría salir durante al menos un mes (que era el tiempo que iba a tardar en limpiar todo el desorden).

―Eso es porque te conozco.―indicó su padre señalándola con el dedo para luego darse la vuelta y marcharse a la cocina desde dónde se escuchaba a su madre hablar en voz alta, seguramente practicando el alegato para el juicio que tenía hoy.

Respiró hondo y se metió en el baño, se lavó el rostro con rapidez y se hizo una coleta alta aunque por alguna extraña razón seguía pareciendo despeinada. Bueno, daba igual… de todas formas le quedaba bien, se sonrió a sí misma y volvió a su habitación, tomó la mochila que usaba para llevar los libros y libretas y se dirigió a la cocina.

―¿Y Nora?―preguntó a su madre que en esos momentos leía unos papeles mientras tomaba el café.

Su madre era mujer alta y esbelta de rasgos delicados y sofisticados pero a la vez imponía respeto. Tenía el cabello largo y castaño oscuro como ella y Nora, al igual que sus ojos también eran de color miel, pero ahí acaba todo su parecido. Si su madre era sofisticada ella era más ruda, era menos fina y más heavy. Su madre apartó la mirada de sus anotaciones y centró sus ojos en ella.

―Matt vino hace unos minutos diciendo que tenía que ayudarlo con una operación de espionaje o algo así.―dijo su madre, Dafne untó la mantequilla en la tostada; seguramente Matt quería espiar a Ann para descubrir quién era su novio así que debía avisar a su amiga cuanto antes.―¿Quieres que te lleve a la universidad?

―No hace falta, me voy con Ann y Triz.―contestó ella tomando un buen trago de leche mientras masticaba la tostada.

―¿Vas con Triz en su coche? ¿En ese coche que tiene cinta adhesiva sosteniendo el capó?―curioseó su padre, Dafne asintió y su padre lanzó un gruñido antes de continuar leyendo el periódico.

Su padre era una persona extremadamente protectora con ellas, basta decir que debido a eso las había apuntado a kárate, judo, taekuondo y defensa personal; pero era comisario y a lo largo de su vida había visto cosas horribles y no quería que sus hijas pasasen por algo parecido. Por eso ella y Nora eran unas especie de armas mortales a las que además las aprovisionaba con pistolas eléctricas, spray de pimienta y demás elementos de defensa personal. Sonrió con maldad, si su padre supiera que había usado todo eso para torturar a sus enemigos y para electrocutar en más de una ocasión a Damián la castigaría hasta el fin de los días.

Cállate y Bésame (TQST Libro #2)© [EN LIBRERIAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora