VI

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—Nunca había oído de ti...—admitió Alexander.

Madison se quedó admirada y algo decepcionada, es decir, era difícil creer que sabía de la existencia de Emma, y no de ella, que era la chica más popular del instituto.

—Yo... soy amiga de Emma, y te escuché gritar su nombre. ¿Sucedió algo?

—No, está todo bien.

—Esas lágrimas no dicen lo mismo. —Ella limpió las lágrimas con su mano.

Alexander solo la abrazó y lloró mucho más. Era muy delgada, así que era agradable abrazarla, pero no tenía el aroma de Emma ni tampoco era Emma.

Ella le sobó el cabello y dijo:

—Tranquilo... ¿Quieres olvidarte de todo? —preguntó ella—. ¿Conmigo?

Alexander alzó las cejas, como preguntando si se podía.

—Mira. —Ella abrió su maleta y le enseñó una botella de licor.

—Yo no bebo —expresó él, algo dudoso.

—Hay que olvidarse de todo... por hoy.

Alexander miró un rato el licor, pensó e hizo algo que a Madison le sorprendió. Tomó una botella, la abrió rápidamente y comenzó a beber desesperadamente.

—¡POR TI! —Alexander gritó. Claro, él se refería a Emma.

Madison no sabía para quién era ese brindis pero ella también bebió con él. Alexander bebió mucho más que Madison, e hizo cosas que no recordó.

En ese tiempo, Emma ya había salido del baño y Chloe regresó con su té.

—¿Te sientes mejor? —preguntó Chloe, entregándole el té a Emma.

—Algo... —mintió. No te puedes sentir mejor en tan poco tiempo de algo tan impactante sin nadie que te consuele.

Viernes 16 de agosto del 2013, 11h07 a.m.

Emma se había alejado totalmente de Alexander y Madison. Ahora, estaba muy a gusto con Bruno y Chloe, pero lo malo era que todo había vuelto a ser como antes: críticas. Tal vez era porque ya no se la veía hablar con Alexander, pero a ella ya no le afectaba, estaba ya acostumbrada a eso.

El sábado que la madre fue a visitar a Emma, fue el mismo sábado que Emma durmió con Alexander. Emma no la vio, ya que Chloe le dijo que ella estaría muy ocupada el día completo, así que su mamá se fue de nuevo. Ya te imaginarás porque Chloe mintió sobre eso. Emma se enteró una semana después de lo sucedido y se rio mucho.

Alexander empezó a salir con Madison, todos pensaban que era por la belleza y popularidad de ella, pero nadie, aparte de ellos dos, sabía la verdadera razón.

Chloe iba pasando por la cancha de golf. De repente escuchó una discusión en los vestidores. No le dio importancia hasta que se fijó en la voz masculina. Era Alexander.

—Madison, escúchame —dijo Alexander.

—No, no te voy a escuchar, ya finalizamos el tema.

—Agh —gruñó—. Mira, yo me haré cargo del bebé, pero no quiero seguir con esta farsa, eso de ser tu novio... Mira, tú sabes que yo en realidad quiero a...

«¿Del bebé? ¿Cuál bebé? O sea que Alexander no quiere a Madison, sino a alguien más. Y ese alguien más sólo podría ser Emma. ¡Sí! Es decir, ¿eso es bueno?», pensó Chloe.

—¡Cállate! —gritó Madison—. Ni la menciones a esa gorda. ¿Cómo la puedes querer? Tan sólo la conociste tres días, deja de mentir.

—Tú no sabes nada, ¿bueno? —Alexander se iba frustrando cada vez más por la arrogante actitud de Madison.

Una historia de bulimia másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora