Capítulo 47: "Así de simple"

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«Amax, ¿qué tanto me amas?»

«Tanto que si me pides que me rape el cabello lo haría sin dudarlo».

«Traeré la rasuradora».


No puedo, esto es demasiado, creí que podría, pero me equivoqué.

Es mucho para mí, y con tanto en riesgo me temo que la simple realización podría ser perjudicial para mi salud. No quiero que Susana se vaya de viaje. ¡No quiero!

—¡Llévame contigo! —gimoteo mientras la abrazo.

En un día tan nublado como hoy, Susana, quien ha sido como una segunda madre, se marcha con su cariñosa familia por quien sabe cuánto tiempo.

—Sabía que no debía decírtelo. —Suspira y se rinde al darse cuenta que no la voy a soltar por las buenas.

No solo va a tener una aventura familiar, paseando por diferentes lugares con la misión de divertirse hasta el cansancio. No, ella, también tiene pensado quedarse en un terreno que Arturo heredó de sus abuelos, y está en España. Pero eso no es todo... ¡ese terreno tiene una viña!

¿Saben lo que significa? ¡Vino infinito! Podría usarlo para bañarse, como piscina, para lavar los trastos, ¡el cielo es el límite!

—Cierto, no debiste, ya estaba por dejarte ir, ¡porque lo mencionaste! —chillo, haciendo más escándalo.

Sé que no estoy causando una buena impresión hacia la familia de Susana que observa todo el espectáculo a una distancia razonable, pero no me importa. ¿Cómo podría dejar que se vaya el vino, digo, Susana, cuando sé que la extrañaré a chorros del mejor licor nunca probado?

—Am, tengo que subir al avión.

—Yo también voy.

—¿En mi viaje familiar?

—Finge que soy la prometida de uno de tus hijos y listo.

—¿Cuántos años crees que tengo? Mi hijo mayor apenas tiene 18 años.

—Ya es mayor de edad, lo cual lo hace legal.

—Chicas, por favor denme una mano, se me hace tarde.

Dos pares de manos me sujetan de los brazos e intentan alejarme de mi futura suegra.

—Trataré de llamarles —se despide mientras se aleja—. Am, te enviaré algunas botellas de vino, ¿de acuerdo? Así que tranquila.

—¡Ten un buen viaje! —Con ojos llorosos, agito las manos en despedida.

Susana sube al avión con su querida y algo asustada familia, y me dan unas irremediables ganas de seguirla, pero no quiero causar ningún alboroto que arruine el inicio de su aventura. Y si lo hiciera no me enviaría nada.

—Hola, cariño —Isabela contesta su teléfono. Beatriz y yo le prestamos atención— ¿Ocurre algo? —se enseria.

Intercambio miradas con Beatriz, preguntándonos en silencio qué es lo que ocurre.

—¿Qué hizo qué? ¿Estás segura? No, ahora voy para allá. Mamá se hará cargo. Adiós. —Cuelga con un gesto cansado.

—¿Qué pasa? —Beatriz le pregunta.

—La madre de Fredd canceló la reservación en el hotel en donde se casaría con mi hija.

—¿Puede hacer eso? —La miro con preocupación.

—Al parecer. —Teclea unos números en su teléfono—. Tengo que irme a arreglar esto antes que realmente perdamos la plaza, tal vez aún pueda recuperarla.

¿Me van a dejar hablar? [Presente MVDH #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora