Capitulo 20

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Iba a la deriva. Flotaba a una gran velocidad, pasando casas, árboles y personas que perdían su apariencia real y se convertían en figuras deformes, como puntos y rayas multicolores a su paso. Alyx levantó la cabeza y observó lo que se extendía ante ella, a lo lejos, al final de todo su mundo conocido y sintió una punzada de pánico. No había nada. Sólo una negrura infinita y densa la recibía y esperaba impaciente recibirla y tragarla, condenándola a la eternidad.
NO, se oyó gritar, aunque sus palabras nunca salieron de sus labios.
Alyx trató de escapar, de luchar contra la corriente que la arrastraba, pero no lo conseguía. Miró aterrada como seguía siendo empujada hacia el abismo, sin nada que pudiera hacer para detener el avance.
-Ya no puedo ayudarte.
La figura de Amanda apareció de la nada, mostrándose nítida ante ella como si estuviese allí realmente.
-Estás muerta -susurró Alyx.
-No puedo ayudarte, de verdad, Alyx. Lo siento.
-Estás muerta -repitió confusa.
-Lo estoy -aceptó Amanda con humildad-, pero no dentro de ti, ¿verdad?
Amanda sonrió y su rostro se iluminó como tantas veces la había visto hacerlo.
-Amanda... perdóname.
Alyx sintió como se le humedecían los ojos y Amanda dejó de sonreír.
-¿Por qué? Tú no tienes la culpa de mi muerte.
-Si hubiese podido... -si tan sólo hubiera sido un poco menos cobarde...
Amanda sacudió la cabeza.
-No..., yo te fallé. Mi deber era protegerte y mira como te encuentras. -La cabeza de Amanda se giró hacia la negrura que cada vez estaba más y más cerca-. Ahora ya no puedo protegerte. No puedo cumplir con mi promesa. Pero tú eres fuerte. Podrás salvarte tú sola.
-¿Qué...? No te entiendo... No soy fuerte...
-Te equivocas. Fuiste capaz de matar al ángel. Me salvaste.
-No, no lo hice...
Alyx notó como las lágrimas descendían por su mejilla. No pudo salvarla, y dolía tanto su pérdida...
-Lo hiciste. Mi muerte estaba dictada, pero la tuya aún no ha llegado -Los ojos de Amanda se abrieron exageradamente y señaló hacía la oscuridad que prácticamente las rozaba-. Este no es tu destino. Lucha, hazte fuerte aunque no seas un Cazador y sobre todo vive... vive por las dos.
Por las dos...
-No puedo, no yo sola... tengo miedo...
Alyx miró aterrada la densa oscuridad que se alzaba ante ellas, que comenzaba a absorberlas y notó como una mano fuerte, excesivamente fuerte se aferraba a su brazo y se giró para mirar el rostro sonriente de su amiga a escasos centímetros de ella.
-El miedo no es malo, pero sí inútil. Afronta tus temores y da prioridad a lo que sea importante para ti.
-Tú eras importante para mí.
La sonrisa de su amiga se ensanchó con gratitud.
-Esto es lo último que puedo hacer por ti.
-¿Qué?
Amanda empujó de ella con todas sus fuerzas, alejándola del abismo mientras la negrura se la iba tragando. Alyx iba recorriendo el mismo camino que había dejado atrás, alejándola de la oscuridad y de Amanda. Alzó una mano y gritó el nombre de su amiga, sintiendo como las lágrimas le quemaban la piel.
-Yo ya no tengo esa opción. Elige vivir, amiga. Lucha, vive y cuida de ellos...
Alyx gritó desesperada, observando con impotencia como Amanda era completamente absorbida por la oscuridad. Después, el abismo fue cerrándose lentamente ajeno a la desesperación de Alyx y, cuando finalmente se cerró, todo quedó sumergido en una profunda luz brillante.
-¡Amanda! -chilló, incorporándose bruscamente.
-Alyx, cariño...
Alyx se vio abrazada por su madre antes de que tuviera ocasión de darse cuenta de que seguía en el hospital y que todo había sido un sueño. Tenía todo el cuerpo cubierto por un desagradable sudor frío y sintió un terrible frío de pronto. Dejó que su madre la estrechara con fuerza mientras sollozaba débilmente. ¿Tanto se había preocupado? Levantó un poco la cabeza y vio a Richard un poco apartado de la cama, observando la escena y teniendo la amabilidad de no intervenir. Alyx se sintió avergonzada por su comportamiento egoísta, caprichoso e infantil hacia él. Apoyado en la pared, con los ojos cerrados y cruzado de brazos se encontraba Alexander, sereno, atractivo y completamente ileso, sin un solo rasguño que diese algún indicio de la experiencia que habían vivido.
-Mamá ya basta -susurró.
El brazo comenzaba a dolerle horrorosamente por culpa de la incómoda posición en la que se había incorporado y la presión del cuerpo de su madre ejercía sobre el de ella.
-Querida su brazo... -intervino Richard, algo indeciso de si debía decir algo o no.
-¿Qué?
Su madre se apartó y la miró con los ojos rojos y las mejillas mojadas.
-Mi brazo...
Los ojos de su madre se desviaron hacia su brazo escayolado y, aunque estaba segura de que aquella no era la primera vez que se daba cuenta de ello, se echó una vez más a llorar. Richard se apresuró a llegar a su lado y le pasó un brazo por los hombros para reconfortarla.
-Mamá estoy bien, de verdad. Sólo son rasguños. Richard, por favor...
Los ojos de su padrastro se encontraron con los suyos unos segundos antes de que él sonriera débilmente, tal vez con la esperanza de poder llegar a su corazón y prácticamente arrastrando a su madre, la sacó de la habitación, asegurando que debían comer algo y que no tardarían en subir. En cuanto la puerta se cerró, Alyx suspiró aliviada y miró hacia la cama contigua a ver si veía a Steve.
-Está fuera -respondió Alexander como si le hubiera leído la mente.
Alyx se sonrojó y no supo porqué lo había hecho. Tampoco estaba haciendo algo que no debía, ¿no?
-Ah...
-Le ordené que se fuera a casa, pero se negó rotundamente -Abrió los ojos y clavó en ella su cautivadora mirada color vino reflejada en los cristales de sus pequeñas gafas-. Supongo que no sabrás el motivo de que me desobedeciera de esa forma, ¿verdad?
Alyx abrió la boca y la volvió a cerrar sin decir nada, notando como el rubor le cubría las orejas y llegaba hasta el cuero cabelludo.
-Tal y como suponía.
Alexander sonrió, dibujando en sus labios una mueca burlona.
-¿Y Nathan?
Alyx seguía notando la espada pegada a su cuerpo debajo de las mantas.
-Le mandé hacer algo.
Sonrió de una forma más extraña y Alyx prefirió no saber a qué se debía.
-¿Qué tal está?
-Mucho mejor que tú, te lo aseguro -Ambas miradas se encontraron y Alyx terminó apartando la cabeza incómoda-. ¿Soñaste con Amanda?
Alyx palideció y apretó la espada contra su cuerpo.
-Sí... fue extraño...
No podía evitar el temblor ni la vacilación con la que iba impregnada su voz. Vive. Lucha y vive, le había dicho su amiga en el sueño. Y cuida de ellos... ¿Aquello había sido una petición? Sacudió la cabeza alarmada. ¡Sólo había sido un sueño! ¿En qué estaba pensando?
-Amanda murió cumpliendo con su deber -soltó Alexander gravemente.
-Lo sé, pero...
-Era un Cazador, un gran Cazador. No la deshonres llorando por ella más de lo que desearía -Alyx fue a decir algo, pero Alexander la detuvo alzando una mano-. Aceptamos nuestro destino y vivimos con un objetivo, dando nuestras vidas por ello. Puede que ahora parezca que el dolor nunca desaparecerá, pero no estará allí eternamente. Con el paso del tiempo... -se permitió dejar un espacio en aquel comentario de forma deliberada para enfatizar la posibilidad de que no existiera ese tiempo futuro-, la recordarás sin dolor y su recuerdo te ayudará a avanzar y progresar. Tuya es la decisión de detenerte y lamentarte, o avanzar y mejorar, ¿qué decides, Alyxa?
Vive. Lucha y vive... Vive por las dos.
-Vivir -susurró, sin poder expresar con palabras la firmeza que había querido poner en la voz-. Elijo luchar y vivir.
Alexander alzó una ceja y la miró sin mostrar ninguna emoción. Nunca había estado más segura de algo. Estaba dispuesta a seguir el consejo de su amiga, y cumplir con la petición que le había hecho en el sueño que acababa de vivir. Quizás sólo fuera producto de su imaginación; su subconsciente tratando de decirle algo, pero prefería pensar que había sido Amanda quien se había presentado en su sueño y le había hablado. Gracias a ello se sentía más fuerte, valiente y decidida. Sí, tenía miedo, y posiblemente siempre lo tendría, pero había optado por el camino más difícil y estaba dispuesta a enfrentar las consecuencias. Tal y como Amanda había hecho..., como Steve, Nathan e incluso Alexander y los demás Cazadores.
-De acuerdo -aceptó Alexander, agachando la cabeza y ocultando una sonrisa en los labios-. Ahora tengo que irme, dejaré a mi cachorro aquí, ya que estaba tan interesado en quedarse -volvió a hablar con mofa-. Volveré dentro de un rato.
Alexander se apartó de la pared y caminó hacia la puerta.
-Alexander -llamó mirándolo fijamente. El hombre se detuvo y se giró para enfrentarse a ella-. Gracias por haber ido a buscarme... -A salvarla en realidad.
El que había creído su profesor de arte se llevó una mano a las gafas y con gesto mecánico hizo ademán de enderezarlas.
-No me las des a mí. Agradéceselo al muchacho de afuera y al loco que no tardará en venir a verte. Ellos decidieron suicidarse para rescatarte -Se encogió de hombros-. Les debes la vida.
Alyx sonrió.
-Lo sé.
Alexander la observó unos instantes sin decir nada, antes de girarse y salir de la habitación. Steve entró antes de que la puerta llegara a cerrarse, justo después de que su maestro hubiera salido. Si en algún momento cruzaron alguna palabra, Alyx no la oyó y tampoco creyó que fuera posible en tan poco espacio de tiempo. Steve la miró y se sentó en la silla que había cerca de la cama.
-¿Qué tal estás?
Alyx ladeó un poco la cabeza para que no pudiera verle la sonrisa. Tenía que admitir que resultaba adorable cuando intentaba mantener una conversación cuando en realidad preferiría quedarse en silencio, sumergido en sus pensamientos y con expresión taciturna. ¿Qué le habría hecho querer cambiar? ¿La muerte de Amanda tal y como a ella le había sucedido?
-Bien -dijo con un suspiro-. En todos los sentidos.
-Pareces distinta.
Aquello la sorprendió y Alyx miró a su amigo con sorpresa.
-¿Tú crees?
-Sí...
Sonrió débilmente.
-He tenido un sueño.
-Ah.
Steve no mostró ningún interés por indagar en ello. Si ella no quería revelar el contenido del sueño, nadie la obligaría a hacerlo; al menos, no entre sus nuevos amigos.
-Gracias por quedarte conmigo -soltó Alyx, notando la incomodidad de Steve.
-Lo prometí -explicó rápidamente, escondiendo el rostro y tratando de no darle más importancia al asunto.
-¿Alexander no se enfadará?
Alyx dio en el clavo. Notó como Steve se encogía y una mueca extraña le cubría el rostro.
-No importa -aseguró, no muy convencido.
Alyx se sintió responsable pero trató de apartar esa sensación de su mente. No empezaba bien.
En aquel momento la puerta se abrió y entraron en la habitación Arya y Miriam, con un pequeño y bonito ramo de flores ya adornadas en un jarrón verde. Miriam, antes de entrar, asomó un poco la cabeza y, al verla, sonrió y empujó la puerta, entrando con confianza al interior.
-¡Alyx! Estábamos preocupadas por ti y llamamos a tu casa. Tu madre nos dijo que habías tenido un accidente.
¿Un accidente?
-¿Estás bien?
Las dos chicas comenzaron a hablar a la vez hasta que vieron a Steve sentado en la silla al lado de su cama y enmudecieron bruscamente e, incluso, se detuvieron, mirándolo descaradas. Alyx puso los ojos en blanco y notó como Steve se erizaba como un gato. ¿Tratando de contener las ganas de salir huyendo?
-Hola, chicas -rompió Alyx el silencio, mostrando una sonrisa radiante que borró inmediatamente después de hacerla-. Duele -se quejó en un susurró llevándose la mano sana a la boca.
-Ah...
Sus dos amigas giraron mecánicamente la cabeza hacia ella y la miraron inquisitivas. Su prioridad era averiguar qué hacia Steve visitándola al hospital y, por encima de todo, qué hacían solos en la habitación.
-Eh... tuve un accidente -soltó nerviosa, repitiendo lo que ellas habían dicho. Miró a Steve de reojo, pidiéndole ayuda sobre qué debía decir respecto a su estancia en el hospital y su aspecto, pero éste estaba teniendo alguna lucha interior y ni la miraba.
-Ya..., pero...
Miriam la miró fijamente, abriendo mucho los ojos y después, señaló a Steve con la cabeza, muy débilmente como si así esperase que él no se diese cuenta de qué trataba la conversación.
Arya, acercándose hasta la mesilla, dejó el jarrón sobre ella y se cruzó de brazos a la espera.
-Son muy bonitas -susurró Alyx acorralada.
-Preciosas -admitió una voz desde la puerta.
Todos se giraron y miraron a Nathan, que como Steve, también tenía algunos apósitos por la cara y las manos vendadas, pero que sonreía tan feliz como siempre.
-Nathan...
Alyx introdujo el brazo bajo las mantas y agarró la espada con fuerza.
-¿Umm?
Su amigo la miró cómplice, como si supiera qué estaba pensando y haciendo.
-Gracias.
Ambos se miraron a los ojos y sólo Alyx desvió la mirada cuando oyó el carraspeo de Miriam cerca de ella.
-¡Chicas! -soltó Nathan alegre-. ¿Amigas de Alyx?
-¡Eh! Sí...
Arya parecía algo intimidada y nerviosa.
-Fue horrible... el accidente -comenzó, llevándose una mano a la cabeza dramáticamente-. Por un momento pensamos que nos mataríamos. El coche volcó y rodó por la cuneta... Los cristales se rompieron y se nos clavaron por el cuerpo.... -se señaló la cara y las manos y después miró a Alyx con fingida desesperación-. Pero ella fue la que más daño sufrió... ¡Lo siento, Alyx! Prometo que la próxima vez no conduciré tan rápido... ¿Podrás perdonarme alguna vez?
Se echó sobre ella, abrazándola con fuerza y fingiendo que lloraba desconsoladamente.
-Ah....
Alyx se quedó sin palabras.
-¿Qué te crees que haces? -rugió Steve. Movió la silla al levantarse y ésta chirrió de una forma muy similar a la que Alyx había oído en la guarida de los ángeles. Se estremeció y Nathan debió notarlo-. ¿No entiendes lo que significa que tiene que guardar reposo? ¿Descansar? ¿Te suena la palabra?
Nathan se soltó de Alyx y miró a Steve con una sonrisa burlona en los labios.
-No todos podemos ser tan inteligentes como tú -aseguró sin perder el tono melodramático que había adoptado para su interpretación-. ¿Descansar? ¿Descansar? La verdad es que de algo me suena... -Fingió meditarlo-. Pero ya lo buscaré después en el diccionario -Y una vez más volvió a abrazarla- ¡Lo sientooooooo!
-¡Nathan!
El muchacho aflojó un poco la presión del abrazo y antes de que Steve llegara a acercarse, le dio un beso en la mejilla y le guiñó el ojo.
-Me alegra verte bien -aseguró en voz muy baja para que sólo ellos pudieran oírlo y sus dos amigas, que miraban la escena alucinadas, quedaran excluidas de esa complicidad. Después se apartó de ellas y les hizo a sus amigas una florida y ridícula reverencia-. Preciosidades... -dijo, y corrió hacia Steve, abrazándolo aún más fuerte que a ella; sólo que él, sí intentó apartarlo-. ¡No hace falta que estés tan celoso! Si sólo te quiero a ti...
-¡Suéltame! -chilló Steve furioso-. Te juro que te voy a matar.
-Sí, sí - aceptó Nathan, sin hacer mucho caso a la amenaza.
-Esto...
Alyx se giró hacia sus amigas que se habían cruzado de brazos a la espera de una buena explicación.
-Son pareja -soltó casi inconscientemente.
En realidad sólo había pretendido decir algo gracioso para romper la tensión que les rodeaba, pero no lo consiguió. Sus amigas no captaron la broma, Steve la miró dolido y Nathan comenzó a reírse a carcajadas.
-¿Eh? -susurró Miriam.
-Era broma -explicó Alyx fastidiada.
-Ah...
-Ayer tuve un accidente -continuó, nada animada a inventar algo que tuviera alguna coherencia con la interpretación de Nathan-. Nathan... él -señaló al chico rubio con un dedo-, era quien conducía... que por cierto lo hacía a mucha velocidad y un coche se nos cruzó en el camino... y al esquivarlo el coche salió de la carretera y bueno, este es el resultado.
-¿Y qué hacías con Steve?
Alyx buscó alguna excusa rápida.
-Es amigo de Nathan.
Sus amigas la miraron a la espera de algún comentario más pero Alyx evitó mirarles a la cara. Con un poco de suerte no tendría que inventar nada más.
-¿Y de qué conoces a Nathan?
Buena pregunta. "Lo conocí una tarde, hace unos de días, cuando un ángel, sí, un ángel se cruzó en mi camino y trató de matarme... y él, junto a Steve, que había invocado o algo así a un pájaro enorme y Alexander, nuestro querido y guapo profesor de arte, me salvaron la vida -más o menos-, y desde ese día comenzó esta pesadilla..." Se llevó la mano a la herida de la cara que le habían hecho aquella noche. La tenía tapada como las demás.
-Lo conocí hace unos días. Ya os conté que había tenido un pequeño accidente -¡Qué irreal comenzaba a sonar aquello!-, y que él... y también Steve me ayudaron...
-Ah, sí
Arya comenzaba a acordarse.
-¿Y sólo ibais los tres?
Aquella pregunta se clavó como si la hubieran apuñalado y apartó la cabeza dolida. Steve y Nathan también dejaron de forcejear y se soltaron. Sus expresiones también habían cambiado.
-Ah...
Arya palideció y Miriam abrió mucho los ojos.
-Lo sentimos -se apresuró a decir, dándose cuenta de la situación.
Arya se sentó en la cama y Alyx se molestó en esconder un poco más la espada para que no la notase.
-Lo siento mucho, Alyx, ¿estás bien?
Arya comenzó a acariciarle el cabello y susurró palabras de apoyo y comprensión que a Alyx le resultaron reconfortantes.
-Creo que deberías estar alejada de los coches durante varios años -comentó Miriam, tratando de alegrar un poco el sombrío ambiente que se había creado.
-Estaría bien -aceptó Alyx sin reírse de la broma. Al fin y al cabo, no tenía mucho sentido dada la realidad que la había dejado en la cama de un hospital.
-¿Cómo te sientes? ¿Te duelen mucho las heridas?
Arya seguía encima de la cama, pero ya había dejado de acariciarle la cabeza.
-¿Sentirme? -Alyx se echó a reír-. Como si me hubieran estado torturando durante toda la noche -admitió.
Las expresiones de Nathan y Steve no podían ser más iguales. Habían palidecido, la miraban horrorizados y, seguramente, se preguntaban si ya había perdido el poco juicio que debía quedarle. Arya y Miriam, dado que no sabían la verdad y ni en sueños podrían sospechar ni un poco de ella, continuaron la conversación como si, en vez de decir la verdad, sólo hubiera puesto un ejemplo. Alyx se giró hacia sus nuevos amigos que por voluntad de Steve mantenían una considerable distancia entre ellos y, asegurándose de que ellas no la veían, les sacó la lengua. Steve, se cruzó de brazos caprichosamente y apartó la cabeza enfadado. Nathan se echó a reír disimuladamente.
Durante un rato, Arya y Miriam se quedaron haciéndole compañía. Incluso llegaron a hablar y reír con Nathan que, como siempre, era capaz de cautivar con su buen humor y su cordialidad. Steve, en cambio, se mostró menos sociable y Alyx notó las miradas de reojo que le lanzaban sus amigas, tal vez deseosas de no perder la oportunidad de hablar con él. Poco después volvió su madre y Richard. Su madre se alegró de conocer a sus amigas y se mostró mucho más serena, preocupándose de que no se hablase muy alto, que Alyx estuviera cómoda y que tuviese todo aquello que necesitase. Richard, a su vez, se mostró amable con todo el mundo y trató de interesarse por su estado, más moral que físico con bastante cautela, cómo si temiese que fuera a saltarle a la yugular en cualquier momento. Alyx habló con él como si jamás hubiera existido aquella frialdad entre ellos y aquello sólo consiguió dejarlo más confuso, aunque también pareció alegrarle. Ya tendría ocasión de pedirle perdón o, al menos, de enmendar el error que había cometido. Era curioso que en tan poco tiempo hubiera cambiado su forma de pensar y ver las cosas de forma radical y, lo peor de todo, era el motivo por el cual había conseguido ver las cosas con más claridad.
-¿Qué es todo este jaleo?
Alyx miró con pavor a Alexander, con la mano en la puerta y mirando hacia la habitación con los ojos entrecerrados. Sintió una especie de deja vu; algo parecido recordaba haber experimentado el primer día de clase en aquella ciudad. Todos, de la misma manera, habían dejado de hablar y lo miraban inmóviles como si se les hubiera aparecido un fantasma.
-¿Alexander?
Miriam se llevó una mano a la boca y se sonrojó rápidamente, mirando con horror a su profesor de arte.
En menos tiempo del que habían tardado en reunirse allí dentro, Alexander se encargó de echarles de la habitación. A Arya y Miriam alegó, de forma cortante y sin ánimo de discusión, que debían irse a casa a estudiar y hacer los deberes. Como era de prever, las dos obedecieron de inmediato. Con su madre y Richard, utilizó otras artimañas más sutiles y sublimes, convenciendo de forma aún más tajante, la necesidad de que se fueran a descansar a casa. Se aseguró de indicar a Richard que le procurara a Claudia alguna forma de que durmiese durante toda la noche. Cuando por fin quedaron los cuatro en la habitación, cerró la puerta y los miró uno a uno, con la misma expresión vacía de siempre.
-Ya que estamos los cuatro, ¿por qué no hablamos?
Se apoyó en la pared y esperó a que los dos chicos buscasen algún lugar dónde sentarse o situarse. Steve volvió a sentarse en la silla cerca de la cama y Nathan lo hizo en la cama contigua que aún seguía vacía.
-¿Dónde está Rebeca? -preguntó Nathan, mirando hacia la ventana con ansiedad. Parecía estar a punto de levantarse e ir a abrirla, pero en sus ojos había algo más profundo, como si hubieran desgarrado alguna parte de su alma.
-¿Rebeca? -preguntó Alyx confusa. ¿Qué tenía que ver ella? ¿Habían dado alguna orden o algo?
Nathan la miró y suspiró resignado.
-¿Te acuerdas de que te contamos que creíamos que había algún traidor?
Alyx asintió con la cabeza.
-Es Rebeca.
Alyx palideció y volvió a agarrar con fuerza la empuñadura de la espada.
-Nos equivocamos al acusar a Alexander -continuó Nathan, cambiando el tono y adquiriendo uno bastante más prudente mientras miraba a Alexander de reojo.
-Muy agudo -lo felicitó Alexander.
-Gracias.
Nathan sonrió burlón y Steve soltó un gruñido.
-Bueno, y supongo que no habrás pasado todo el día meditando para llegar a esa magnifica conclusión, ¿verdad?
Nathan puso los ojos en blanco y miró a su maestro con una sonrisa condescendiente.
-¡Por supuesto que no! -Se mostró ofendido-. He decidido matar a Rebeca.
Alexander miró furioso a Nathan a través de los finos cristales de las gafas e, irritado, se llevó una mano con ademán de enderezarlas.
