No° 12. Lo siento...

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Los sonidos eran pequeños, apenas distinguía algunos. Encontrándose en la frontera del sueño y la realidad, podía distinguir muy pocas cosas, y realmente no sabía si creerle a su cerebro lo que oía.

Escuchaba pasos. Pasos nerviosos que iban de un lado a otro, y que sólo se detenían unos pocos segundos cerca de él. Por el resto, todo era silencio, a excepción de un pequeño pitido, parecido al de los que marcan los sonidos del corazón. Pero más allá de esto, todo estaba conformado de una maravillosa quietud que lo hacía sentirse completamente sereno.

Un poco más despierto, Doble D se concentró en sí mismo. Estaba acostado en un colchón muy cómodo, con unas sábanas frescas y una almohada esponjada. Curioso, se movió un poco en esa cama, oyendo cómo de pronto los pasos se detenían. Abrió lenta y cansadamente sus ojitos celestes, soltando un suspiro de fatiga y confusión. Todo era blanco, a excepción del destello rojo que de pronto se interpuso en el camino de sus ojos y se abalanzó sobre él: Kevin.

Su abrazo fue dulce, aunque un poco apretado, demasiado para Doble D, siendo que se encontraba muy débil. Cerrando un poco los ojos, descansó una mano en la espalda de Kevin, haciendo que éste lo abrazara más suave.

-Doble D –susurró él, con la voz llorosa.

Edd sonrió despacio, recordando de pronto lo que había pasado, y abrazándole por igual, aunque muy delicadamente, se sentía muy débil.

-Do-Doble D, lo siento... –susurró Kevin, al borde del llanto-. Lo lamento tanto. Soy un idiota. No debí gritarte así... Y no debí acusarte... Y entiendo que no me hayas dicho lo de Eddy, tienes razón, sólo habría servido para enojarme más. Doble D, perdóname, tú sabes que yo te amo.

Él se mantuvo quieto, sabiendo que si se movía o hacía algo estallaría en llantos. Finalmente asintió, y trató de decirle que lo amaba por igual, pero en cuanto abrió la boca y se dispuso a hablar descubrió que su voz no estaba. Asustado, se llevó una mano a la garganta. Entonces Kevin notó que algo sucedía, y deshizo el abrazo para mirarle a los ojos.

-Calma –dijo, una vez entendió lo que le pasaba-. La doctora dijo que te has dado un fuerte golpe en la garganta... No podrás hablar un tiempo, pero sólo será un tiempo –y tras eso, besó su frente-. Me alegro tanto de que estés bien.

Doble D se relajó, pensó por un momento que no volvería a hablar. Fue entonces cuando notó algo inusual en su cabeza. Llevó una mano a ella, asustado al darse cuenta de que no traía puesto su gorro. Por supuesto, debieron ponerlo en otro lado junto con su ropa. Nervioso, llevó ambas manos a su cabeza, para evitar que Kevin siguiera viendo su cabello negro. Él, con ojos llorosos pero ahora felices, sonrió mientras le acariciaba la mejilla.

-No sé qué te pasa –le dijo-. Te queda muy bien el cabello así.

Doble D sintió que nuevamente se ruborizaba, aunque esta vez se sentía tan débil que no atinó a hacer nada más que volver a apoyar su cabeza en la almohada, exhausto. Kevin se dio cuenta de que algo le estaba pasando. Cuidadosamente, subió a la cama y se acostó a su lado, acariciándole el cabello. Doble D se sentía como si no se pudiera mover. Apenas podía cambiar su cabeza de dirección. Le pesaban los párpados, y tenía la impresión de que caería dormido en cualquier momento.

-¿Cómo te sientes? –Le preguntó Kevin.

Él respiró pesadamente. Estaba débil y le dolía la cabeza. Para hacerle saber esto, se llevó una mano a la frente, con una sonrisita lánguida.

Kevin sonrió igualmente aunque un poco triste, acercando sus rostros.

-¿Tienes sueño?

Él asintió.

You Got Something I Need. {YAOI, Español}. KEVEDDWhere stories live. Discover now