#15 - Puedo Dominarte

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  • Dedicado a Camila María Niz Pintos
                                    

◘◘◘CAPÍTULO QUINCE◘◘◘

—No sé de qué estás hablando—respondo, sintiendo cómo me arde el cuero cabelludo.

—No te hagas el estúpido—exclama el muchacho que me está cinchando el cabello. Su tono de voz indica que no está bromeando.

Trago saliva. ¿Cómo hago para salir bien de tanto lío? Mauro aún está mirándome fijamente, con los ojos violetas, y esbozando una sonrisa particular. En su rostro noto el deseo de venganza y odio.

—Revísale los bolsillos, Matías—ordena con ímpetu el chico que me sostiene del cabello—. Es obvio que si es famoso, tiene que tener plata en algún lado.

El joven que me está agarrando las manos, me golpea con rabia la parte posterior de mi pierna derecha y caigo de rodillas, cegado por el dolor repentino. Entonces, sin perder tiempo, empieza a revisarme los bolsillos; lo hace con sorprendente rapidez.

—No tengo nada—exclamo, procurando gritar pero no me sale más que un chillido estúpido. Debo evitar que encuentren el collar—. ¡Les juro que no!

Mauro larga un bufido sordo, y ríe. Está divirtiéndose con mi sufrimiento. ¿Por qué? ¿Quiénes son?

—Javier…—murmura de pronto Matías. Temo lo peor—. Me parece que encontré algo.

Javier me suelta y caigo de cara contra el piso sucio y húmedo. Mis lentes falsos se astillan. Mierda. Estoy agitado, me duele la cabeza y casi no siento mis pies. Intento recomponerme y me volteo. La luz blanca del baño me encandila.

—¿Qué carajos es esto?—inquiere Javier, arrebatándole el collar de dientes y pelos a Matías. Me percato de que sus ojos también son de color violeta—. Es un asco. ¿Para qué tienes esta porquería contigo? ¿Ehh? ¿Es una especie de…?

Todo ocurre muy rápido. El muchacho lanza un grito aterrador y tira el objeto al aire, espantado. Pero el colgante no obedece a la gravedad, y tal como en la casa de Cinthya, empieza a elevarse hasta casi tocar el techo.

—¿Qué clase de brujería me mandaste?—pregunta alterado Javier, mirándose con horror la palma de su mano izquierda…

Y es que su mano está ahora dominada por un gran manchón rojizo, similar al que tengo en mi cuello. La diferencia, no obstante, radica en que la quemadura no se mantiene estática en ese lugar, sino que empieza a agrandarse con velocidad impactante, formando gruesas hebras rojas que se extienden como cables por todo su brazo. Las líneas siguen con su trayecto por el hombro hasta llegar a su cuello, donde lo rodean como si fueran sogas, y sin perder su ritmo, avanzan hacia su otro brazo hasta desembocar en una mancha idéntica en su mano derecha.

—¡Quema!—gruñe Javier, pero sus amigos ya no le hacen caso.

Matías y Mauro están hipnotizados, con las pupilas fijas en el collar, que gira lentamente en el aire. Están inmóviles, como robots.

—¡Ayúdenme!—vocifera espeluznado Javier, con los ojos llenos de lágrimas.

Entonces él también comienza a elevarse. La mancha roja, que recorre todo su cuerpo como si fuera un puñado de serpientes, se adueña de cada centímetro de su piel. Incluso, las gruesas hebras rojas no dejan pasar la oportunidad de introducirse a su organismo por medio de su boca abierta. Ya no pueden decir una sola palabra. Está ahogándose. Se está muriendo.

Vete ya, me advierte una voz en mi mente, no hay esperanzas.

Me doy media vuelta, desesperado, pero no veo a nadie. Estoy  seguro de que la persona que me habló es la chica misteriosa. Quiero llorar, pero no puedo. Estoy atónito.

NO ME DEJES CAER -Demonios de la Música #1-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora