Una dama que no olvidaras

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Vengo con un sueño que aunque pasan los años no logro olvidar. Un sueño que tu estas tan segura que lo viviste en carne que incluso sigues buscando a las mismas personas de aquel mundo cuando duermes.
Dos niños abrazaban mi pierna viendo como colocaba flores de toda clase en una tumba adornada con detalles dorados, pero no cualquier ramo de flores. Flores que apuesto que usted nunca en su vida había visto, sus formas desafiaban la naturaleza dando espirales y colores que hasta ahora no logro encontrar nombre. Incluso me es más fácil dibujarlas que encontrar la tonalidad de aquellos colores.
No sabría decirles con exactitud de quien era la tumba, solo se que era una mujer incluso tampoco sabría decirles quienes eran los niños. Solo se que ellos se aferraban a mi falda del año Victoriana, de esos vestidos que usted ve en películas como Marie Antoinette la reina francesa de providencia De Australia.
El sueño cambia y ahora puedo ver como los niños lloran por su madre fallecida, acto seguido llego yo y les digo lo mucho que yo la extraño a pesar de no conocerla, pero podía sentir también ese sentimiento de amor a ella.  La escena es en una casa no muy grande, de un piso con un cuarto para cada quien con sala, comedor, etc. Pero lo que caracterizaba aquella casa es que su patio delantero y trasero tenía árboles enormes cubiertos por capaz de nieve. Rosales se amontonaban con los árboles también cubiertas de nieve. Pero se sorprenderán al saber que estos eran los únicos cubiertos de nieve, porque mas haya de la casa todo era primavera.
Esa misma noche se llevaría acabo una fiesta, no recuerdo como es que el sueño me llevo a esa fiesta portando un vestido color salmón, mi cabello agarrado de una forma hermosa que hacia un efecto de cascada de bucles. Al parecer era una mujer tímida puesto que me pase parte del tiempo en el salón detrás de un florero enorme.
Veía como la gente con sus mejores vestimentas bailaban al son de los violines en el gran salón en el que estaba, candelabros de cristal había por todo el lugar haciendo de todo esto un cuento de hadas. Alfombras rojas con adornos dorados recorrían el piso evitando que los finos tacones de las damas no se ensuciaran. Muebles con aperitivos y bebidas había montón, todo hechos de mármol tan brillantes y blancos. Espejos estilo francés tan grandes como las paredes permitían ver el baile y todo lo que se conllevaba en aquel lugar.
Al parecer no estaría sola por tanto tiempo, un joven toco mi hombro con su mano y cuando voltee el sueño cambio de nuevo para encontrarme en una casa mucho mas grande que en la que estaba.

-hola- susurre
-es hora de ir a la boda mi cielo-
Al momento que me dije ¿me dijo mi cielo? ¿Donde quedo la fiesta? Como un montón de remolinos, recuerdos y imágenes me llegaban a la mente tan rápido.
La fiesta de había acabado, al parecer a que joven era mi mejor amigo y lo esperaba en esa fiesta para poder bailar tan si quiera con alguien al no ser capaz de salir de mi escondite. Un joven alto un poco flaco pero no al punto de llegar a los huesos. Sus ojos cafés miel me miraban y su cabello negro resaltaba su piel blanca. Su rostro perfilado ni redonda ni cuadrada tan perfecto.
Otro recuerdo que mas tengo presente del sueño es que al parecer había contraído matrimonio con este joven. Y los dos niños del principio ahora eran dos jóvenes ya en universidad viviendo en aquella casa con mi ahora esposo. No podía entender tanto cambio.

Al llegar aquella iglesia, no podía creer como es que había tanta gente en un lugar tan pequeño. Los santos y Vírgenes cargando a Jesus se amontonaban por todos lados, pedestales de oro y altares de mármol había por todos lados.
Escuchaba atentamente aquella misa cuando algo llamo mi atención, al voltear vi una mujer que se habría paso.
Sin poder ver su rostro, solo una capa roja, afelpada y muy larga. Veía como por arte de magia ya no había tanta gente sino un piano y aquella mujer.
Tocaba una melodía que hasta la fecha sigo tarareándola a pesar de los años que han pasado de aquel sueño. Lo que mas me impactado es que al parecer ella era un fantasma, nadie ponía atención a aquel piano que había salido de la nada. Incluso mi al parecer esposo seguía viendo como todos al sacerdote que daba aquella seremonia religiosa.
La mujer dejo de tocar el piano, se levanto y empezó a caminar. Comida por la curiosidad empece a seguirla lo cual no fue difícil ya que caminaba lento. Al llegar a una puerta que ella empujó y como pluma la puerta se abrió dandole paso a un pequeño jardín sin techo por supuesto.
Los árboles secos parecían que tenían hojas pero en lugar de hojas verdes tenía nieve, enfrente de un árbol seco que parecía el principal por estar en medió de todos la mujer se sentó en una banca.
A pesar de saber dibujar y tener este don que Dios me ha dado de poder describir lo que veo, les puedo asegurar que nunca nadie podría dibujar aquella mujer.
Mi léxico ni siquiera me permite describir aquella mujer tan hermosa, pero intentare.

La mujer tenía una figura esbelta, pechos redondos que sobresalían de su vestido dorado, un dorado suave ni tan brillante. La capa roja hacia sobresalir tu hermosa piel que se podría decir que no era ni blanca, ni morena era como ver un color tan suave como bronceado que no llega a ser moreno. Es tan difícil de explicar, su rostro era delicadamente delgado mostrando una nariz fina, sus pómulos grandes la hacían ver como si ella sonriera cuando sus labios carnosos rosados con sus curvas tan bien formadas no sonreían.
Sus ojos entrecerrados mostraban un color que cambiaban con el sol, un azul que pasaba a verde y de verde a miel. Aquella mujer sentada en ese árbol no parecía de este mundo, no tenía ningún rasgo que mostrara ser de alguna nacionalidad en especifico.
Su piel y color de ojos son casi imposibles de describir. Solo se que se veían tan suaves, sus ojos mostraban dulzura, fortaleza, seriedad, amabilidad, sabiduría y a pesar de estar casi entrecerrados juraría que podría ver amor. La cereza en el pastel era su hermoso cabello quebrado que bajaba hasta su cintura pero se amontonaba por su hermosa capa roja.

- ¿Mama? - me escuche decir.
Pero al parecer todo cambio y termine con mi esposo tomando el te.

Nadie jamás podría dibujar aquel rostro, lo he intentado por mas de 5 años.

Buenas noches.

Pequeñas memorias de vidas pasadas.Where stories live. Discover now