49. Igual a las novelas

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—Bien, dos niños de quince años escaparon, ¿les prohibieron verse? —La policía tomaba los datos con poca seriedad

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—Bien, dos niños de quince años escaparon, ¿les prohibieron verse? —La policía tomaba los datos con poca seriedad.

— ¡Sí, pero eso no importa! Ese niño vive con criminales, seguro la llevó con ellos. Su tutor es Franz Ayala, lleva más de dieciséis años prófugo. —Nicolás se impacientaba y le daban ganas de hacerle entender a la policía la situación a base de golpes.

—Sí, lo entiendo, si mi hija se fuera con un chico mala influencia me sentiría igual, los adolescentes escapan más seguido de lo que cree, siempre vuelven en uno o dos días —contestó pasivo.

— ¡¿Qué no escucha lo que le decimos?! —le gritó Thaly. Ese sujeto parecía absorto en otros pensamientos—. ¡Mi padre era traficante, está prófugo, él envió a ese chiquillo a espiarnos y ahora se llevó a mi hija!

—Tendré que avisar en la estación, buscar los antecedentes de ese tal Ayala y tendrá que declarar sobre su padre —añadió cerrando su libreta.

Nicolás contaba para no brincar a golpearlo. Eso ya era el colmo, mientras más tiempo perdían más lejos y en más peligro Sophie podría encontrarse. Ya estaba decidido, mataría a golpes a ese oficial y buscaría otro tipo de ayuda, no recurriendo a métodos muy legales, pero eso importaba realmente poco.

El oficial de policía bostezaba a punto de cruzar la puerta de salida, para él, era otra noche rutinaria, en la cual atendía llamado de padres preocupados por la fuga de su hija adolescente.

Abrió la puerta y enseguida ingresó un oficial de mayor rango.

—Soy el General Celastro, el caso de su padre pasó a mis manos hace poco —habló con la seriedad pertinente a ese caso.

Thaly suspiró un tanto más relajada, al fin los tomaban en serio. Su padre había tenido razón, denunciarlo e intentar apresarlo era un esfuerzo inútil, si hubiese llamado a la policía el día anterior, entre tanta discusión, él ya podría haber tomado un vuelo a un país muy lejano.

— El caso del General Franz Ayala, estuvo en manos de los militares hasta hace un par de semanas, luego me lo pasaron dada la ineficiencia y la corrupción en la institución castrense. Hace ya tiempo tenía datos de que su padre había vuelto al país, o más bien, que entraba y salía repetidas veces. No pude comprobar nada, al parecer tiene una nueva identidad. Hace poco confirmé que tenía una propiedad en este mismo barrio, sin embargo, abandonó la vivienda hace poco. Como no conseguí nada, me obligaron a abandonar la vigilancia, lo lamento, de haber seguido nos habríamos percatado antes y hubiésemos evitado que se llevaran a su hija —explicó con mucha formalidad.

Thaly se dejó caer al sillón y Nicolás replicó:

—Eso no importa, ya sabíamos todo eso, sólo quiero a mi hija de vuelta.

—No se preocupe, no todos mis oficiales son unos ineficientes —miró con autoridad al oficial que momentos antes tomaba los datos—. Ya desplegué un equipo de búsqueda, no podrán escapar muy lejos, tampoco estamos seguros de que el muchacho Key haya llevado a su hija a poder de su tutor.

Los sueños secretos de SophieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora