Capitulo 8

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—Voy a tener que limitar mis visitas a este centro —Nathan suspiró aliviado—. Así que Steve, tendrás que aprender a venir solito.

            Steve no respondió, pero sus mejillas se tiñeron ligeramente de rubor. La sonrisa de Nathan se amplió al verlo.

            —Vete al diablo —dijo muy gravemente—. Y por mí, puedes perderte ahora mismo.

            Lenta, muy lentamente dejó el grupo y atravesó el patio. Nathan corrió tras él y le enganchó del cuello.

            —¡No te enfades, tío! —gritó divertido.

            Amanda y Alyx se miraron y comenzaron a reír antes de acercarse a ellos. Se había despertado la curiosidad de Alyx. A primera vista Steve parecía un antipático, pero en esos breves instantes le había parecido un chico muy dulce. Se preguntó cuál de los dos era el real.

            —¿Alyx?

            Se volvió hacia Arya y Miriam. Conocía muy bien esos rostros. Las dos la miraban con sorpresa, desviando los ojos hacia Steve y Nathan.

            —Hola... eh..., esta es Amanda.

            Amanda saludó con una sonrisa sin decir nada.

            —¿Qué tal? —interesó Arya educadamente.

            —Ellas son Miriam y Arya.

            —Ayer te marchaste corriendo y no volviste a clase —le reprochó Miriam, sin apartar una disimulada mirada de Steve—. ¿Ocurre algo? ¿Qué tal la herida de la cara? Deberías ir al médico, no me gusta el aspecto que tiene.

            En aquel momento Nathan dejó de molestar a Steve y se giró para mirarla.

            —Es verdad. La herida tiene muy mala pinta —dijo.

            —Después de clase te la curaré —se ofreció Amanda, rozando la cicatriz. Alyx sintió un dolor agudo y se apartó.

            —¡Duele!

            —Oye, ¿has estado hablando con Steve? —se interesó Arya en un susurro, intentando que Amanda no la escuchara.

            —Es una historia muy larga.

            —Tengo todo el día si lo precisas —insistió.

            —¡Alyx, ya te curo yo la herida! —se ofreció Nathan sin soltar a Steve—. O, tal vez, Steve esté encantado de hacerlo...

            Steve aprovechó el momento de confusión para darle un codazo. Nathan cayó al suelo de rodillas.

            —¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! Eso ha sido un golpe muy bajo —gimió.

            Steve no se giró para mirarlo; se arregló la corbata y la chaqueta y miró hacia delante.

            —Te la debía; por lo de ayer —dijo, y entró en el edificio.

            —¿Por lo de ayer? —se interesó Amanda. Se arrodilló al lado de Nathan y enarcó las cejas de forma interrogativa.

            —¡Ay! ¡Ay! Ayer sucedió algo... —Se levantó con esfuerzo y dirigió una significativa mirada a Alyx—. Nos veremos después de clase. Chicas... —Sonrió radiante a Arya y a Miriam—. Soy Nathan, que a mí nadie me presenta, un placer conoceros. Si queréis una cita hacédmelo saber. Adiós, nos volveremos a ver. ¿Nos vamos, Amanda?

Cazadores de ángelesWhere stories live. Discover now