¡No me voy a enamorar!

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      ¡Genial! mi primer día de clases y  tengo que correr como estúpido a algebra. ¡Maldita alarma!  Y lo peor de todo es que seré el "niñito extranjero nuevo”. Odio esto, estaba perfecto en Inglaterra, pero por desgracia mis padres decidieron mudarse a Japón, sin mi opinión, claro, y terminé inscribiéndome de último momento en el prestigioso y famoso " Instituto Sheika". Claro que lo de famoso y prestigioso aún está en tela de juicio porque a mi punto de vista esta mierda que tiene por nombre “instituto” es un basurero comparado con mi antiguo establecimiento en Inglaterra.

     Justo antes de que cerraran la puerta corrí lo más rápido que pude, y entré a tiempo. Me di cuenta que muchos de los alumnos estaban, sin preocuparse por las clases, en el jardín del instituto. Yo, en cambio, me apresuré a pasar por la multitud, abriéndome paso (no muy gentilmente) por el gentío.

— ¡KYAAAA! ¿Ya has visto al chico nuevo?

— ¡Sí,  que mono esta!

—Qué facciones tan delicadas y finas tiene.

     Mi plan de no llamar la atención se quebró en mil pedazos. Maldición ¿Creen que no puedo escucharlas? Detestaba a las mujeres que se lanzaban a los tíos sin conocerles, como mínimo,  un poco. Buena parte de la población femenina solo se fija en la apariencia, eso es algo que me fastidia. Es molesto y lo único que consiguen es mostrar su parte de “mujeres desesperadas”. Joder...irritantes al extremo.

     Seguí caminando, ignorando el alboroto a mí alrededor, tratando de ser puntual; sin embargo no sabía en dónde quedaba la clase de algebra, pero si seguía perdido en los pasillos posiblemente jamás la encontraría. Empecé a caminar rápido, acelerando el paso. De alguna manera tenía que llegar a mi destino y correr me había parecido la única solución posible...pero resultó ser una mala idea. Por ir con prisa choqué fuertemente contra alguien, tirando mis cuadernos y los de esa persona al suelo. Nada amortiguo mi caída. ¡Vaya que dolía! 

—FIJATE POR DONDE CAMINAS ¡IDIOTA! —Gritó la persona que se encontraba a escasos centímetros de mí. Estaba en el suelo, aunque ya se estaba incorporando. 

     Nada como tener enemigos el primer día de clases. ¿Verdad? ¿VERDAD?

— ¡Ay...! — Musité quejándome un poco de dolor —. Perdona. Fue un accidente.  Voy tarde a clases y... 

     Fijándome bien había tropezado con un tío, sí. Tenía la dura mirada puesta en mí, examinándome y seguramente pensando en que yo era el nuevo y bla bla bla. Su rostro era atractivo, y esas estupideces que dirían las chicas. Rubio, alto (endemoniadamente alto y eso que yo no soy nada pequeño), sus ojos eran grandes y un poco rasgados (¿también era extranjero?) y tenían un color dorado, piel pálida y fina, delgado (pero musculoso). Eso era lo que me preocupaba, el maldito engendro era musculoso, no mucho pero lo suficiente como para dejarme noqueado si así lo desease. Aunque yo no soy un debilucho las probabilidades de ganar eran... ¿30%? Y eso si corría con suerte.

—Me has estropeado el trabajo. Estúpido— Soltó enfurecido señalando el suelo. 

     Bajé la vista para ver lo que señalaba. Allí, en muchos pedazos, se encontraba lo que antes había sido una maqueta de no sé qué rayos. Pero el tipo tenía razón, estaba partida por la mitad, destrozada y rasgada. 

     ¡Eh! pero esa no había sido toda mi culpa, el bastardo tampoco había notado que yo iba por ahí. Y lo que me molestaba en demasía era su presencia ¿Creía que yo iba a tener miedo? Sí seguramente, y eso era algo que no permitiría. Así que sin ninguna pizca de temor me puse a gritarle. 

— ¡YA TE HE DICHO QUE FUE UN MALDITO ACCIDEN...

     Antes de terminara la frase, el desgraciado me tomó por la camisa, jalándola y con ella a mí. Con un movimiento brusco hizo que me pusiera de pie  y con fuerza me colocó contra la pared.

¡No me voy a enamorar! (Yaoi)Where stories live. Discover now