#6 - Sin pistas. Sin rumbo. Sin nada.

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◘◘◘CAPÍTULO SEIS◘◘◘

—¡Eres mi mayor ídolo!—me grita en el oído, mientras me abraza con emoción—¡Te juro que te amo! ¡Te lo juro!

Por un instante quedo en shock, pero cuando me doy cuenta de que la persona que me agarra no es Laura, sino una fan descontrolada, me calmo. Respiro hondo, procurando oxigenar debidamente mis pulmones, y dejo escapar un suspiro de alivio.

—Gracias—replico, haciendo esfuerzo por liberarme de aquellas manos opresoras, las cuales parecen pinzas alrededor de mi torso.

La fanática, de a poco y sin ganas, se aparta de mí. Apenas deja de tocarme logro voltearme para verla a la cara. Es una muchacha delgada, alta, de ojos oscuros y profundos; su cabello, de color rubio intenso, cae ondulado sobre sus hombros. Tiene una sonrisa peculiar y divertida, que aniña su rostro.

—No puedo creer que estés frente a mí—confiesa, sollozando. Lleva puesta una remera con mi foto, y en una de sus manos tiene un poster de “Seven Moons” enrollado—. Es el día más feliz de mi vida.

Asiento y sonrío con falsedad. Sé que no me dejara en paz hasta que me saque una foto con ella y le firme un autógrafo; y de verdad estoy apurado. A estas alturas todos los guardias deben estar buscándome con desesperación. Y yo ya debería estar lejos de ese lugar.

—¿Por qué no estás en el escenario?—me pregunta la fanática, desconcertada, sin dejar de moverse de un lado a otro, con entusiasmo.

—Es que tengo que ir a buscar unas cosas—digo, tartamudeando—. Vuelvo enseguida.

La chica me mira, incrédula, y frunce el ceño. Entonces abre la boca, consternada, y me dice:

—¿Qué te pasó en el brazo? ¡Estás sangrando!

Bajo la cabeza y observo la herida que yace en la cara anterior de mi antebrazo. Ya no me duele; quizás la adrenalina que me  produjo el encuentro con Erick, minutos atrás, hizo que mis nociceptores se apagaran y dejaran de transmitir impulsos hacia mi médula espinal. No lo sé.

—Sí, es que me enganché con un trozo de madera astillada que había en una puerta dentro del estadio y me lastimé—miento—. Pero no es nada.

 —Pobrecito—exclama la chica, alargando las silabas y aproximándose, discretamente, hacia mí—. Y ahora vas a buscar algo para vendarte, ¿verdad?

Dios. Qué insoportable que es. ¿Acaso no me va a pedir lo que quiere y me va a dejar en paz? Tengo nada de tiempo, y me está retrasando mucho. Encima la nuca me arde demasiado y no soporto la quemazón. Lo sé. Estoy comenzando a ponerme de mal humor.

—¿Quieres una foto?—inquiero, levantando una ceja, intentando que todo se termine rápidamente.

La fanática ríe tontamente y aprieta sus labios. Parece que está en una crisis sentimental aguda.

—¡Sí!—chilla y saca una cámara fotográfica de su cartera—. Es que estoy tan helada. ¡Esto en increíble!—hace una pausa para tomar una bocanada de aire y concluye con un grito:—¡Ahhh!

Me rasco la barbilla, preocupado, y miro hacia atrás. Los nervios me corroen el cerebro, y lo único que deseo es salir ya de allí. La imagen de Erick con los ojos violetas y la palabra <<maldición>> resuenan en mi mente.

—¡Te amo, Nat!—exclama la chica y me abraza—Sonríe.

Pum. La luz del flash me ciega por un milisegundo pero me repongo de inmediato.

—Fue un gusto—digo, murmurando, y le doy un beso en la mejilla.

La muchacha se acaricia el rostro, estupefacta, y vuelva a gritar, esta vez más fuerte. Acto seguido, se abalanza contra mí y me planta un beso en ambas mejillas. Sus manos en mi cuello me producen más dolor aún, así que no puedo evitar quejarme.

NO ME DEJES CAER -Demonios de la Música #1-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora