CAPÍTULO 8, El chico ideal.

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CAPÍTULO 8,El chico ideal. 

Narra Marc.

Terminé de abrochar el último botón de mi camisa con rapidez, comprobando que estuviese lista. Bufé apartando un mechón de mi despeinado cabello castaño de mis ojos, la verdad Alicia podía resultar la mar de convincente.

Me eché hacia atrás en el reducido espacio del armario de la limpieza, golpeando la parte posterior de mi nuca con un palo de la fregona que sobresalía peligrosamente de las estanterías.

—¿Por qué nunca terminamos?— Inquirió Alicia concentrada en arreglar su maquillaje.

Porque no quiero perder mi virginidad con una zorra por profesión.

Eso fue lo que pensé, pero por supuesto lo que salió de mis labios fue algo totalmente distinto:

—Porque quiero que sea algo que nunca olvides — un guiño acompañó a mis falsas palabras.

A veces representar el papel de la persona que supuestamente era me resultaba tan fácil que me asustaba. Temía perder mi identidad por envenenarme por la otra.

Pero...¿qué Marc era mejor? El otro, aquel chico que forjaron los rumores desde luego conseguía muchas más cosas que el otro.

Suspiré casi imperceptiblemente pasando mis dedos por el alborotados cabello castaño que tanto trabajo me costaba cuidar.

Pero, recientemente había conseguido la oportunidad de mostrarme como realmente era. Con Mackenzie podía ser distinto. Además, resultaba encantador la forma en la que me odiaba o fingía odiarme; estaba seguro que hasta ahí no llegaba su aversión hacía mí que estaba dispuesto a remitir.

Sin despedirme siquiera de la chica me escurrí fuera del claustofóbico lugar donde me había conducido.

La amplitud del pasillo medio vacío alivió el nudo de mi estómago. No me gustaban los espacios cerrados. Me apresuré a buscar a Hugo quien seguía inmerso en la búsqueda de su admiradora secreta que esta misma mañana le había dejado otra nota.

Le encontré en el primer sitio que supuse: sentado con las piernas cruzadas bajo del esquelético olmo del recreo.

—¿No deberías estar en clase? — Pregunté conforme me dejaba caer a su lado.

—¿Y tú? —Arqueó las cejas divertido.

Me encogí inocentemente de hombros provocando que riese.

—Al parecer somos los dos completamente culpables de pellas. ¿Alguna pista?

Mi amigo bufó estirando sus largos brazos antes de dejar caer su cabeza contra la corteza escuálida del árbol.

—Que va tío, parece como si fuese un fantasma...¿tú crees que le gustaré a un fantasma?

—Seguro que las pivas del más allá babean por tu ectoplasma —Reí golpeándole suavemente en el hombro.

Hugo clavó sus ojos castaños en mí antes de carcajearse.

—Puede ser, quién sabe.

Negué. No tenía remedio este hombre.

—Ehm...¿Marc?

Giré mi rostro en su dirección alzando las cejas en gesto interrogativo.

—Ayer me enviaste un mensaje que ya tenías compañero de piso, ¿quién es?

Como una película a la que tú le das al play la escena de esta mañana comenzó a reproducirse en mi cabeza con claridad. Sonreí con un deje burlón.

¡Aparta, imbécil!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora