VII. Séptimo deseo

52 7 5
                                    

Eva

No podía ser. Había tenido cuidado en ocultar mi energía mágica. ¿Cómo era posible que me hubiese encontrado? Lo mejor que podía hacer era hacerme la tonta.

—Lo siento. No queremos comprar enciclopedias —intenté cerrar la puerta en su cara, pero puso su pie.

—No te hagas la estúpida conmigo —amenazó clavando sus ojos azules.

—¿Quién es este tipo? —me preguntó Roger.

—¿Eva? Así que ese es tu nuevo nombre. Me recuerda al de aquella muchacha —comentó de manera burlona.

Sentí que el dolor invadía mi corazón. No, tenía que hacer lo posible para que Roger no descubriera mi pasado, y mucho menos quién era él.

—Roger me disculpas un momento. Tengo que hablar con este hombre. Por favor no nos espíes —Sentí haber sido tan fría con él, pero estaba muy alterada.

—¿Pero conoces a este tipo? —insistió preocupado.

—Te prometo que cuando vuelva te contaré todo —mentí. No podía contarle la verdad.

Roger entró en la casa. Le propuse a mi misterioso visitante que fuéramos ha hablar a otro sitio; nos teletrasportamos a un lugar discreto.

—No sé a que estás jugando. Por eso quiero que me lo expliques, hermanita —me exigió con su típico tono seductor—. Desde que estuviste con esa tal Evangélica no has vuelto a ser la misma. Mírate incluso tienes su mismo aspecto físico.

—Ahora soy alguien totalmente diferente. —Me sentía agobiada por el pasado.

—Ya veo que has cambiado bastante. ¿Pero qué es lo que pretendes? Totrian te está buscando. Esta muy enfadado porque su juguetito se ha perdido.

—¡Yo no soy ningún "juguetito"! ¡Soy un ángel de los deseos! —exclamé rabiosa.

—¿Tú, un ángel? Por favor no me hagas reír. Así que ese es tu juego. Por culpa de esa chica ahora quieres ser un ángel que cumple deseos para hacer el bien. —Parecía bastante enfadado.

—Sytry, déjame en paz. —Yo también estaba tan enfadada que le llamé sin querer por su nombre.

—¿Es qué ahora ya no me llamas hermanito? Deja de renegar de tu naturaleza demoníaca. ¡Eres una diablesa no un ángel!

—¡No! ¡No! ¡No! ¡Eso es mentira! —grité rabiosa, y una potente onda de energía tiró a Sytry al suelo.

No pude evitarlo, las lagrimas brotaban de mis ojos. Aunque por mucho me doliera, y no pudiese aceptarlo, era la verdad. Yo nunca he sido un ángel, soy un demonio de los deseos. Por llamarlo de alguna manera. Pero mi sueño era poder ayudar a la gente, y así poder convertirme en un verdadero ángel. Roger no debe enterarse de esto. Tengo que hacerle feliz.

—Venga hermanita no llores. Yo nunca he tenido la intención de hacerte daño. Si te digo esto es para que no te haga nada Totrian y sus súbditos. —Sytry se acercó a mí, y me dio un fuerte abrazo. Me pilló totalmente desprevenida.

—¿Por qué? —le dije entre sollozos.

—Soy un demonio. Solo hago las cosas porque me convienen. Aunque siempre te he admirado desde que te vi nacer. Tú eres la única que puede derrotar a Totrian por eso te he buscado.

—Totrian es demasiado poderoso. ¿Crees que mis poderes pueden derrotarlo?

—No te preocupes por eso ahora. Solo encárgate de hacer lo que estás haciendo. Yo te vigilaré por si se acerca algunos de sus súbditos.

Trece DeseosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora