Capítulo dos

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De repente su rostro comenzó a enfurecerse, sus manos quedaron en puños, y su mirada penetrante me advirtió lo enfurecido que estaba conmigo. No sabía cómo salir de aquella situación. Los rumores que corrían por el instituto de Bieber no eran buenos, y me hacían rectificar lo que acababa de hacer.

Él se vengaría, y yo no sabría cómo defenderme, estaba segura.

Intenté caminar sobre mis propios pasos que habían marcado a la hora de dirigirme hasta él, pero algo me lo impidió, su mano retenía la mía. Sus dedos se estaban quedando marcados en mi piel, cada vez sentía más dolor. Temía que por unos momentos sus uñas se clavaran en mi  mano para conseguir hacerme gemir de dolor.

—Te has equivocado de chico—Dijo entre dientes.

—No lo creo, Bieber—Intenté defenderme, y demostrarle que no tenía miedo de él.

—¿No me tienes miedo? —Me preguntó enarcando una ceja.

—¿Por qué debería? —Le respondí con otra pregunta.

—Soy un chico peligroso.

—Sigo sin tenerte miedo—Volví a intentar alejarme de él—Suéltame Bieber.         

—No.

—Me estás haciendo daño, imbécil.

—Ten cuidado con lo que dices—Dijo amenazantemente a la vez que me lanzaba una mirada de odio.

Me removí entre sus manos, y como pude me alejé de él. Comencé a andar en dirección contraria, no quería que me volviera a hacer daño. Cogí a mi amiga por el brazo y entré a toda prisa a mi primera clase, no quería llegar tarde por el incidente que acababa de pasar hace unos minutos.

 Por mucho que quisiera atender en clase, no podía, lo que había pasado en el pasillo me había dejado en shock. ¿Qué le había hecho yo para que me humillara y me tratara de esa forma? Estaba loco. Yo no era una chica problemática, ni mucho menos, nunca me metía en problemas, pero tampoco me quedaba callada cuando alguien se enfrentaba a mí.

Por fin tocó el timbre, comunicándonos a los alumnos, que las clases habían finalizado. Recogí mis cosas y las puse en mi bolso, quería salir cuanto antes de aquel lugar, no podía soportar estar un segundo más. Dejé mi bolso sobre mi hombro, y comencé a avanzar hacia la salida del instituto, de repente escuché risas y murmullos, incluso gritos de ánimo. No dudé en acercarme a ver qué estaba pasando fuera, delante de mis ojos había un círculo de alumnos rodeando a dos chicos, el más débil se encontraba tiritando de terror sobre el arenoso suelo, mientras que intentaba esquivar los golpes del chico de la gorra que conocíamos todos.

No podía creer lo que estaba viendo, nadie hacia nada por ayudarlos, al contrario, algunas personas reían y otras no dejaban de grabar la escena con sus móviles.

No lo dudé un segundo más, y me adentré al círculo que rodeaba a esos dos pobres chicos. Me acerqué al chico que estaba tumbado en el suelo, y aparté los brazos del delincuente que le había golpeado.

—¡Aparta! —Grité.

De repente me obedeció, y se levantó del suelo, clavando aquellos ojos color miel en mí. Rebusqué en mi bolso un pañuelo con mis iniciales bordadas que me regaló mi madre. Limpié la sangre del herido, e intenté ayudarlo a alzarlo del suelo.

Su ojo estaba hinchado, a punto de cambiar de color. Pasé su brazo sobre mis hombros, e intenté salir de aquel ridículo círculo humano. Todos eran felices viendo los problemas que causaba Bieber. Y él mientras tanto, estaba cruzado de brazos viendo como me llevaba a su víctima.

—¿A dónde vas? —Quedó enfrente de mí.

—Déjame pasar—Le dije enfurecida.

Negó con la cabeza, y ante aquella manera de negación, volví a caminar junto a la persona que estaba ayudando, y cuando creí que podía huir, de nuevo sentí su piel sobre la mía. Le miré con furia, clavando mi mirada clara en los suyos oscuros. De un manotazo apartó al chico de mi lado, y cuando intenté ayudarlo, para evitar que cayera al suelo, los brazos de aquel chico que pensaba que era malo, me alzaron del suelo, y dejó mi cuerpo sobre su hombro.

Todos nos miraban, y escuchaban mis gritos, pero nadie se dignaba a ayudarme. Nos alejábamos de aquellas miradas, para encendernos en su lugar favorito. Detrás del instituto llevaba a todas las chicas que intentaban hacer cosas de alto contenido para nuestra edad. Yo iba en contra de mi libertad.

Él no dejaba de mover su gorra, cansado de mis gritos, e insultos que iban dirigidos a Bieber. Sus pasos se frenaron cerca de la valla metálica que separaba el parking de coches al instituto.

—No te acerques a mí—Le advertí—Puedo hacerte daño.

—No me adviertas—Se acercó con una extrema seguridad—Te quería lejos, y has vuelto a entrometerte. ¿Qué puedo hacer contigo? —Arregló sus pantalones, y posó su mano en la entrepierna—¿Cómo te llamas?

—No te voy a decir mi nombre.

—Te puedo obligar preciosa, soy Justin Bieber, todo lo consigo.

Cuando intenté salir corriendo de su lado, su mano frenó mis pasos. Entrelazó sus fuertes brazos alrededor de mi cintura, y me obligó a posar mi pecho sobre el suyo. Sentía su aliento mentolado acariciar mis mejillas, todo era tan peligroso. Mis manos quedaron en su pecho, sintiendo su corazón latir al mismo compás que el mío. Su rostro se acercaba cada vez más. Y no dejaba de sonreír de una manera que empezaba a odiar. Sus labios rosados se entreabrieron, y cerré mis ojos asustada.

 Sus labios rosados se entreabrieron, y cerré mis ojos asustada

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My tough boyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora