Capítulo 2

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Capítulo dos

Eran tan pequeños, ambos, demasiado pequeños.

—Hola, Ethan... —susurré tomando su manito por medio de la incubadora—. Eres un angelito dormilón, ¿lo sabías?

Apretó mi meñique con fuerza, removiéndose sin abrir los ojos. Se parecía tanto a Matthew.

—Vas a seguir mejorando, ¿verdad, bebé? —Lo acaricié con cuidado, porque él seguía conectado a sondas por nacer prematuro junto a Rosie.

La verdad era que Ethan estaba más débil que ella. El doctor les daría de alta en cuanto lograsen tener un peso normal, pero hasta ese momento debían seguir en incubadoras conectados a muchas sondas que, sinceramente, me hacían sentir culpable.

Escuché que los pasos de la enfermera volvían a acercarse.

—La asistente social la está esperando, señora Clark.

—Dígale que estoy ocupada, por favor.

—Ha insistido en que es importante.

—No quiero dejarlo solo...

—Está estable, ambos lo están, no debe preocuparse.

—Pero es que parece tan frágil —murmuré sin apartar la vista.

—Él está bien —insistió.

Suspiré y asentí, haciéndoseme doloroso tener que soltar su pequeña manito de mi meñique.

Me saqué el delantal, que me obligaban usar cuando entraba a ver a los mellizos, y caminé hacia la sala de espera, encontrándome con una señora que expresaba aburrimiento hasta que me vio.

—¿Señora Clark?

—Sí, ¿qué ocurre?

—Llevo un tiempo intentando contactarla. Esta es una ayuda que entrega el gobierno a todas las viudas de los héroes de guerra de nuestro país —explicó tendiéndome un sobre.

—No lo quiero.

—Debe aceptarlo, señora Clark.

—No, usted dijo viudas, y yo no soy viuda. Mi esposo está desaparecido, no muerto.

Sonrió afligida y negó.

—Debe entender que... cuando se declaran desaparecidos es porque casi no hay posibilidades de que vuelvan...

—Acaba de decir casi, o sea que existe alguna posibilidad, por mínima que sea.

—Siento ser yo quien le informe esto —murmuró en un tono de voz más bajo—, muchos soldados se consideran desaparecidos porque a veces, por causa de granadas, sus cuerpos no son capaces de reconocerse si no llevan alguna identificación.

Sentí mi corazón acelerarse de nuevo y cerré los ojos, negando mentalmente todo lo que ella acababa de decir.

—Él no está muerto, ¿entiende? —siseé sin mirarla—. Me prometió que volvería. Volverá. No hay otra opción.

—Por favor, señora Clark, acepte la ayuda que le está entregando el gobierno.

—¡Yo no necesito esa ayuda porque él no está muerto! —grité llamando la atención de más de alguna persona que permanecía en la sala de espera.

—Cálmese. Mi deber es entregarle esto. Solo estoy haciendo mi trabajo.

—¡Usted no entiende lo que significa para mí aceptar ese sobre! ¡Usted no tiene que vivir con la incertidumbre de saber si está vivo o no! ¡No puede simplemente decir que está haciendo su trabajo y pretender que acepte esa ayuda, si acaba de decir que hay miles de soldados que no son reconocidos porque sus cuerpos están tan lesionados que ya ni siquiera hay rastros de ellos!

Eterno atardecer  ©   (Ex Flawless love)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora