#1 - Seven Moons

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  • Dedicado a Clari Niz
                                    

◘◘CAPÍTULO UNO◘◘

Avanzo entre la multitud de gente que hay a mi alrededor, intentando escapar de los gritos y los empujones. Siento cómo claman mi nombre “¡Nathan!”, mientras me escabullo rápidamente, con la cabeza gacha y sin chistar,  y con el objetivo en mente: entrar al estadio sin lastimarme. Uno de los guardias me agarra del brazo con fuerza y me arrastra hasta la entrada principal, como si fuera su muñeco de trapo. Me quejo para mis adentros y me encojo de hombros. La fama es difícil, pienso apretando los dientes.

—Esto es asombroso, chicos—asegura Frank, el guitarrista, apenas ingresamos. Es un joven rubio, de ojos oscuros, alto y musculoso. Siempre está sonriendo—. No esperaba este recibimiento.

—Pues a mí me hicieron mierda—responde Erick, el baterista, con el ceño fruncido y cruzado de brazos. Es un chico bajo, moreno y de ojos claros. Contrariamente a Frank, todo el día está de mal humor, reprochando—. Yo te digo, Laura—dice, mirando a nuestra representante—, la próxima vez camúflanos o algo. No sé, haz lo que sea. No soporto a las  gurisas gritonas.

—Tampoco es para tanto—repone ella, revisando unos papeles. Aún se oyen los chillidos de los fans—. La primera gira se la bancaron bastante bien—deja escapar un suspiro y prosigue—. Son reconocidos mundialmente, deben ser amables.

Un hombre de mediana edad y de aspecto enclenque, se aproxima a nosotros. Parece apurado.

—Disculpen—exclama atropelladamente—, pero deben ir pasando a sus camarines. Allí tienen todo lo que necesitan—traga saliva y se rasca la barbilla—. En una hora abriremos las rejas para que los fanáticos puedan empezar a ocupar sus lugares.

Laura asiente con la cabeza. Guarda sus apuntes en la cartera y se dirige a nosotros.

—La última prueba de sonido es en diez minutos, chicos. Hay que apurarnos.

Nunca deseé  ser famoso. De verdad, no es lo mío. Sin embargo la oportunidad surgió y aquí estoy. En mi corta carrera he firmado más de un millón de autógrafos y me he sacado toneladas de fotos con desconocidos. He besado miles de mejillas y he estrechado centenares de manos. Y nada de eso me molesta. Lo único que me jode es no poder tener intimidad para nada. Los fotógrafos, la prensa, las críticas. A veces me dan ataques y quiero estar solo para pensar, pero me es imposible. Y eso sí me fastidia.

Llego a mi camarín y abro la puerta. Es un lugar pequeño pero muy cómodo. Hay un sillón blanco, un  armario con mi vestimenta para el show, y un gran espejo. También, sobre una mesa de madera, hay una colección de frutas y jugos.

Sonrío. Los productores saben mis gustos. Adoro las frutillas y las manzanas. Son mi debilidad. Mi mamá siempre me las cortaba y les ponía azúcar en el desayuno, antes de ir al colegio. Era como un ritual. Para que enciendas el cerebro, me decía con ternura.

De pronto, alguien golpea la puerta. Supongo que es alguno de mis compañeros de la banda así que abro sin dudar. Pero no. Para mi sorpresa, del otro lado hay una chica. Es una muchacha de unos dieciséis años, de estatura mediana, cabello enrulado y ojos verdes. Me mira con emoción, como si yo fuera un premio o un objeto inalcanzable para ella.

—¿Hola?—exclamo, temeroso.

La chica esboza una sonrisa y deja a la vista unos brackets de color celeste.

—¡No puedo creerlo!—me dice y me abraza. Siento su calor en mi piel. Tiene un aroma familiar, delicioso, que me hace desear seguir junto a ella, como si fuera un imán.

Sin embargo, el momento es interrumpido por dos guardias que, como gorilas, se abalanzan sobre nosotros. Agarran con dureza a la joven y la separan de mí. Ella, como hipnotizada, me sigue observando, como si estuviera estudiando cada grieta de mi rostro. Me estremezco. Hay algo raro en ella.

—¿Estás bien?—me pregunta uno de los guardias—. ¿Te hizo algo?

—No. Para nada—repongo, y me quedo apreciando la escena hasta que la chica desaparece. Entonces vuelvo a mi mundo y cierro la puerta.

Miro el reloj que hay sobre el espejo: en cinco debo estar en el escenario. Me saco la remera con facilidad y noto que algo en mi espalada me arde. Me giro para ver en el espejo y reconozco un manchón rojo cerca de mi cuello. Me lo toco, pero el dolor impide que me apriete. ¿Qué es esto?, pienso aterrorizado.

Me empiezo a sentir mareado y siento náuseas, así que decido sentarme. No obstante, apenas me apoyo contra la silla, noto algo abultado en el bolsillo trasero de mi pantalón. Me paro con lentitud. Todo es demasiado extraño.

—¡Dos minutos!—se siente la voz de Laura desde afuera.

Meto las manos en el bolsillo. Mis receptores cutáneos toman contacto con una superficie rugosa y fría. Tomo el objeto con cuidado y lo saco para analizar.

Lanzo un grito de horror al ver lo que yace en la palma de mi mano.

♦♦♦

Hola! Bienvenidos a mi nueva novela. Espero que les guste :) Y si es así, haganmelo saber con sus votos y comentarios :3

En Multimedia les dejo un foto de Nathan! Gracias a Editorial Rossetti por la foto :))

Saludos :)

NO ME DEJES CAER -Demonios de la Música #1-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora