capítulo 2: rutina de la soledad

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Si dijera que una vez que hubieran enterrado a mis padres estuve un poco mejor o que con el paso del tiempo (y al paso del tiempo hablo de años) dejo de doler un poco, es mentira.
Recuerdo cuando volví a la escuela al otro día de que enteraran a mis padres, todos me miraban peor que a un asesino serial, trate de hablar con mis amigos pero todos me ignoraban y cuando les mandarles un mensajes preguntándole que estaba pasando ellos respondieron que ya no podíamos ser amigos y luego no respondieron más.
Si perder a tus padres es duro, no se imaginan lo que es perder a tus amigos al mismo tiempo, el dolor que sentía era insoportable, mi vida se había vuelto una completa rutina entre tres sitios.
Que se basaba en ir a la escuela por las mañanas donde nadie si quiera me dirigía la mirada, por la tarde ir a trabajar en donde sólo era la sombra de mi padrino y por las noches estar en la enorme casa llena de recuerdos que me atormentaban, quedar dormida en algún rincón de ella estudiando o revisando papeles de alguna empresa y despertar por una nueva pesadilla luego mi padrino apareciera corriendo y me calmará llevándome a la cama.
Él era una de las pocas personas que me quedaban, junto a mi amiga que estaba muy lejos pero creo que hablaremos más tarde de ella.
El dolor era una de las cosas que estaba en mí mente al estar en casa o trabajando pero en la escuela después de un año ya no lo podía sentirlo pero si el rencor, al ver como todos seguían sus vidas como mis amigos se habían vuelto populares.
Me había convertido en la anti yo, deje de ser la dulce, compasiva, alegre y feliz de Diana para convertirme en una fría, dura sin sentido del humor y todo eso por el dolor y el rencor, quien pensaría que las emociones eran tan poderosas.

Los Guardianes Elementales 1: La Princesa Lunar Where stories live. Discover now