Capitulo 2

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—¿Volvemos juntas a casa? —preguntó Miriam, recogiendo la mochila—. Ha sido un día muy largo.

            —Claro, ¿Vienes, Alyx?

            —No, aún tengo que hablar con la profesora de gimnasia.

            —Podemos esperarte —afirmó Miriam—. ¿Dónde se habrá metido Alex?

            Era increíble la facilidad con la que todos habían comenzado a dirigirse al nuevo profesor de arte como Alex, pero Alyx aún no había visto que alguien se hubiera atrevido a llamarlo así

            —Cuanto más lejos, mejor —soltó Arya rencorosa—. Puede que sea guapo, pero tiene toda la pinta de ser un monstruo.

            —¡No exageres! Seguro que fuera de clase es un cielo.

            —¿No es demasiado joven? —las cortó Alyx, acercándose a la ventana. Los alumnos, en parejas o en grupos, iban alejándose del patio.

            —¿Joven? —repitió Miriam extrañada—. Claro que sí. Si no lo fuera no sería tan interesante.

            —No hacéis buena pareja —bromeó Arya. Miriam le sacó la lengua—. ¿Te esperamos, Alyx? Si quieres podemos acompañarte.

            Alyx se planteó la posibilidad pero desechó rápidamente la idea.

            —No hace falta —aseguró—. Nos vemos mañana.

            Bajaron juntas hasta la puerta principal, y tras volver a despedirse, Alyx se alejó hacia el edificio que se encontraba tras el instituto. Había sido un día extraño, pero su primer día de clase no había sido tan duro como esperaba. Alexander había parecido un ogro a los pocos minutos de entrar a clase, pero tenía que reconocer que explicaba muy bien y había algo diferente en cómo lo hacía. ¿Fascinación? Alyx sonrió como una tonta y sacudió la cabeza.

            Y también estaba Steve.

Había estado apareciendo y desapareciendo durante toda la mañana. No parecía prestar mucha atención a lo que los profesores decían y, aunque estaba constantemente rodeado de gente, no parecía estar a gusto entre ellos.

Bueno, al menos había terminado el primer día y seguía de una pieza. Katrina no le había prestado demasiada atención y admitía que entre unos y otros comenzaba a resultarle ligeramente interesante su nuevo instituto.

            —Debería haber traído algo más de abrigo —susurró al sentir un escalofrío.

            Fue en aquel momento cuando oyó unas voces no muy lejos de allí. Tras el patio, apartada de los dos edificios, se levantaba lo que parecía ser un pequeño recinto rodeado por un muro de piedra blanquecino. Era imposible distinguir lo que se encontraba en su interior, pero los candados y las diversas cerraduras que sellaban la única entrada, evidenciaban la intención de que nadie pudiera entrar. La poca luz del día no parecía conseguir iluminar aquel lugar, obligándolo a permanecer en las sombras que producía oscuridad. Alyx forzó la vista, intentando averiguar la identidad de las dos figuras que se encontraban cerca de la entrada del recinto. Con cuidado, fue deslizándose aferrada a la pared de piedra blanca hasta llegar a la esquina. Asomó ligeramente la cabeza. Desde allí, las figuras de Steve y Alexander se distinguían perfectamente.

            —¿Qué haces aquí? —preguntó Steve. Tenía los puños cerrados con fuerza y los mantenía a los lados con esfuerzo.

            —¿No es evidente? —respondió Alexander con indiferencia. El profesor tenía la cabeza alzada, y parecía tener un especial interés por el cielo grisáceo que se extendía sobre él—. Soy profesor de arte.

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