Capitulo 10

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Ya casi acaba el mes de octubre y yo estoy en mi segunda semana de trabajo. Robert se ha mostrado distante y me da igual. - un poco... no tan igual - Por su culpa tuve que usar medio kilo de corrector de ojeras está mañana.

Toda la noche me la pase pensando en la proposición que me hizo ayer. En todos los pros y los contras existentes en la situación, aún seguía en un 50 y 50. Si bien lo deseaba fervientemente - con cada poro de mi cuerpo - el dejar pasar todo lo que sucedió, no se me hacía muy fácil. Aunque la manera en como vino Robert hoy al trabajo, pone el juego 51 - 50... a su favor. Tiene unos jean oscuros con una camisa de vestir blanca y unos deportivos negros, hoy parece todo, menos un gran empresario. De pronto me entra una piquiña en el cuello de pensar si se habrá arreglado para la entrevista con esa mujer voz de zorr...

No me debería importar para quien se viste... o se desviste. Con ese pensamiento me siento más molesta que antes.

Robert no ha regresado de su almuerzo con los inversionistas. Antes de salir me mandó a arreglar la oficina para la reunión con la reportera.

Me dirijo a la oficina y ya al frente del escritorio voy recogiendo los papeles que ha dejado antes de salir, su portátil quedó abierta y encendida. Tomo todo el autocontrol que poseo para no revisarla como una total acosadora.

Entre los papeles encuentro los libros contables del mes. Esta mañana vino Salvador Rodríguez - el contador - imagino que su reunión fue para esto. Esto si tengo que verlo. Deje pasar la primera pero los libros si debo ojearlos.

En las primeras páginas se ven las grandes ganancias por parte de las sedes más importantes, pero a medida que avanzo hacia las trasnacionales más pequeñas se van notando ciertas perdidas, que si bien no son abruptas individualmente, en la suma colectiva hacen una gran cantidad.

- Esto es tan extraño... - digo para mí misma, las observaciones contables me hacen arrugar el ceño.

En eso escucho como se abren las puertas del elevador y mi corazón empieza a latir muy fuerte. Parezco una adolescente. Guardo todo y lo arreglo antes que entre. Todo esto es tan gracioso que me tengo que morder el labio para no reír.

Robert entra y yo pongo como acto reflejo mis manos detrás en la espalda nerviosa. El me mira extrañado.

- ¿Qué hacías? - pregunta.

Ahí no lo aguanto y me estalla la risa, los nervios siempre me juegan una mala pasada. Me rio hasta que me salen lágrimas en los ojos y me tengo que agarrar de la punta del escritorio. Robert solo me observa, algo divertido. Tomo varias respiraciones para calmarme.

- Lo... Lo siento. - respiro fuertemente y suelto el aire por la boca - Estaba arreglando la oficina señor.

- Está bien. - se pone un tanto serio - Katherine viene en... - mira su reloj - alrededor de 20 minutos. Avíseme cuando llegue.

- ¿Katherine? - la pregunta sale de mis labios sin que lo pueda evitar, sin filtro. Ni siquiera pude evitar ese tono de gran curiosidad por el que Robert ahora sonríe de medio lado de manera arrogante.

Placeres Ejecutivos - Emmgy R.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora