Capítulo quince

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Pasó un día entero desde que Bieber quedó hospitalizado. En el instituto se rumoreó que su padre, un delincuente que huía de la justicia, llegó hasta nuestro pequeño pueblo, para ver a su hijo, y ayudarle con la transfusión de sangre.

Y como pensé solo eran rumores, malos rumores que estropeaban el nombre de aquella familia. Su padre llegó, pero no era un hombre que se escondía de la justicia.

Mi padre no me dejó ir a verlo, venia cada tarde a buscarme para volver  a casa juntos.  Necesitaba verlo, y saber que seguía bien, escuchar su voz, hasta sentir sus besos que solía dar con tanta pasión.

—¡Dios mío! —Grité—Me he enamorado de Bieber.

—¿Qué dices? —Dijo mi amigo Kevin—¿Has nombrado a Bieber?.

—No—Dije tímidamente—¿Has visto a Ryan?

—Está fuera junto a Dafne—Cerró mi taquilla—¿Para qué?

—Tengo que hablar con él.

Salí corriendo en busca del mejor amigo del chico por el que comenzaba a sentir algo. Lo busqué con la mirada, hasta que lo encontré con sus brazos cruzados mirando a Dafne. Me vieron, y cuando me acerqué, ella se alejó de mi lado.

—¿Cómo se encuentra? —Estaba muy nerviosa.

—Está en su casa, junto a su padre.

—Tengo que verle—Dije sin más—Lo necesito.

Volví a mirar todo lo que nos rodeaba, no había nadie, tanto profesores como alumnos estaban en sus aulas cerrados, y yo estaba dispuesta a volver a faltar a clase para reencontrarme con Bieber, y ver qué tal se encontraba.

A punto de salir, una mano me lo impidió, me dio media vuelta y me encontré con una mirada azul. Negó con la cabeza, y decidió acompañarme de nuevo dentro. No quería volver a clase, solo quería verlo, y saber que se encontraba bien, pero su amigo me lo impedía.

—Mañana vuelve—Aquellas palabras me hicieron feliz—Controla tus hormonas, pelirroja.

—Me llamo Jude—Contesté rápidamente.

La verdad es que solo permitía que de ese modo me llamara una persona, Bieber. No entendía su falta de compañía, lo echaba de menos, necesitaba verlo, escuchar su voz, y sus besos robados.

Aquel chico se convirtió en muy especial en mi vida, y agradecía haberlo conocido.

Las horas pasaban, y no estaba atenta  a cada clase con cada profesor. Contaba las horas para encontrarme con él. Cuando salí del instituto, me encontré con el coche de policía que conducía mi padre. Como cada día desde que descubrió que me encontraba con Bieber, venía  a buscarme.

En aquel momento no nos hablábamos, le culpé por dejar a aquella persona con una esposa en su mano y otra en la cama donde curaron sus heridas. Le trataba como a un criminal, y seguía sin perdonarle.

Terminé de cenar, y corrí hasta mi habitación para tumbarme sobre mi cama. Cogí el teléfono y me decidí en llamarlo.

—¿Quién es? —Dijo una voz desconocida.

—Buenas noches—Saludé—¿Qué puedo hablar con Justin?

—Un momento—Dijo con autoridad—Mi hijo no está, llama en otro momento.

—¡Oh!—Exclamé—Gracias de todos modos.

Sonó a mentira, a una negación por parte de alguno de ellos dos. No le di importancia, y pensé que se encontraría cansado para hablar conmigo. Cerré mis ojos, y pensé en el día tan estupendo que estaba a punto de suceder.

My tough boyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora