El camino ( YAOI )

Amigos, enemigos

Me mojé un poco la cara con el agua del río, era cristalina y se podía ver las piedrecitas y los peces que estaban en el fondo. Ya habían pasado día y medio desde nuestra partida y los caballos estaban agotados, después de todo, no habíamos parado ni una sola vez.
Mohan estaba intentando prender una fogata para calentar la comida y un poco de agua. Después de todo, no nos vamos a llevar el agua de este río a la boca, por más limpia que se vea, sin haberla hervido.

Podré ser lindo, podré ser rubio...pero no soy bobo. Y cuando ya Mohan había puesto el agua a calentar nos sentamos y esperamos. Recosté mi cabeza en el hombro de mi amigo y él puso la suya sobre la mía. Entonces me preguntó.

- Elian,- Hice un sonido, dando a entender que lo estaba escuchando.- como fue que terminamos así?
- No se...- Tragué un poco de saliva que se había acumulado en mi boca y mi estómago sonó. No me dio vergüenza, después de todo es algo normal de mi cuerpo. Si mi panza no gruñera, no sabría que tengo que comer. Y entonces moriría.
- Es decir,- Continuó, mientras yo me paraba y buscaba algo que comer.- no puedo creer que en un día tan bonito, en que se celebraba la llegada de un angelito a una familia... Tuvieran que aparecer semejantes rufianes.- Asentí de acuerdo con él y volví a mi sitio junto al fuego y junto a Mohan.

Me llevé unas cuantas nueces a la boca y un silencio se formó. Estaba tan tranquilo... Hasta que unas pisadas se escucharon a nuestra derecha y sentí que tenía que ponerme en guardia.

Mi amigo no tardó en pararse e ir por agua para apagar la fogata, mientras yo llenaba los termos con el agua casi hervida y desamarraos a los caballos.
Le pasé su capa a Mohan y nos montamos en los animales. Salimos corriendo!
Pero no contamos con el número de hombres que podrían ser los que iban a por nosotros. Y en un segundo, nos encontrábamos rodeados por soldados con el escudo de Hette, con un pequeño emblema en el hombro derecho.

No sabía si calmarme, pues no llevaban el uniforme de Fagfor, o asustarme, pues podrían se traidores de la corona. Atrás nuestro se escucharon otras pisadas, estas sonaban más tranquilas y luego se escuchó el sonido de una espada siendo desenvainada. Me asusté mucho y quise llorar. Pero los varones no se dieron cuenta, por lo que traíamos las capuchas puestas.

- Si no se quitan las capas, les quitaré la cabeza.- Sonó una voz muy severa, a nuestras espaldas. Miré a Mohan de reojo y el me hizo una señal de afirmación. Era mejor que nos reconocieran y, tal vez, decidan no matarnos. O que nos maten, y que se queden con el remordimiento de haber matado a un par de donceles tan importantes para el país.

Con cuidado de cada movimiento que hacía, me levanté la capucha y más de uno se sorprendió. Se miraban entre ellos, tratando de entender lo que pasaba. O mirando a ver si no eran los únicos que nos reconocieron.

Atrás nuestro, se oyó el sonido metálico de la pesada espada cayendo entre las hojas secas del suelo. También oímos una exclamación de sorpresa y el tipo que estaba detrás, caminó con su caballo hasta quedar frente a nosotros.

Me sorprendí mucho al ver esa cara en frente de nosotros. Era ese amigo de Brais!

- Su alteza!- Exclamó en un susurro de sorpresa.- Lo creímos muerto... Y los niños?!
- Seguros.- Respondió Mohan con sospecha y recelo.- Que hace aquí?
- Tengo que proteger mis tierras, no?- Me bajé de Bosco y caminé hasta este chico. Lo miré desde abajo, tomé aire y pregunté.
- Eres amigo de Brais, no?- El asintió.- Como te llamas?
- Rurik, su alteza.- Hizo una reverencia con la cabeza y yo se la devolví.
- Rurik, me haría el favor de dejarnos seguir?- Creo que se sorprendió, abrió mucho los ojos. Por un momento no supo qué decir y se le trabó la lengua. Miraba a  Mohan y luego a mí.

Luego de unos minutos, comenzó a hablar bien.
- El bosque puede ser muy peligroso y más ahora.- Como si no lo supiera de antemano.- Creo que no sería conveniente que se quedaran mucho tiempo por aquí.- Uno de sus soldados le pasó su espada.- Ayer encontramos a un espía cerca, no me sorprendería que no estuviera solo.