Prologo

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Prologo.

Corría tras un enorme y robusto ratón totalmente desconcentrada la joven gata de pelaje negro y patas blancas, había dejado ya muy atrás a sus nuevos amigos y sin notarlo se había acercado más al territorio del que se alejó hace un tiempo y en que podía encontrar a los que antes llamaba amigos. Todo a su alrededor parecía muy tranquilo, hacia el bosque no se lograba ver el menor rastro de movimiento, y hacia adelante nada había cambiado mucho, todo el ruido que podía oírse era el que producían los dos patas desde sus casas o más allá el de sus monstruos en sus campos de cultivo, pero incluso esos ese día parecían haberse callado. El tiempo parecía congelado allí mismo y eso resulto en una antojadiza invitación a la gata de curiosear un poco más. El breve instante en que se distrajo por aquel paisaje y sus recuerdos fue suficiente para que perdiese al ratón que la llevo hasta allí, pero que importaba, ese lugar estaba repleto de ellos, como le dijo alguna vez Sierra Leona – Donde haya dos patas siempre habrán ratas y ratones.-

Se escurrió sigilosa entre unos arbustos y llego a la parte trasera de la última casa de dos patas de una línea de varias, todas ellas estaban habitadas y en la mayoría podían encontrarse mínimos caseros, en esa reconoció a uno regordete de pelaje claro con las patas y la cara oscuras, ya lo había visto antes y en muchas ocasiones ella le robo su comida pero esta vez la gata prefirió ignorarlo.

Camino más relajada rodeando la casa de los dos patas y llego al que era el final también de un sendero atronador, allí vio un par de monstruos extraños, de esos que ingresaban a los campos de cultivo, aparentemente dormían; con esa misma tranquilidad se acercó más y tomo el rumbo de uno de los caminos rectos que cortaban los campos de cultivo, las plantas allí eran todas idénticas, largas y elevadas hacia el cielo.

En la distancia observo a un par de gatos caminando y le llamo la atención acercarse a ellos pues le parecían desconocidos, una macho gris oscuro de gran tamaño y otra de pelaje amarillo manchado a su lado, definitivamente no los había visto antes por allí pero el rastro oloroso que dejaron si le resulto familiar, tardo unos segundos en reconocerlo pero luego estuvo seguro, era muy parecido al que tenían Sierra Leona y Fango, sus nuevos amigos.

El temor de no saber de quienes se trataba y que tan amistosos podrían ser la detuvo, prefirió dejarlos caminar un poco más y observarlos con una prudente distancia, cuando se disponía a caminar nuevamente un maullido conocido la hizo volver la mirada – Pimienta que sorpresa verte por aquí – le dijo un macho atigrado.

- Caco, tienes razón no caminaba por aquí hace algún tiempo – respondió la gata de pelaje negro y patas blancas.

El atigrado ya la había alcanzado y empezó a olfatearla – Sigues viviendo en el bosque por lo que veo, ¿No te dan miedo esos gatos del bosque? Han matado a varios que se acercan por allá.

La gata respiro profundamente y luego respondió – Si, son peligrosos, pero ya aprendí a evitarlos, no es muy difícil, ya te enseñare como hacerlo para que puedas ir por allí y robarles algunos conejos o aves. –

- Si, por aquí solo hay ratones y me provocan esas presas de las que hablas. – respondió animado Caco,

Pimienta entonces recordó a los gatos que vio antes, giro la mirada hacia atrás pero ya se habían alejado y aprovecho la presencia de su amigo para preguntar – Caco, vi a un par de gatos que no conozco, un gris oscuro y una amarilla, ¿Son nuevos por aquí?. –

- Si, vienen del bosque me parece, han estado asechando el lugar y han conversado con algunos de los que vivimos aquí, aun no me los he chocado pero Quinqui me conto que algo raro se traen entre patas y algo quieren de nosotros. – le contó el atigrado.

De pronto el semblante de la gata cambio a uno de susto y preocupación se dispuso a hablar pero fue interrumpida por su amigo – No es necesario que preguntes, ellos no olvidan lo que ocurrió con su hermano y esos perros, será mejor que no te vean por aquí. – le dijo.

- Esos cerebros de ratón nunca me perdonaran, será mejor que me vaya de aquí, me he arriesgado mucho al venir, adiós Caco – ya se había alejado unas colas de distancia cuando volvió a su viejo amigo – Ojala pueda verte después Caco, acércate al bosque cuando quieras para compartir un conejo... extraño un poco vivir aquí – dijo con tristeza.

- Yo también te extraño Pimienta pero es mejor que estés alejada, si Gamberro te ve te dará una paliza brutal – le respondió el atigrado para luego correr e internarse entre los cultivos de los dos patas.

Pimienta tomo el mismo rumbo de regreso, llego a las casas de los dos patas y allí no soporto la tentación de buscar algo de la comida de los mininos caseros, salto el cerco blanco y camino directamente a un rincón ya conocido, sacio su hambre y luego salió en busca de sus nuevos amigos.

Dio algunos pasos e iba moviendo la cola muy despreocupada hasta que le sorprendió una voz entre los arbustos – Tendrás que olvidar esas costumbres Pimienta, ya aceptaste venir con nosotros y eso significa que aceptes también nuestro modo de vivir.

- Fango, me asustaste... pero dime, ¿A qué te refieres? – le respondió aunque sabía bien lo que le fastidiaba al macho de pelaje marrón.

- Hueles a comida de minino casero, se las robaste no es así, debieran darte asco, parecen cagarrutas de ratón – exclamo Fango.

Ella agacho la cabeza en un gesto aparentemente avergonzado pero en realidad lo que hizo fue esconder una pícara sonrisa, no tardo mucho y contesto - No te preocupes, si encontramos a tu clan y ellos me aceptan no me acercare más a los dos patas. – maulló la gata.

Eso será prontoPimienta, muy pronto.

LOS GATOS GUERREROS - Más allá de los Clanes - Dos Caminos (Segundo Libro)Where stories live. Discover now