SABOR A CHOCOLATE

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I

Eleonor Trap dirigía una fábrica.

Una fábrica de chocolates en Suiza.

Eleonor Trap descendía de una familia de húngaros americanizados que modificaron sus apellidos al llegar a Estados Unidos.

Eleonor Trap cojeaba de la pierna derecha desde su infancia. Su tío Adrian Troadec la invitó a Suiza en los años sesenta.

Eleonor tenía 23 años cuando vio por primera vez la Europa de sus antepasados.

No sabía que el chocolate cubriría su vida desde aquel instante.

2

Cuando llegó a Suiza en su primer viaje adulto en avión, vómito sobre suelo helvético. Se juró no volver a viajar por aire en toda su vida. Eleonor no cumplió su promesa.

En el aeropuerto la esperaba Adrian Troadec. Tenía un enorme bigote con las puntas enroscadas. Ésa fue la primera imagen de su tío Adrian: unos enormes bigotes enroscados, en un cuerpo alto y poderoso, cubierto con un sombrero verde con una plumita.

Eleonor Trap sintió miedo. Estaba por primera vez sola. Por primera vez en un país extranjero. Y estaba por primera vez con su tío Adrian. Adrian Troadec.

3

Eleonor Trap comprendió rápidamente que, a pesar de sus recelos, Suiza era la tierra más bella del mundo.

Era 1963. Otoño de 19631. Martin Luther King acababa de proclamar al mundo: "Tengo un sueño".

Eleonor tenía 23 años.

4

Adrian Troadec llevó a Eleonor a ver la pequeña fábrica de chocolate donde habría de trabajar.

La sonrisa del tío Adrian se iluminó por primera vez debajo de sus bigotes mostrandole la pequeña fábrica de chocolate.

Adrian era viudo sin hijos.

Eleonor supo que aquella fábrica sería suya.

Con el poder de saberse dueña de todo lo que había frente a sus ojos, metió el dedo en el chocolate y lo probó. Le resultó ácido y amargo.

- ¡Que le añadan más azúcar !- sentenció Eleonor.

Adrian sólo guardo silencio. En ese momento comprendió que acababa de comenzar su jubilación. Mirando a Eleonor, contemplando su fuerza y determinación, le embargo la nostalgia y le inundó el recuerdo vivo de su mujer, Alma.

5

Alma Trapolyi tocaba el violonchelo en la pequeña orquesta de la escuela intermedia. Era 1922, los fascistas marchaban hacia Roma. Alma Trapolyi tenía 16 años. Adrian observó que destacaba entre todas.

Para él destacaba entre todas.

Pero tardó muchos años en llegar a conocerla. Desde entonces acudió a todos los conciertos de la escuela intermedia y más tarde, cuando ella concluyó sus estudios, la estuvo buscando en las otras pequeñas orquestas de la ciudad hasta que la encontró en la orquesta del Conservatorio. Adrian Troadec, entonces, era sólo un jovenzuelo alto y desgarbado que vendía leche puerta a puerta y que olía siempre a vaca.

6

El joven Adrian Troadec lo intentó todo para conocerla.

El joven Adrian Troadec era muy metódico y elaboraba planes siempre a largo plazo. Para conocerla, pues, intentó aprender también violonchelo en una escuela de música, pero los profesores, por su altura, le aconsejaron que tocara el contrabajo. En sólo un par de meses el maestro de música le dijo que abandonara, que su oído no se llevaba bien con la afinación temperada.

Tas la desolación de su primer intento, procuró conseguir un trabajo en el Conservatorio como mozo, un trabajo que - pensó - le daría la posibilidad de rondar por el escenario y los ensayos de la orquesta. Pero nunca había un puesto para él ni para nadie. 

Un día repartiendo leche, reconoció al Director de la orquesta del Conservatorio y a partir de aquel día intentó entablar conversación, pero sin saber por que nunca llegaba a cruzar más de cuatro palabras con el maestro. 

Un día que no estaba el director pudo entrar hasta la cocina. Al pasar frente al salón de la gran casa vio un tablero de ajedrez con la partida empezada.  

- Aprenderé a jugar ajedrez - se dijo. 

El joven Adrian Troadec llegó al ajedrez por amor. El amor fue su primer maestro.

7

Su segundo maestro de ajedrez fue Alejandro Alekhine, vencedor del primer campeonato soviético en 1920 y recién llegado a Lausanne. 

Alejandro preparaba el campeonato del mundo en la paz de la tranquila Suiza y daba clases a cuenta del Cantón de Vaud, que lo mantenía en busca de beneficios posteriores. 

Alejandro Alekhine intuyó una fuerza oculta en la mirada del joven Adrian Troadec y lo preparó paciente y meticulosamente, casi hasta la extenuación, durante los siguientes tres años. Hasta que consiguió hacer de él el campeón de Suiza. 

Después Alejandro Alekhine abandonaría Suiza para ganar el campeonato del mundo en 1927, corona que mantuvo hasta 1935, y que volvió a recuperar dos años más tarde y mantuvo hasta su muerte en 1946. 

Alejandro Alekhine - diría más tarde Adrian - le obligó a hacer un gambito de dama. 

Sacrifico tres años de su vida para conocer a un hombre que quizá podría abrirle las puertas para conocer a una mujer que quizás podría estar interesada en él. 

Y le salió bien la jugada: no sólo conoció al director de la orquesta y se hizo su mejor compañero de juego sino que Alma Trapolyi resultó ser su hija, y por ganar el campeonato de ajedrez pudo dejar su trabajo de repartidor y dejar de oler a vaca.

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