I. ¡Pánico en la cafetería!

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N/A: Hola, aquí les traigo mi regalo atrasado de Navidad, a petición de @Lykos20. No pensé que a tantas personas les gustaría esta idea, esta historia, pero para que vean que no soy una Grinch, decidí terminar de editar y subir el primer capítulo. Los demás serán para Enero, así que les pido paciencia.

Sin más que decir, mi persona les desea... ¡Felices fiestas! 




Entré al laboratorio de ciencias y encontrar los taburetes vacíos que mi compañera y yo siempre ocupábamos hizo que mi estomago se estriñera. Estaba preocupada. Había faltado a la clase extra de Educación Física del sábado —me había enterado de que mi equipo perdió—, y no había sabido nada sobre ella en lo que restaba del fin de semana. Intenté llamarla, cuando recordé que había perdido su teléfono en un baño público y tampoco había estado online en sus redes sociales.

Dejé caer mi mochila a un lado de mi asiento y me senté en el taburete próximo a la ventana. Eché los brazos sobre la mesa y coloqué mi cabeza sobre ellos. No me encantaba la idea de pasar otro día sola, pero tampoco quería la compañía de cualquiera. No necesitabas una tarjeta exclusiva para ser mi amigo, con que no fueras demasiado problemático bastaba.

Cuando escuché el taburete de al lado hundirse por el peso, me reincorporé de inmediato.

—¿Nicole? —pregunté esperanzada, pero todo amago de emoción se esfumó cuando me encontré con unos ojos ajenos a mí persona.

Lo primero que pensé fue: ¿Por qué demonios está usando una gorra en el salón de clase? No hace sol aquí.

—Hola —me dijo inclinándose ligeramente en el asiento.

—¿Te conozco? —le pregunté con poco entusiasmo, mientras levantaba una ceja.

—No, por supuesto que no —el efecto de la ceja no fue bien recibido, porque me respondió con una sonrisa y continuó hablando—: Mi nombre es Danny. Tal vez me conozcas de...

—No, no te conozco de nada —le interrumpí en el instante que me percaté de que venía a fanfarronear conmigo.

Él me mostró las palmas en señal de rendición, lo que solo logró molestarme. No era como si lo fuera atacar.

—Entiendo que todavía estés molesta conmigo, pero quiero aclarar que sólo venía a disculparme —de repente, su mano interrumpió en mi espacio personal y se posó sobre mi hombro—. Y que supieras que no lo hice apropósito.

Este sujeto estaba loco y estaba a punto de hacerlo saber de una manera no muy amable, cuando levanté la mirada y me encontré con una Nicole boquiabierta.

Desde luego él miró en dirección adonde yo observaba.

—Lo siento, ¿es este tu asiento? —le preguntó, al ritmo que se puso de pie.

—Sí, ese es su asiento —contesté en voz alta, y Nicole me fulminó con la mirada por alguna razón.

—Ya tendremos ocasión para seguir hablando —me dijo, y antes de irse, me hizo el gesto que todo galán de pacotilla maneja a la perfección...

Me guiñó el ojo.

Amy y sus seguidoras estaban entrando al aula, y cuando se cruzaron con él, intercambiaron palabras.

Lo que despertó mi interés, y no me hizo apartar la mirada de inmediato, fue el hecho de que ella volteara a verme y me dedicara una mueca de espanto. Ahora moría por saber lo qué el chico de la gorra le había dicho. Tal vez pudiese usar esa información para tenerla a mi merced después.

Conduciéndome a la locuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora