Capítulo cinco

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Bieber acababa de pedirme que lo besara, y no sabía cómo actuar o que decir. Estaba tan nerviosa, que no recuerdo el momento en el que cerré mis ojos. Podía sentir su aliento mentolado acariciando mis labios.

Era extraño estar con él, nunca me había caído bien, y ahora estábamos a punto de besarnos. Moví mis labios y me dejé llevar, esperando el contacto de sus propios labios.

—Me quieres besar, ¿eh? —Dijo riendo.

Sorpresa, me estaba dejando en ridículo, como la otra vez en el instituto. Bieber no me quería besar, esperaba que yo lo hiciera antes, y caí en su trampa. Me aparté de su lado, y antes de salir por la puerta me frenó con su mano, y sentí su cuerpo sobre el mío.

—Bromeaba—Apartó mi cabello que ocultaba parte de mi cara—Muero por besarte.

—Deja de mentir.

—No lo hago, te lo prometo pelirroja.

Y antes de volver a protestar, quedé callada, ya que tenía sus labios sobre los míos, atrapándolos y acariciándolos lentamente. Sus besos eran una tortura, y a la vez era algo que no quería que dejara de hacer.

Ambos nos odiábamos, o eso pensaba yo. No se apartaba, y cuando abrí mis ojos, y no vi el color miel que había contemplado tantas veces, lo aparté rápidamente de mi lado. Estaba mal lo que hacíamos.

—Me voy—Me despedí.

—¿Por qué? —No le respondí—Entonces déjame acompañarte a casa.

No era una pregunta, estaba dispuesto hacerlo aunque me negara. Salimos de aquel cuarto de baño tan elegante, y seguí sus pasos. Todos nos miraban, no podían creer que Bieber iba acompañado por una chica.

Él era un hombre de pasar un rato, y no estar de pareja con ninguna. Estaban equivocados, nosotros no éramos novios, y por supuesto que no parecíamos pareja.

Salimos de la casa, y quedamos enfrente de su moto. Me daba miedo aquel medio de transporte, y seguramente Bieber solía conducir rápido.

Me tendió el casco para protegerme y subí con cuidado. Lo abracé fuertemente por la cintura, y esperé a que arrancara el motor de la moto.

—No me dejas respirar—Dijo riendo.

—Lo siento—Me avergoncé.

No dijimos nada, y salimos corriendo de aquel lugar, dejando todas aquellas peleas ilegales, que esperaba no ver nunca más.

Sentía como mi cabello se movía por el aire, y olía el agradable perfume masculino de él. Por un momento, deseé que no llegáramos tan pronto a mi casa. Y al parecer se cumplió, ya que la moto frenó,  y vi como Bieber se sacaba el casco.

—¿Qué pasa? —Le pregunté.

—Tenemos compañía.

Comencé a temblar, no temblaba de frío, si no de miedo. Delante de nosotros se encontraba un coche sospechoso que nos obligó a parar la moto. Bieber me dijo que no me bajara, y que pasara lo que pasara no me acercara hasta él.

Con sus manos en los bolsillos, se acercó lentamente hasta quedar enfrente de los desconocidos. Bajaron dos chicos con bates, y le gritaron.

Estaba en peligro, y aún así nada le importaba. Le gustaba pelear, y nunca se rendía, incluso que sus contrincantes fueran más grandes que él.

Se dijeron unas cuantas cosas, y cuando quedaron callados empezaron a pelearse. Uno de ellos levantó el bate con la intención de golpearle la cabeza. Por suerte Bieber lo vio, y quedó agachado esquivando el golpe. Se acercó hasta el otro, y le golpeó el abdomen con su puño.

—¡Detrás de ti! —Grité para que tuviera cuidado.

Le miró de reojo, y antes que volvieran hacerle daño, como en la fiesta, impactó su puño en la mejilla de aquel desconocido.

Tiró los bates por un barranco, y se acercó hasta mí. No dijo nada, sabía que yo estaba furiosa, y él no era capaz de pedir disculpas.

Ahora sí que quería llegar a mi casa, y no verlo nunca más. Odiaba las peleas, y su vida siempre seria problemática. Me encantó el beso, pero jamás volvería a tener el contacto de su piel.

Todas las personas que le rodean, salen perjudicados. Nadie era feliz, y hacían todo lo que él pidiera. Esperaba que yo solo fuera un capricho pasajero, y que en un par de horas se olvidara de mí.

Aparcó la moto enfrente de mi casa, y aparté el casco de mi cabeza. Bajé con cuidado, y se lo tendí. Lo cogió, dejándolo en su brazo.

—Ha sido la peor noche de mi vida—Le reproché.

—La mía no—Dijo con una gran sonrisa.

Antes de subir los escalones, escuché sus pasos detrás de mí, se acercaba a poco a poco. Lo miré, y vi su ojo golpeado, pero el dolor no le impedía que brillara con fuerza. Era sorprendente, su sonrisa era preciosa, y no merecía tenerla. No alguien tan malvado.

—Aléjate de mí—Le supliqué—Haz que no me conoces.

—No puedo—Dijo con tristeza—Ahora no podré separarme de ti, jamás.

Aquellas palabras fueron preciosas, pero seguramente era uno de sus planes. Quererme para tener mi piel tocando la suya, solamente una noche. Y no era algo que yo deseaba.

Sin decir nada salí corriendo y me adentré en mi hogar. Cerré la puerta, y haciendo el menor ruido subí a mi habitación. Antes de tumbarme en mi cama, me asomé por la ventana, y dejé de ver la moto de Bieber.

Sabía que no lo decía en serio, a la oportunidad que tenía, salía huyendo. Me tumbé en la cama, y pensé en todo lo que había sucedido aquella noche. Aquel chico era perfecto, pero su defecto era lo malo que era con otras personas.

Era triste, lo sentía, únicamente necesitaba cariño, y alguien que le comprendiera. Esperaba que algún día alguien lo cambiara, y así él sería feliz. Era guapísimo, y lo aceptaba, pero yo no podía cambiar sus pensamientos.

—He cambiado de idea—Dijo entrando por la ventana—Quiero mi beso de buenas noches—Exigió.

—He cambiado de idea—Dijo entrando por la ventana—Quiero mi beso de buenas noches—Exigió

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My tough boyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora