CAPÍTULO 30. ¡Ahhhhhh!

87K 3.1K 552
                                    

CAPÍTULO 30.

¡Ahhhhhh!

"La Cobra" "Cállate, la Cobra está aquí" "Mierda, no mires a la Cobra"

-Josh sigue enojado conmigo. Creo que está a punto de poner una orden de restrincción entre Justin y yo. -murmuré riendo.

-Sería divertido que lo intentara, quiero decir, hace poco estaba leyendo sobre Bradford, y según los turistas que han ido ahí, no hay ley. Bueno, al menos no por parte de la policía. -murmuró riendo al otro lado de la línea.

-¿A qué te refieres con eso? -pregunté confundida.

-Sí. Ya sabes, la mayoría dice que hay una banda, algo así, no están muy seguros, creo que se llama Cobra o Víbora, estoy casi segura de que se relacionaba con las serpientes, algo así. -comentó no muy segura, pero yo sabía a lo que se refería.

Y no era ninguna banda.

¿En verdad Justin tenía tanto poder sobre esta ciudad? Eso no era posible, tenía sólo 18 años, no podía tener a toda una ciudad aterrorizada.

-Gaby, tengo que colgar, tengo muchísima tarea. -mentí nerviosa.

-Hummm, bien. Hablamos luego, Mari. -se despidió sospechando y colgó.

Lentos golpes en la puerta de mi habitación me sacaron de mis pensamientos.

-Pasa. -murmuré suspirando, era Rosario, tenía que ser ella, mi padre seguía en el trabajo.

Entró lentamente como si me tuviera miedo, por dios, qué ridícula era, sí, habíamos peleado y yo seguía molesta con ella porque era una chismosa, pero no era necesario que fuera tan cautelosa.

-¿Qué quieres, Rosario?

-Niña, Marissa, sólo quería agradecerle por haberme defendido de su padre. -murmuró mirando sus manos.

Yo suspiré derrotada, esa mujer era como mi madre, no podía permitir que siguiera pasándola tan mal.

-Siéntate, Rosario. -dije señalando un lugar al lado de mí, en mi cama.

Ella tomó asiento en seguida.

-Rosario, sé que lo hiciste porque creíste que yo estba en peligro, que sólo querías mi bienestar, pero debes entender que... yo estoy bien. Estoy segura con Justin. -murmuré apenas controlando el temblor en mi voz.

Las últimas palabras se sentían correctas e incorrectas al mismo tiempo.

Rosario guardó silencio por un momento y después miró sus manos de nuevo.

-Niña, yo no soy una persona prejuiciosa, no me gusta juzgar a la gente por cómo lucen o cómo visten, pero hay... algo en ese chico. No entiendo cómo es que no puedes verlo, es tan obvio, niña. -murmuró en voz baja.

-¿Algo? ¿A qué te refieres con algo, nana? -pregunté sabiendo muy bien la respuesta.

Una parte de mí no quería escuchar su respuesta, la otra parte de mí estaba ansiosa por saber que alguien más había visto ese algo en él.

-Hay... algo mal  -un ruido en la manija de la ventana de mi balcón interrumpieron sus palabras.

¡Oh por Dios!

De pronto las puertas de vidrio se abrieron y Justin apareció tras ellas con un palito metálico en las manos.

¡Ah, con eso abría las puertas!

BADWhere stories live. Discover now