-Imbécil -soltó Steve sacudiendo la cabeza.
-¿Y en qué momento llegaste a esa... ridícula decisión? ¿Antes o después de golpearte la cabeza?
Nathan se encogió de hombros.
-Antes o después es la misma decisión.
Estaba muy serio y, por primera vez, Alyx vio la determinación en la mirada de su amigo. ¿Cómo habrían averiguado la traición de Rebeca?
-¡Qué valor! -se mofó Alexander-. Y yo que había pensado que tenía suficiente con un loco suicida -Miró a Steve y éste soltó un bufido-. Pero no. Resulta que tienen que mandarme a un estúpido aún mayor.
-¿Qué pretendes que haga entonces? -chilló Nathan-. ¿Sentarme y cruzarme de brazos mientras observo como Rebeca nos vende a nuestros enemigos?
Alexander lo observó y suspiró, cerrando unos instantes los ojos antes de volver a abrirlos.
-¿Y después? -se interesó.
-¿Qué?
-Después de matarla, si es que consigues hacerlo, que lo dudo, ¿qué pretendes hacer?
La pregunta lo dejó descolocado.
-¿Hacer?
-Sí, claro -comenzó Alexander-. Supongo que habrás pensado también la forma de exponer tus argumentos ante el consejo de Cazadores por haber matado a un Cazador... Y las pruebas, por supuesto -añadió al ver que Nathan abría la boca para decir algo.
-Es una traidora -dijo Nathan bastante menos seguro de sí mismo.
-Sin pruebas, es tu palabra contra la suya -inquirió Alexander.
-Y a todo esto -interrumpió Steve-. ¿Tú nos crees?
Enfrentó desafiante a su maestro, pero no tardó en desviar la mirada, entrecerrando los ojos furioso ante su propia debilidad.
-¿Importa?
-A mí sí -gruñó Steve, volviendo a mirarle.
-Hm -añadió Nathan-. A mí también.
Los dos chicos se giraron a mirarla y Alyx sintió que se le detenía la sangre. También notaba la mirada ardiente de Alexander clavada en ella.
-Ah..., sí -susurró intimidada-. A mí también.
-Os creo -respondió al final.
-¿Por qué? -insistió Steve.
-Eso, ¿por qué? -repitió Nathan cruzándose de brazos.
Alyx estuvo a punto de soltar un suspiro, pero se contuvo. ¿Tendría que estar repitiendo lo que ellos dijeran continuamente?
-¿Por qué sabéis que Rebeca es una traidora? -preguntó en cambio Alexander, con una media sonrisa que daba a entender que, si ellos querrían saber esa respuesta, primero tendrían que responder a la suya y, por la cara de susto que pusieron sus dos amigos, Alyx supuso que había algo que aún no sabía y que, si dependía de ellos, no lo dirían nunca.
-La vimos -insistió Steve, recuperando la compostura-. La vimos en el mausoleo, hablando con Etar. ¿Y tú? -lo desafió
¿En el mausoleo?
-Vaya -silbó Alexander-. Así que ahora hasta le ponéis nombre a los ángeles. ¡Qué tierno! -se burló-. Y supongo que nos os acordáis cómo averiguasteis su nombre, ¿verdad?
Steve se revolvió incomodo y palideció, volviendo a sumergirse en una lucha interior. Nathan, al mismo tiempo, se frotó las manos nervioso.
¿Qué estaba pasando allí?
-Aún no has respondido -insistió Steve, sin mirar a su maestro.
-Vosotros tampoco -recordó Alexander.
-¡Ey! ¡Ey! -interrumpió Nathan, levantándose de la cama y se interpuso en el camino de maestro y alumno-. Paz y amor, ya sabéis, ¿no? ¿A qué viene esta discusión?
Alyx estaba de acuerdo con él, aunque sus motivos eran distintos. Mientras que Nathan pretendía evitar que se siguiese con la discusión y, tal vez, se llegase a revelar más de lo que ninguno deseaba, Alyx simplemente quería entender de qué estaban hablando y lo más importante, qué querían decir en realidad.
Steve y Alexander siguieron luchando con la mirada hasta que Steve apartó la cabeza, furioso, y Alexander entrecerró los ojos peligrosamente al dirigir la cabeza y su atención a Nathan. Éste, hábil, se apartó de su trayectoria y volvió a sentarse sobre la cama contigua.
-No podéis decirle a nadie que Rebeca es una traidora -determinó Alexander rotundamente. Nadie protestó-. Tampoco actuareis de manera distinta hasta ahora con ella. Para vosotros ella sigue siendo un miembro de la élite de los Cazadores. ¿Lo habéis entendido?
-Sí -soltó Steve encogiéndose de hombros.
Alyx notó que a pesar de la indiferencia que había adoptado, en realidad, Steve sólo había creado una fachada. En el fondo, contenía bastante mal la rabia.
-¿Nathan? -insistió Alexander-. Tú, más que nadie, deberá saber comportase con ella. Tengo entendido que habías mantenido una estrecha amistad con Rebeca y que solías ir a verla con frecuencia.
Nathan cerró los ojos y no ocultó el dolor que le producía aquella situación. Tal vez para él, se había creado una herida mucho más profunda que la que había dejado la muerte de Amanda en ella.
-Lo he entendido.
Alexander lo contempló tras los cristales de las gafas. Su expresión era inescrutable.
-¿Y también entiendes que deberás seguir visitándola y tratándola con el respeto que has mantenido hacia ella hasta ahora?
Se hizo un silencio incómodo y prolongado.
-Sí.
-Espero que así sea.
-¿Y tú Alyx?
Alyx dio un respingo al oír su nombre y la invitación impresa a participar.
-¿Yo? No creo que ella tenga ningún interés en mí.
Se acordaba vagamente de la mujer. No la había prestado mucha atención en la catedral y ahora no sabía si arrepentirse o alegrarse por ello. Se lamentaba de no haber puesto más interés en ella y así poder haber descifrado algún signo de su traición.
-Etar... -sonrió perversamente a Steve al pronunciar el nombre del ángel-, sigue vivo. Y si quiso matarte anoche, hoy, mañana y el resto de su vida o la tuya, querrá hacerlo. Rebeca podría serle de utilidad para conseguirte.
Alyx sintió un escalofrío pero se negó a bajar la cabeza o mostrar debilidad. No podía permitirse tener miedo, y tampoco servía ocultarse bajo las mantas como cuando se es pequeña y se cree en los monstruos y, al oír un ruido, se asusta y se esconde, creyendo que allí no van a encontrarle. Los monstruos existían, y aunque no tuvieran rostros horribles o deformes, eran reales y ninguna de las ideas que se tienen de niña podrían ayudarle. En esta ocasión, correr a la cama de sus padres no la salvaría. Es más, y Alyx lo comprendió de pronto, sintiéndose aterrada y preocupada, los ángeles no dudarían en matar a cualquiera que se interpusiera entre ellos y su presa: ella. No dudarían en matar a su madre, a Richard e incluso a sus amigas.
-¿Qué debería hacer? -preguntó vacilante, apretando con tanta fuerza la empuñadura que comenzó a dolerle la palma de la mano.
-Asignaré a varios Cazadores, en los que aún puedo confiar, para que pasen contigo día y noche. Algunos podrás verlos, otros, dependiendo del momento o las circunstancias, estarán ocultos, pero dispuestos a intervenir si se les necesita.
-Comprendo -susurró, acordándose de Amanda.
-Y hay algo que quiero pedirte -continuó Alexander.
Alyx levantó la cabeza y lo miró a la cara. Nathan y Steve también lo hicieron, interesados, sorprendidos y curiosos ante la petición que Alexander iba a hacerle.
-¿Qué?
-A la mañana dijiste que decidías avanzar...
-... luchar y vivir -le corrigió ella suavemente, recordando en el sueño, recordando a Amanda.
Alyx no estaba dispuesta a flaquear, a arrepentirse de su decisión. Steve se volvió para mirarla intensamente. La furia de su interior se había ido evaporando y ya sólo quedaban restos de lo que había sido y, ahora, una mezcla de tristeza y amargura nublaba su semblante junto con una pizca de sorpresa ante las palabras de Alyx.
-Esto sí que es una sorpresa -rió Nathan.
-Como sea -aceptó Alexander, ignorando a Nathan-. ¿Y hasta dónde estás dispuesta a llegar?
¿Hasta dónde estaba dispuesta a llegar? Aquella no era la pregunta correcta. ¿Qué opciones tenía para lo que tendría que hacer? ¿Qué opciones le quedaban a esas alturas? Querían matarla. Iban a matarla. ¿Qué importaba lo que hiciese? Cada minuto que pasaba su vida se iba acortando peligrosamente. Ni siquiera ya sabía si vería el amanecer del día siguiente.
-¿Hacia el infinito y más allá?
Alexander enarcó una ceja.
-Creo que no era exactamente así -rió Nathan, con disimulo-. "Hasta" "Hasta el infinito y más allá"
Alyx le lanzó una furibunda mirada y se calló aún riendo.
-¿Qué quieres que haga? -insistió Alyx.
-Quiero que sirvas como cebo.
-¿Qué?
Steve se levantó, haciendo chirriar la silla con el movimiento. Los ojos de Alyx se desviaron hacia ella, acordándose de la guarida y los ruidos similares que hacían eco por las paredes. Esta vez no se estremeció al recordarlo.
-Steve no me sirve -se sinceró Alexander ignorando al muchacho que apretaba los puños y lo miraba furioso una vez más-. Lo que buscan de él es muy peligroso y no podemos correr el riesgo de que lo capturen.
-¿Y piensas utilizarla a ella? -rugió Steve-. ¿Te has vuelto loco?
Y cuida de ellos...
-De acuerdo -aceptó Alyx, antes de que su amigo continuase-.. Me parece bien.
-¿Te has vuelto loca tú también?
-¿Qué debería hacer?
-Por ahora sólo descansa. Primero quiero averiguar cuanto interés tendrían los ángeles en ti. Después ya se me ocurrirá algo.
-¡Genial! -rugió Steve.
Nathan se levantó de la cama y se acercó a la de ella, mirándola desde su altura.
-Eso significa la posibilidad de que puedan volver a capturarte y tortúrate. Tal vez lleguen a matarte... ¿estás segura de que comprendes la situación en la que te metes?
Alyx lo miró. ¿Podía ser tan serio aquel chico?
-¿Comprenderla? -Asintió con la cabeza-. Sí, creo que sí. Nadie me asegura tampoco que no me puedan capturar, torturar y matar de la misma forma si no participo, ¿verdad? No, no podéis -se respondió a si misma. Lucha...- prefiero ser de alguna utilidad. Es mi elección.
Nathan sonrió.
-Entonces..., bienvenida a la familia.
-Estoy rodeado de imbéciles -soltó Steve, dejándose caer sobre la silla. Se cruzó de brazos y apoyó la cabeza contra la pared, alzada hacia el techo.
-Bien, ¿y ahora qué hacemos? -preguntó Nathan interesado.
Alexander, sin moverse, sonrió, ladeando la cabeza ligeramente.
-¿Tú? No recuerdo haber cambiado la orden de vigilar a Steve que te di.
-¡No necesito que nadie me vigile! -chilló Steve, furioso.
-¿Prefieres que utilice el termino "cuidar"?
Steve respiró ruidosamente y enrojeció de rabia y vergüenza.
-Eso está mejor -lo animó su maestro.
-Esperad, esperad -interrumpió Nathan-. No estoy de acuerdo con esto. Pensé que...
-Ese es el problema, muchacho -lo cortó Alexander sin borrar su burlona sonrisa-. Piensas demasiado... y lo haces fatal.
Alyx escuchó en silencio como Steve y Nathan se sumergían en una nueva discusión mientras Alexander se limitaba a dejarlos y de vez en cuando echaba más leña al fuego. Poco a poco, Alyx dejó de escucharlos y miró la gran ventana que había a su izquierda y sintió un nudo en el estómago recordando el momento que el ángel había aparecido en la habitación de Amanda. Respiró con fuerza y se aseguró de tener la espada bien apretada a su cuerpo.
Iba a ser difícil hacer de cebo mientras esperaba a que fueran otra vez a matarla. A duras penas resistía el dolor con los fuertes analgésicos que le administraban por vía cada seis horas.
-Hora de irse -les interrumpió Alexander de pronto, sobresaltando a Alyx que desvió la mirada de la ventana para mirarlos a ellos con aprensión.
-¿Ya? -musitó en un hilo de voz.
-Tenemos trabajo -dijo Alexander, haciendo una seña a sus dos alumnos con la cabeza para que se movieran, después bajó la mirada para clavar sus ojos en ella-. Estarás vigilada. No tienes nada de lo que preocuparte.
Alyx lo miró y sonrió con pesar, desviando solo un instante la cabeza hacia la ventana.
-Eso no es del todo cierto, ¿verdad?
Alexander guardó silencio unos segundos.
-Siempre hay un riesgo. Mientras vivas, mientras ellos vivan, tú nunca estarás segura. Vámonos.
Sinceridad. Alyx quiso reír. ¿No había sido su decisión? Respiró hondo y asintió con la cabeza a pesar de que Alexander ya se había ido hacia la puerta junto a Nathan; ni siquiera prestó atención a Steve que se había movido hacia el otro lado de la puerta. Tenía que ser fuerte. Se lo debía a Amanda. Y había sido su decisión.
-¿Steve?
Alyx giró la cabeza al escuchar el sonido de la persiana y vio a Steve apartarse de la ventana. Había cerrado completamente la persiana y miraba molesto a su maestro que ya lo esperaba en la puerta.
-Ya voy -gruñó.
Alyx observó su perfil con una sobrecogedora sensación de calidez en el pecho mientras pasaba por su cama y se acercaba a la puerta.
-Steve -llamó. El chico se detuvo en la puerta, con la mano en el marco y giró el cuello lo justo para mirarla, posando su extraña mirada en sus ojos-. Gracias.
Durante unos segundos los dos se miraron en silencio, sin que Steve respondiera y Alyx creyó que no tendría las suficientes fuerzas para continuar cuando finalmente Steve apartó la mirada y salió junto a sus dos compañeros, dejándola sola en la habitación.
Alyx miró automáticamente la ventana.
Iba a ser muy difícil.

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FIN!!! Del primer libro ^^ El final iba a ser otro, pero me estropeaba una parte de otro libro (ya sabéis que Silence, Hijos de las tinieblas y Cazadores de ángeles están "conectados"), así que he decidido que el final fuera otro ^^.

Muchas gracias por leer Cazadores de ángeles hasta el final!!!!!

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Cazadores de ángelesOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz