Capítulo 22

67.5K 3.6K 1.1K
                                    

Capítulo veintidós

—¿La has escondido, Matt? —pregunté con los brazos cruzados sobre mi pecho y los ojos entrecerrados.

—No fui yo.

—Lo mismo dijiste una vez cuando ocultaste mi sujetador. Ya no te creo.

—En serio, Eli, ¿para qué querría esconder una pantufla? Hubiese ocultado tu sujetador otra vez —se excusó alzándose de hombros recostado sobre la cama. Su cabello estaba un poco más largo de lo normal y se le formaban algunos rizos más claros. Me gustaba cómo lucía así. Era cautivante verlo.

—Entonces debo suponer que hay duendes en esta casa, ¿no?

—Quizás —respondió con una ligera sonrisa, totalmente divertido ante mi frustración, sin inmutarse siquiera, observándome atento a cada movimiento.

Rodé los ojos y suspiré. Me había pasado mínimo quince minutos buscando mi otra pantufla y al parecer no existían rastros de ella.

Las cosas en general marchaban bien. A veces íbamos con Amelia y Matthew a la casita del árbol o al bosque a pasear. Mi trabajo en el laboratorio seguía siendo impecable. Elliot se había comunicado con nosotros diciendo que le estaba yendo bien. Y Apolo seguía siendo un cachorro adorable que me alegraba los días. Por lo tanto, después de la llamada que le hice a Owen no se desató ninguna guerra ni nada de lo que yo esperaba, aunque tanta tranquilidad seguía aterrándome porque estaba segura de que él no dejaría las cosas así.

Mi padre decía que cuando las cosas estaban demasiado silenciosas era porque algo malo traían. Y las semanas que habíamos vivido parecían ser demasiado perfectas como para relajarme y fingir que todo se mantendría así por siempre, aunque fuese lo único que deseaba.

Hacía unos días había comprado un piano blanco de cola, tal como dije que haría, y lo instalamos en el salón principal. Me pasé toda una tarde en el banquillo sin ser capaz de despegar mis dedos de las teclas, sintiendo que era mi única pasión en el mundo, lo único que quería hacer por siempre.

Había aprovechado ese tiempo al máximo. Reduje mis horas de trabajo en el laboratorio, salía con Matthew, me acompañaba a la librería del pueblo, íbamos a pasear y tomaba mi mano como si quisiera hacerle saber a todo el mundo que solo nos pertenecíamos a nosotros.

Un día de esos estábamos en la plaza principal del pueblo, un sujeto se acercó para pedir indicaciones y le respondí de forma amable. El señor me sonrió como si quisiera ligar conmigo, siendo que Matthew estaba justo a un lado.

Por supuesto lo ignoré, y es que no me di cuenta de la manera en que me veía hasta que noté el repentino cambio de humor de Matt, que me tomó de la cintura y apegó a su cuerpo, y después de que el sujeto se marchara de ahí, lo fulminó con la mirada hasta verlo desaparecer.

—Que imbécil —bramó sin apartar sus manos de mí.

Volteé para apreciarlo mejor, viendo su ceño fruncido y su mandíbula tensa.

—Hey —murmuré—, ¿qué te pasa?

—¿Has notado cómo te miraba?

—No.

—Ya —bufó.

Acaricié su mejilla y entonces lo entendí.

—No puede ser, Matthew Clark está celoso —vociferé riendo sin poder contenerme.

—Por supuesto que lo estoy —gruñó aun con el ceño fruncido. Tomó mi rostro entre sus manos y se acercó más, de modo que podía sentir la calidez que emanaba su cuerpo—. ¿Cómo no podría estar celoso teniendo que cuidar a alguien como tú de sujetos como ese? Eres perfecta, llamas la atención de todos en cuanto pasas por el lado.

Eterno atardecer  ©   (Ex Flawless love)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora