X. Décimo deseo

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Eva

Todo parecía perdido. Cómo las cosas siguieran así, los malditos secuaces de Totrian acabarían por aniquilarnos. Pero por nada del mundo permitiría que le pasase algo a Roger. Sabía que no era un ángel guardián, pero lo protegería como si lo fuera. Hice un esfuerzo por superar el pánico, y me puse en frente a él. No permitiría que mi horrible copia acabase con nosotros. Lilim creó una bola de fuego entre sus manos. Yo intenté crear un escudo pero la presencia de Lilim bloqueó mi poder.

—Adiós madre —dijo Lilim preparada para lanzar su bola de fuego.

—Tú no eres mi hija, sino una copia barata y mal hecha —bramé.

Lilim lanzó la bola de fuego. Empujé a Roger al suelo, pero por culpa de eso la esfera me golpeó a mí. Sentí un dolor tremendo.

—¡Eva! —le oí gritar a Roger, me di cuenta de que me estaba avisando de que Lilim iba a lanzarme otra bola de fuego.

Esta vez no tenía fuerzas para esquivar el ataque. Estaba preparada para el fin. Cuando creía que todo estaba perdido una fuerte ráfaga de luz destruyo la bola de fuego. Pude ver una hermosa, y larga cabellera.

—¡Luna! —grité al ver de que se trababa.

—¿Estáis bien? —nos preguntó alarmada.

—Estoy herida. Esa criatura es muy peligrosa. Tenemos que llevarla a otro lugar sino queremos que destruya el barco —la advertí.

—Tienes razón. Pero no será tan fácil hacer eso. —Sytry también entró en escena—. He sentido su intenso poder maligno, y no he podido evitar husmear.

—Genial otra criatura demoníaca —comentó Luna exasperada.

—Para mí tampoco es agradable estar al lado de un ángel —espetó Sytry.

—No tengo otro remedio —suspiró Luna.

Una intensa luz volvió a aparecer, y cuando se desvaneció estábamos en un lugar totalmente distinto. Parecía una extraña playa tropical seguramente estaría en alguna isla desierta. Mi intuición me decía que no estábamos en el mar mediterráneo.

—Genial al menos si morimos, no lo haremos en el crucero —le dijo Sytry con sarcasmo a Luna, y ella resopló.

Yo miré a Roger parecía muy confuso. Esa maldita, lo había atraído con nosotros.

—Tranquilo, ve a un lugar seguro, yo iré contigo —le dije.

Lilim observaba nuestros movimientos.

—Me parecéis patéticos. —Lilim habló—. Un humano que no es capaz de hacer nada, una diablesa que sueña con ayudar a los humanos, un ángel y un demonio dispuestos a luchar juntos. Parecéis un chiste. Odio tener tus recuerdos. —Lilim me señaló.

—Es hora de que luche con mi aspecto original, y deje de estar bajo el aspecto de hombre —dijo Sytry preparado para la batalla.

La cara de Sytry cambió de forma, y adoptó la forma de la cabeza de un leopardo, y de su espalda brotaron alas gigantescas parecidas a las de un águila. No era la primera vez que veía a Sytry con esta forma, pero siempre me sentía intimidada por su verdadero aspecto.

—Esta es mi verdadera apariencia. Soy Sytry el gran príncipe infernal —rugió de tal manera que Lilim retrocedió un paso.

—Yo también voy a cambiar a mi forma angelical —anunció Luna.

Que emocionante, iba a ver a un autentico ángel con su verdadera forma.

La luz recubrió el cuerpo de Luna. Sus cabellos se volvieron más largos. Se tornaron del color del oro. Sus rasgos orientales se mantuvieron, pero sus ojos se volvieron de un azul intenso. De su espalda también brotaron alas, pero no eran a las como las de los pájaros. Eran alas etéreas, apenas se podían ver salvo por el leve resplandor que irradiaban. También tenía un halo dorado en su cabeza. Alzó sus manos, y de entre ellas surgió una espada. Su ropa se convirtieron en una preciosa túnica blanca. Me quedé impresionada por su majestuoso aspecto. Ojala yo también pudiera ser un ángel.

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